Padres con expectativas exageradas acerca de los líderes
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marzo 30, 2018Una de las verdades que siempre debemos tener presente aquellos que deseamos dejar una huella profunda en la presente y futura generación es la siguiente: la vida es un ciclo constante. Basta solo con echarle un ojo a las cosas que nos rodean: los árboles, los animales, el clima, los sentimientos, las otras personas y hasta nosotros mismos. La Biblia tiene razón cuando dice: “Los sucesos del presente ya ocurrieron en el pasado, y lo que sucederá en el futuro ya ocurrió antes, porque Dios hace que las cosas se repitan una y otra vez” (Eclesiastés 3:15 NTV). Las cosas no pueden permanecer sin cambios. El único que no cambia es Dios en sus manifestaciones divinas. Después de allí, todo es cambiante.
A menudo nos encontramos con personas que se resisten a aceptar esta gran verdad. Los padres dejamos hijos, los maestros enseñanzas, los pastores herencias espirituales y formativas. Toda la Escritura está llena de evidencias constantes de cambios de relevos. El caso de Moisés y Josué es notorio, ya que la inmensa influencia y el gran liderazgo que ejerció Moisés en su generación, parecían no tener comparación. Su labor, su personalidad, la manera en que hablaba “cara a cara” con Dios, la forma en que recibía la palabra normativa de su parte para entregarla al pueblo de Israel era admirable. Estamos hablando de ciento veinte años de vida, muchos de los cuales fueron ocupados en guiar al pueblo de Diosa a una tierra que anhelaba poseer, pero que sobre el final de su vida lo único que pudo hacer fue mirarla desde lejos. El tiempo del relevo había llegado.
Tanto en la historia del pueblo terrenal de Dios, Israel, como en la de la Iglesia de Cristo, se han repetido patrones que nos hablan de que siempre han existido y existirán las generaciones Moisés y las generaciones de Josué. Al primero le llegó el momento de dar paso al liderazgo de la siguiente generación. Una había sido la generación de la liberación y la nueva sería la de la conquista. Es imposible pretender perpetuarnos en nuestras posiciones y llamados. Necesitamos intencionalmente prepararnos y preparar a todos los que están alrededor nuestro apoyando nuestra visión como “Moisés”, a que comprendan que detrás nuestro vienen inmediatamente los integrantes de la generación de “Josué”. Esa es la realidad bíblica y constante. Los ciclos son solo fases y etapas por las que pasan los acontecimientos y fenómenos que nos llevaran a una nueva etapa de acontecimientos y fenómenos a partir de los cuales volverán a repetirse en ese mismo orden.
En mis pocos años de ministerio en la ciudad de Los Ángeles (treinta y dos años), he visto como personas bien intencionadas dañan el avance del reino de Dios por resistirse a aceptar y entender que la vida para todos es un ciclo. Los ministerios no son lugares que debamos usar como plataformas para perpetuarnos en posiciones con el único fin de asegurar nuestro futuro económico cuando llegue la vejez. Los ministerios son más bien realidades que deben permitirnos prepararnos, y preparar a la presente y futura generación para que la visión de Dios continúe cuando nosotros ya no estemos en la escena.
No recomiendo tomar la errónea decisión de hacer un traspaso delegando los ministerios y responsabilidades en el lecho agonizante de la muerte. En esas condiciones muchos seguidores y discípulos les aseguraron a su líder que seguirían sus instrucciones al pie de la letra, pero la experiencia nos muestra la que una vez enterrado el líder, todo se volvió un caos con lucha de poderes e intereses económicos y de autoridad que provocaron separaciones, enemistades y divisiones innecesarias.
Moisés no espero hasta llegar al monte Pisga para tratar de seleccionar al sucesor de la tarea que Dios le había encargado. Ya había un Josué que desde joven había servido con Moisés. Había peleado junto a su líder las batallas de Dios. La transición hacia Josué estuvo acompañada de momentos importantes: El Espíritu de Dios estaba con él y las manos de Moisés habían sido puestas sobre su cabeza (Números 27:10) en señal de empoderamiento de una generación a otra.
Quiera Dios que nuestro corazón y mente estén sensibles a la guía del Espíritu Santo para saber el momento en que debemos comenzar a confiar en la siguiente generación. Puede ser que tus mismos hijos tengan un llamado genuino de Dios u otro colaborador cercano. La idea es entender que la vida es un ciclo y que tarde o temprano nos tocará hacer el traspaso de la generación de Moisés a la de Josué. No compliquemos la transición, sino seamos recordados como verdaderos puentes generacionales.
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