Recuerdo muy bien el día en que destrocé mi primer iPhone. Estaba en mi casa tratando de subir una foto a las redes sociales pero por alguna razón no estaba funcionando. Intenté de mil maneras hasta que finalmente exploté de desesperación y… bueno, ya podrás imaginarte (yo sé que te ha pasado) que terminé por destrozar al pobre iPhone. Después de este acto atroz, pensé: «¡Pero qué tonto! Ahora me quedé sin teléfono y sin foto, y todo por no tener un poco de paciencia y querer todo al instante».
«El que es paciente muestra gran discernimiento; el que es agresivo muestra mucha insensatez» (Proverbios 14:29 NVI).
Vivimos en un mundo donde constantemente estamos influenciados por la necesidad de tener todo al instante. No queremos esperar, es más, nos desespera tener que esperar, queremos todo al estilo microondas: listo en tres minutos. Pero la palabra de Dios nos enseña que debemos ser pacientes y aprender a disfrutar del proceso. La primera parte de proverbio señala que el que es paciente demuestra tener sabiduría. Esta persona se toma su tiempo para planear, calcular, aprender y escuchar antes de tomar una decisión importante. Tenemos que aprender a cerrar y controlar nuestra boca antes de decir lo primero que se nos venga a la mente Al ser pacientes no solo tomaremos mejores decisiones, sino que desarrollamos nuestro carácter como líderes.
La segunda parte de este proverbio nos habla del peligro de ser impacientes. “El que es agresivo muestra mucha insensatez” El autor de este proverbio hace una conexión directa entre la falta de paciencia y la agresividad. El que no es paciente es agresivo. Como cristianos no podemos darnos el lujo de ser agresivos solamente porque nos tocó esperar, esto simplemente no demuestra el carácter de alguien maduro en la fe, sino el de un bebé que se impacienta por todo. Nuestra impaciencia también demuestra nuestra falta de confianza en Dios. Nos desesperamos y tratamos de hacer las cosas a nuestra manera cuando Dios en realidad tiene otros planes, así que te invito a que seas paciente y descanses en saber que Él tiene el control de todo. Sin importar la circunstancia que estemos pasando nuestro Dios es bueno y se preocupa por nosotros (1 Pedro 5:7).
«Guarda silencio ante el Señor, y espera en él con paciencia; no te irrites ante el éxito de otros» (Salmo 37:7)
La vida ministerial requiere de MUCHA paciencia. Tenemos que ser pacientes con nuestros pastores (sip es correcto, ¡con nuestros pastores!) con nuestros jefes, con aquellos jóvenes que hacen que nos salgan canas verdes porque tardan en madurar, etc. Recuerda que estos jóvenes necesitan que tú los acompañes a través del proceso, no intentes meterlos en un microondas espiritual para que maduren en tres minutos; créeme: es el proceso el que los hará madurar. El filósofo francés Jean Jacques Rousseau dijo: «La paciencia es amarga, pero sus frutos son dulces».
¡Cuánta verdad! El esperar nos incomoda, nos exige, nos desafía y al mismo tiempo nos enseña a ser perseverantes, sabios y dedicados en nuestra labor. Ánimo en tus pruebas, en tus tormentas y en tus luchas; Dios está a tu lado, sé paciente y búscalo a Él.
Si eres miembro logueate con tu usuario y contraseña
para ver todo el contenido Premium
Si ya estás logeado aparecerá tu nombre.