Los verdaderos responsables de la formación
febrero 5, 2019Predicar La Palabra. Un mandato ineludible
mayo 7, 2019El surgimiento de la psicoterapia y el derrumbe de la consejería bíblica en la iglesia tienen su paralelo en la declinación de la predicación bíblica. La influencia de la psicología comenzó a infectar los púlpitos evangélicos hace varios años y sus efectos sobre la predicación han sido desastrosos.
Los sermones en muchas iglesias no contienen exposición de las Escrituras en lo más mínimo. El contenido bíblico ha sido reemplazado por ilustraciones, historias, alegorías y discursos psicológicos. Temas tales como relaciones humanas, depresión y conducta son tratados con una perspectiva psicológica más que bíblica. Nociones de la psicología como el amor propio y la autoestima han desplazado de los púlpitos los conceptos de arrepentimiento y pecaminosidad de la humanidad.
Algunos predicadores parecen mirar a la psicología con un respeto
cercano a la reverencia. Las autoridades que citan no son Escrituras sino eminentes psicólogos y expertos en conducta. La psicología ha tendido un cerco en el púlpito y la predicación bíblica está en seria declinación.
Esto ha desatado una cadena de acontecimientos que sólo perpetúan los problemas que llevan a la gente a la terapia. Por fallar en la provisión de respuestas bíblicas a los problemas de la gente, muchos predicadores están dando la impresión de que las Escrituras nada tienen que ofrecerles para las situaciones que los perturban. Luego, al ofrecerles la psicología como sustituto, han esparcido el concepto erróneo de que las respuestas de la psicología son más confiables, de más ayuda y más sofisticadas que el “mero” consejo bíblico.
La respuesta a tal pensamiento pasa por un renovado énfasis en la suficiencia de las Escrituras, comenzando en el púlpito. Las Escrituras ofrecen ayuda suficiente aun para las más profundas necesidades del corazón. Cuando el predicador confía en esta verdad, el ministerio de consejería inevitablemente reflejará la misma fe en el valor de las Escrituras. Y cuando la Palabra de Dios es predicada con convicción, comienza a enderezar los mismos problemas por los cuales la gente busca consejo. La Palabra de Dios siempre cumple sus propósitos: «Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié» (Is 55:11). “Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (He 4:12).
Nuestra suficiencia proviene de Dios
Siendo que las Escrituras declaran ser recurso suficiente para satisfacer las necesidades emocionales y espirituales, creo que quienes afirman lo contrario están en un grave error. Puesto que la Palabra de Dios enseña que todos los creyentes poseen amplios recursos para una genuina victoria, ¿no debería ser patente que la psicología moderna no puede ofrecer los beneficios espirituales que falten en la iglesia?
Segunda Corintios 3:5 resume lo tocante a nuestra suficiencia espiritual: “No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios” (énfasis agregado). La versión bíblica King James declara: “Nuestra suficiencia es de Dios”. Luego, en la misma epístola, extendiéndose sobre la misma gran verdad, Pablo escribe: “Poderoso es Dios para hacer que en vosotros abunde toda gracia, a fin de que, teniendo en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra” (2 Co 9:8). Los “todas” y “todos” de este versículo subrayan su clara comprensibilidad.
En otras palabras, nada hay en lo cual no seamos suficientes mediante la provisión de la gracia divina. Si Dios ha de ser glorificado a través de nosotros, Él proveerá los recursos necesarios.
Y Él lo hace. Pedro escribió: “Como todas las cosas que pertenecen
a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia”.
Las Escrituras nos advierten con claridad que no miremos más allá
de los recursos que Dios ha provisto tan abundantemente. Pablo advirtió a los colosenses: “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la deidad, y vosotros estáis completos en Él” (Col 2:8-10). En otra epístola, agrega: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas?” (Rom. 8.32).
¿Qué más necesita el creyente? Ciertamente no la filosofía hueca
y decepcionante de un destituido sistema de conductismo. Los recursos que pertenecen a todo creyente incluyen muchos ricos
beneficios espirituales: los frutos del Espíritu, la comunión de los hermanos, una esperanza segura y la vida abundante prometida por Jesús (Jn 10.10). Pero todas estas realidades son descritas y suplidas por la Palabra de Dios. Por tanto, la suficiencia de la Biblia misma, es el hecho sobresaliente al que todo predicador debe aferrarse vigorosamente.
Tomado del libro La consejería © 2009 por Grupo Nelson®
Una subsidiaria de Thomas Nelson, Inc.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]