Consigue galletas con pedacitos de chocolate, o algo similar, pero que sean suficientes como para que cada uno tenga la suya.
Cuando esté todo el grupo, pídele a algunos voluntarios que le den una galletita a cada uno. Dales estrictas instrucciones de que no se las coman todavía, pero que las examinen cuidadosamente. Pídeles que memoricen el tamaño, el ancho, la cantidad de los copos de chocolate que pueden ver, etc.
Terminado el período de inspección, que se junten en grupos de 8 o más con los que estén a su alrededor, y que cada grupo ponga sus galletas en un plato. Luego de darle varias vueltas al plato (sin mirar), cada uno debe tratar de reconocer su galleta . Pídeles que sean honestos: si logran identificar su galleta pueden comérsela. Para aquellos que no se pongan de acuerdo en: a quién le corresponde qué galleta, déjalos describir cómo era su galleta y dar las razones de su reclamo.
¿A dónde llevarlo desde aquí?
Dios nos ha creado únicos y especiales. Él nos ha dado la cantidad exacta de copos de chocolate que necesitamos para ser únicos. Por eso es que somos tan importantes para Dios y cada uno es particular. Él puso en nosotros ciertas características que nos hace especiales y él si siempre nos pude reconocer.
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