Vivimos tiempos de una revolución tecnológica única en la historia. ¡De cuántos adelantos tecnológicos fuimos testigos en un par de décadas, inventos asombrosos, increíbles y jamás imaginados! Pero a pesar de estos impresionantes descubrimientos, todavía el ser humano no ha podido vencer uno de los peores problemas que debe enfrentar: relacionarse con personas conflictivas.
No hay manera de esconderse
Tengo algo muy importante que decirte: por más esfuerzo que hagas, por más que luches y trabajes, por más buena persona que seas, es imposible no toparte con personas conflictivas. Habrá muchos a quienes no les caerás bien, que estarán enojados o fastidiados contigo, otros que te envidiarán o simplemente sentirán celos por lo que alcances.
¡También existirán otros que, hagas lo que hagas, no les agradarás jamás! Pero estarán ahí siempre, esperando la oportunidad de desarrollar su “talento”: molestar, hacerte sufrir, preocuparte y agotar tus energías.
Puedes orar para que dejen de ir a tu iglesia, para que un día se levanten de dormir y digan: “No quiero estar más en esta congregación, me mudaré a la que está a unas pocas calles”.
¿Sabes una cosa? ¡Es muy poco probable que esto suceda! Porque los conflictivos suelen ser personas que tienen una paciencia universal para soportar un lugar donde se sienten incómodos; pero si aún esto sucediera, seguro vendrán otros y tal vez peores que los anteriores.
El comienzo del fin
Llega el momento donde te das cuenta de que nada puedes hacer con ellos y abandonas la idea de corregirlos con tus sabias palabras. Ya intentaste por todos los medios: hiciste estudios bíblicos sobre autoridad, disciplina, obediencia y quién sabe cuántas cosas más y no dio resultado.
Entonces se te ocurrió hacer un campamento donde el tema principal sea comportarse correctamente y aunque todo pareció salir de maravilla, los reos resultaron ser inmunes a tus enseñanzas.
Entonces sentiste que la última oportunidad era la de ir al grano y conversar con ellos personalmente. Practicaste cada una de las palabras que dirías para evitar malos entendidos y por más que diste cátedra sobre el tema, las palabras les entraron por un oído y les salieron por el otro.
En conclusión: hiciste de todo hasta que llegó el día que decidiste abandonar la idea de preocuparte por ellos. A partir de ese momento, se convirtieron en los molestos adolescentes que llegan tarde, irritan y boicotean todas tus actividades. Ellos son los adolescentes conflictivos que se sientan en el fondo del salón de la iglesia.
Lo primero y fundamental
Hay algo muy importante que decir: ¡cuánto amor hay que tener para ser líder!
Y justamente la definición del amor en 1 Corintios 13, comienza con: “El amor es sufrido…”. No porque amar signifique sufrimiento, sino porque amar es correrse de uno para poner al otro en ese lugar. Amar significa dar sin importar a quién, aún a los más conflictivos.
Para poder liderar adolescentes difíciles solo hay que amar y nada más. El resto es pensar y reflexionar sobre algunas herramientas que nos ayuden a tratarlos y a que nuestra relación con jóvenes complicados mejore.
¿Qué es el conflicto?
Desde el sentido común diríamos que el conflicto no es algo positivo, aunque pueda tener consecuencias positivas. Debemos decir que el conflicto no es ni bueno ni malo. Lo que puede resultar bueno o malo es cómo lo resolvemos. Esto dependerá de la capacidad que tengamos para enfrentarlos y de las herramientas que poseamos para solucionarlos.
Las personas conflictivas son aquellas personas complicadas en las relaciones y en el trato. Son aquellas con las que no se puede discutir porque todo lo toman como si se les estuviera agrediendo. Son sensibles y se molestan por cualquier cosa y es difícil que cambien de manera de pensar. Son personas que expresan ásperamente su opinión y jamás aceptan que se los contradiga. ¡Seguro que deseamos tenerlas bien lejos!
Te recomiendo que ores fervientemente para que Dios esté moviendo a esos adolescentes problemáticos a irse a otra iglesia, seguro que otros líderes ya deben estar orando por lo mismo y, no sea cosa que te los estén enviando a tu iglesia. ¡Es broma!
En el diario vivir del liderazgo juvenil, nos cruzaremos indefectiblemente con muchos casos de adolescentes conflictivos. Tarde o temprano tendrás que lidiar con ellos y, queda más que claro, es muy difícil encontrar alguna solución a los problemas que presentan. Tratar a personas conflictivas es sumamente trabajoso y desgastante, porque nos obligan a ocupar tiempo y energías que podríamos estar utilizándolas en otras cosas.
¡Sorpresa! ¡Tienes un adolescente complicado en tu grupo!
Nadie nos informó que aceptar el liderazgo incluía trabajar pacientemente con jóvenes insoportables. Nadie nos aclaró que en el trabajo juvenil se incluiría a los difíciles y a los que nadie quiere tener cerca. Alguien debía habernos enseñado que aceptar el llamado al liderazgo incluía a todos.
Quizás piensas que deberían haberte advertido de esto y hoy te sientes defraudado. Como si hubieses firmado un contrato donde existía un párrafo que hablaba acerca de los complicados con letra muy pequeña, casi ilegible, y que por haberlo firmado ahora estás pagando el precio de tu ingenuidad. Déjame aclarártelo: nadie te avisó nada de esto por una simple razón: ¡no debían hacerlo!
El Evangelio es para todos, para los buenos, los intachables, los que leen la Biblia y levantan las manos adorando en espíritu y en verdad e incluso para los que nadie tolera. Justamente el Reino de los Cielos los incluye, esa es una de las ideas más descabelladas de Dios: su Gracia para aquellos en los que justamente nosotros no hubiésemos invertido. ¡Pero Dios es así de sorprendente!
Todo tu temperamento estará puesto a prueba. Tu dominio propio y tus propios conflictos serán movilizados. En muchas oportunidades desearás con todo tu corazón y todas tus fuerzas orar para que descienda fuego del cielo y los consuma. Pero debo decirte que nada sucederá. ¡Ni una minúscula nube aparecerá en el cielo! ¿Sabes por qué? Porque tu tarea en el liderazgo incluye en primer lugar a ellos, los problemáticos. El misterioso humor de Dios incluye el hecho de que haya pensado que trabajes por los que menos te reconocerían.
Si alguien te hubiese advertido sobre esto, ¿qué hubieses decidido? Es importante pensar esto seriamente: ¿Estás dispuesto a trabajar con ellos a pensar de su conducta? ¿Estás dispuesto a invertir tiempo y dedicación en aquellos que jamás te lo agradecerán? ¿Estás dispuesto a enfrentar tu propia frustración porque las cosas pueden llegar a no salir como deseas?
De tu respuesta dependerá que tengas que tomar algunas decisiones. Una de ellas tiene que ver con adquirir paciencia. No hay ninguna situación, ni la habrá en todo tu ministerio, en la que tengas que mostrarte con más paciencia y amor, que en el momento de tener que liderar adolescentes conflictivos. Por un lado porque la adolescencia ya tiene en su núcleo algo de conflicto y si a eso le sumas que el adolescente es conflictivo, ¡eureka! ¡Es el combo más interesante que enfrentarás!
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