El día en que Dios nos abandonó
septiembre 22, 2016No negociable
septiembre 22, 2016Hasta que no se descubre el propósito, la existencia no tiene sentido, porque el propósito es el fundamento para la realización personal.
Aquel era el momento que todos esperaban. El aplauso fragoroso de la multitud emocionada llenó el aire, luego de que el alcalde hiciera el anuncio: “Damas y caballeros, tengo el enorme placer de entregar el premio al ciudadano destacado del año, al Dr. Clyde Wilson Jr., por su gran servicio a la comunidad”.
Un hombre joven, fornido y de aspecto muy cuidado se levantó y caminó seguro hacia el escenario. En su mesa se encontraban su padre, Mr. Clyde Wilson y su madre, Emily. Este era el momento por el que esperaron toda su vida, pues deseaban ver a su hijo convertido en todo lo que ellos imaginaron para él. El orgullo llenaba sus corazones y sabían que nadie en aquella sala comprendería el sentido de logro, satisfacción y realización.
El Sr. Wilson siempre soñó en convertirse en médico. Mientras que su hijo era muy joven, el padre le manifestó, una y otra vez, que haría todo lo necesario para que el muchacho se convirtiera en el médico que él nunca pudo ser. Los padres del muchacho, trabajaron duramente muchos años de su vida, para que su hijo pudiera asistir a la escuela de medicina y completar el período de capacitación. Aquella noche significaba que todos los sacrificios realizados valieran la pena, pues el joven Clyde logro el honor y el respeto para su familia.
Mientras que el Dr. Wilson estaba en el escenario, con la placa en su mano, todos los asistentes aplaudían de pie. Las cámaras centelleaban y gritos de adulación llenaban el salón. Luego, a medida que los aplausos disminuían, el silencio invadió la sala. Todos esperaban la palabra del doctor. Durante un momento, se mantuvo parado, listo para hablar. Luego, su serenidad dio paso a un estado de agitación, y con lágrimas en los ojos, el joven médico confesó a sus padres con una voz y una mirada que reflejaban gran desesperación: “Madre, padre, por favor, perdónenme. Lo siento, pero no puedo continuar”.
El presidente de aquella reunión, confundido y avergonzado por aquel episodio, ayudó al médico a bajar del escenario. Los asistentes estaban conmocionados. ¿Qué le robó a este individuo exitoso, el gozo en aquel gran momento?
Mientras Clyde y sus padres conducían hacia su casa, Clyde intentó explicarles la causa de su conducta incontrolable. A medida que sus lágrimas se derramaban, una tras otra, intentó de describir la frustración durante aquellos diez años. “Todo lo que logre durante estos años fueron para complacerte, papá, y para realizar los sueños de tu corazón. Me convertí en lo que tú deseabas, pero nunca logré ser quien deseé ser”, dijo el muchacho. “A pesar de los automóviles, las casas y otros bienes materiales que ahora poseo, mi vida está vacía. Nunca deseé ser médico como tú, papá. En verdad, odio serlo. Siempre anhelé ser músico, pero tú y mamá nunca permitirían que siguiera mi sueño.
“Por favor, entiéndanme. Te amo y te respeto profundamente. Sé que te sacrificaste duramente para darme educación y lo agradezco. Pero hoy me doy cuenta de que es imposible que continúe viviendo para satisfacer tus sueños y expectativas. Debo comenzar a hacerlo con los míos. Cuando acepté ese premio, me sentí un hipócrita. Alguien, a quien ni conozco, ganó ese reconocimiento porque no sé quién soy. Deseo vivir. Deseo volver a la vida. Quiero convertirme en aquello para lo que nací. Por favor, líbrame y déjame vivir”.
Existen millones de personas como Clyde Wilson. Tal vez, tú seas una de ellas. Son personas con intensa actividad, comprometidas, fieles y famosas, a quienes el resto las acepta, las respecta, las honra y las admira. Sin embargo, en su fuero interno, se sienten cansadas, frustradas, aburridas, desilusionadas, confundidas, vacías y oprimidas. Sus vidas no tienen rumbo. Día tras día, sonríen, fingen y viven de acuerdo con una identidad y con una reputación diferente de lo que genuinamente son. La mentira que viven y el anhelo interno de liberación de la tiranía que las esclaviza son una fuente constante de conflicto interior. Sea que tengas piel negra, marrón, amarilla, roja o blanca, somos atraídos hacia una vida plena y con sentido. Esta necesidad humana de sentido y satisfacción personal es universal. Cada uno de nosotros debe descubrir este propósito personal y aspirar a él sin cesar, porque de otro modo, fracasaremos en vivir una vida rica, íntegra y llena de sentido.
Éxito sin realización personal
Los seres humanos, no importa quiénes sean o dónde vivan, desean ser “exitosos”. Este éxito se define, generalmente, con respecto a los reconocimientos superficiales sumamente exaltados por los medios de comunicación, como la riqueza, el poder, la fama, el lujo y el prestigio. Se nos inculca, desde una edad temprana, la meta de lograr posesiones materiales. Los padres instan a sus hijos a que se esfuercen duramente para llegar a ser “alguien”.
Las escuelas contribuyen a la presión existente, pues utilizan clasificaciones competitivas y brindan premios por los rendimientos destacados. Las librerías están llenas de manuales que instruyen al lector sobre cómo llegar a la cima de sus profesiones, de modo que puedan acumular poder, riqueza e influencia. Y las revistas, llenas de fotos que hacen atractivo a todo lo rico y todo lo famoso, prometen, audazmente, atajos para el éxito.
Esta búsqueda implacable del “éxito” produce algunos resultados no tan atractivos. La tasa de divorcio y de suicidios continúa en crecimiento. La violencia, la destrucción ambiental y los delitos cometidos por funcionarios públicos u hombres de negocios asedian a cada comunidad. La depresión emocional se multiplicó. Es notable, la falta de puntos de referencia interna que denotan la realización personal y corporativa; así como también se percibe, en la mayoría de las personas, la carencia de un sentido positivo de dirección que abarque la totalidad de la vida.
Esta falta de satisfacción y de existencia sin sentido no es una cuestión menor. Una carrera profesional y una cuenta bancaria holgada no pueden brindar estos ingredientes faltantes. Ningún grado de realización puede reemplazar el poder y la motivación de encontrar tu nicho especial y de luchar en pos de tus sueños. El vacío interior es el destino para quienes carecen de claridad de propósito o de aquellos que luchan para vivir de acuerdo con la definición ajena de éxito, sea un padre, un cónyuge, un jefe o la sociedad en su conjunto. Alcanzar la cima de la escalera profesional o social carece de todo sentido, si sacrifica la gratificación y el bienestar personal.
Extracto tomado y adaptado del libro
publicado por Editorial Vida (C) 2011. Usado con permiso.