Hobbies con Propósito
septiembre 22, 2016Yo, acá, presente
septiembre 22, 2016En alguna oportunidad leí sobre una organización —sin fines de lucro— de pilotos voluntarios en una línea aérea llamada «Air Life Line» (algo así como «Aerolíneas de Vida»), que se encarga de transportar a pacientes graves y llevarlos a hospitales lejanos del lugar donde viven. Gracias a eso, los enfermos pueden ser operados de urgencia o recibir un tratamiento médico o trasplantes, de los cuales dependen sus vidas.
Sin la ayuda y colaboración de estos «ángeles voladores», muchos pacientes, al no contar con el dinero necesario para costear un boleto de avión comercial, simplemente morirían en la espera. Ellos no son pilotos profesionales, sencillamente son personas que saben volar, aman volar y donan su tiempo, sus habilidades y el uso de sus aviones para ayudar a los necesitados.
No son muchos sus pasajeros, pero los diagnósticos y tratamientos que estos pacientes requieren son muy diversos, desde un niño necesitado de un trasplante de riñón, un paciente con cáncer, o algún otro que vuela a un hospital muy lejano en busca de un tratamiento experimental.
Al preguntarle a uno de estos «ángeles» el por qué hacen eso, contestó: «¿Qué puede ser más gratificante que hacer algo que amas y ayudar a otros al mismo tiempo?».
Es sabido, (o por lo menos deberíamos saberlo…), que todos los hijos de Dios, hemos recibido por lo menos un don: «Cada uno de ustedes recibió un don espiritual que debe ser utilizado para servir a los demás. Así serán buenos administradores del generoso amor que Dios les ha dado en tantas formas» (1 Pedro 4:10 – PDT).
¿Qué es un «don»? En simples palabras podríamos decir que se trata de un regalo espiritual, algo que Dios nos da por gracia, gratuitamente. No es algo que podamos ganarnos; de hecho, la Biblia en ninguna parte nos anima a «merecer» algún don, sino a utilizarlo correctamente, sin fines egoístas ni para beneficio personal, sino para bendecir y ayudar a las personas que nos rodean.
Es maravilloso saber que nuestra vida tiene un propósito, ¡ya que no estamos en la tierra simplemente para comer, dormir y subsistir! Si aún no lo tenemos claro, pidamos a Dios nos ayude a entender quién somos y cuál es nuestro propósito, porque cuando es así, nuestra vida cobra sentido y nos sentimos realizados al poder servir a otros con aquello que nos apasiona y que amamos hacer.
«El amor que tengan unos por otros será la prueba ante el mundo de que son mis discípulos» (Juan 13:35).
Gracias, querido Dios, por bendecirnos con al menos uno (o varios) dones y por capacitarnos para ser como «ángeles voladores» en el medio donde nos has colocado, y poder lograr las tareas para las cuales nos llamas. Revístenos de tu amor para servir como tú lo haces y así dar testimonio de ti.