Derriba a tus gigantes
septiembre 22, 2016Dios, más que suficiente.
septiembre 22, 2016¿Eres impulsivo o reactivo?
Probablemente tu digas “Ninguno de los dos”, pensando que cualquier respuesta que digas estaría mal… pero déjame aclararte un poco el asunto primero.
Como soy un amante de la matemática discreta y las ciencias puras, hoy quiero transmitirte un concepto muy interesante apoyado en 2 principios físicos, el impulso y la reacción, que significan lo siguiente:
Reacción: Acción provocada por otra y de efectos contrarios a ella.
Impulso: Fuerza que aplicada a una cosa hace que se mueva
(Fuente: Diccionario TheFreeDictionary.com)
En el mundo hay gente que progresa y sale adelante producto de los golpes que les da la vida, y como no hay otra salida tienen que reaccionar ante esas circunstancias y logran hacerlo positivamente, como es el ejemplo de muchos emprendedores que tuve la oportunidad de conocer y entrevistar. Esto es ser una persona reactiva, y no es malo.
Pero mientras que ellos lograron sacar provecho de sus circunstancias adversas, otros no logran reaccionar lo suficientemente en contra de esa fuerza negativa, y en vez de producir fuerza positiva se terminan hundiendo más y más en sus problemas. Otros aprovechan las circunstancias negativas para justificar su falta de éxito, o en otras palabras, su gran fracaso.
Ahora bien, mientras que hay gente que logra resultados bajo reacción o presión, hay otros que logran resultados bajo su propio impulso. Las personas impulsivas dicen los sociólogos suelen ser personas que no miden mucho las consecuencias de sus actos, no reconocen el peligro, y eso les permite moverse con más libertad pero les trae consecuencias.
Yo reconozco haber sido siempre impulsivo, con un cierto grado de responsabilidad pero impulsivo al fin. Muchas decisiones que tomé en mi vida y muchos resultados que logré en mi vida (tanto buena como mala) fueron producto de mi impulso. Siempre y desde pequeño tuve mucha energía, siempre lleno de proyectos y con una curiosidad prácticamente insoportable.
El punto es que esa energía bien canalizada puede llevarnos a poder romper cada barrera que el mundo o la lógica nos presente. Hay riesgos, siempre los hay, pero las personas que miden el esfuerzo en base al riesgo, son los que menos cosechan, son los que van detrás de otros que ya lo intentaron, son los que ganan el segundo o tercer lugar tal vez, pero no los primeros ni mucho menos los mejores.
Dejarte llevar por tu impulso puede llevarte a explotar tu máximo potencial, y mucho más aun si tienes la confirmación de que Dios te acompaña. Hoy tengo la oportunidad de hablarles a muchos jóvenes líderes, y dos de mis mensajes más importantes es que NO pierdan el tiempo, y que aprendan a meterse en problemas.
Cuando uno elije emprender un nuevo camino o proyecto sin pensar tanto en las consecuencias negativas o los problemas en los que se meterá, logra pensar en grande, y al pensar en grande uno ve los problemas pequeños… Cuando tienes el mindset o esquema mental correcto, estás más propenso a encontrar soluciones mas rápido para esos problemas.
En mi camino como emprendedor y empresario sufrí hambre, frio, soledad, cansancio, vergüenza y muchas otras cosas más, cosas que hoy las miro como aguas que pasaron y me rio de ellas, pero en su momento dolieron y mucho, sin embargo, el hecho de haber tenido tanta energía y tanta convicción me permitió adaptarme a las situaciones para poder aprender a atacar los problemas que surgían con éxito.
Como suelo decir, “Si alguien pudo, quiere decir que se puede. Si otro pudo, yo también puedo, solo queda descubrir cómo lograrlo”.
Hoy quiero invitarte a que dejes de ser reactivo esperando que las situaciones te pasen por encima para poder ejecutar el cambio, y que en cambio te vuelvas un poco mas impulsivo para poder aprender a echar las redes al agua, o a sacar el pie del bote como Pedro, sin tanto discutir si la lógica o la experiencia aprueban o no tu decisión.
“Tal como le prometí a Moisés, yo les entregaré a ustedes todo lugar que toquen sus pies”. Josué 1:3 (NVI)
Anímate a liberar tu potencial impulsivamente, a dejar que esa energía te lleve a nuevas fronteras, con responsabilidad pero con confianza en ti mismo y en aquel que te dio tu visión.