¿Quién necesita innovación?
septiembre 22, 2016¡¡Ayúdame, soy líder juvenil de una iglesia pequeña!!
septiembre 22, 2016Bueno, sí, y, por supuesto, no.
No, porque el primer libro de la Biblia es Génesis. Por lo menos si una persona la toma y comienza a leer desde la parte en que dice «Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra».
Y sí, porque muchos eruditos ven al Éxodo, el segundo libro de la Biblia, como el libro en el que comienza la historia central de la redención: la liberación de Egipto.
Egipto, la superpotencia de sus días, es gobernado por el Faraón, quién ante la amenaza que significa el creciente número de israelitas que hay en el país, responde sometiéndolos a esclavitud. Tienen que trabajar todos los días sin parar, fabricando ladrillos y construyendo edificios de almacenamiento para el Faraón.
Egipto es un imperio construido sobre las espaldas del trabajo esclavo de los israelitas,
ladrillo sobre
ladrillo.
Pero inmediatamente después, en el libro de Éxodo se produce una interrupción. Las cosas cambian. Y el cambio comienza cuando Dios dice:
«Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo…»
«Han llegado a mis oídos los gritos desesperados…»
«Así que he descendido para librarlos…»
«He visto también cómo los oprimen los egipcios…»
Un Dios que ve y oye. Un Dios que escucha el clamor. La palabra hebrea que se usa aquí por clamor es sa’aq, y la encontramos a través de toda la Biblia. Sa’aq es una expresión de dolor, el “ay”, el sonido que emitimos cuando estamos heridos. Pero sa’aq también es una pregunta, una pregunta que surge del dolor de la herida. ¿Dónde está la justicia? ¿Alguien ha visto esto? ¿Quién vendrá en mi rescate? ¿Alguien ha escuchado eso? ¿O acaso estoy solo aquí? Sa’aq es lo que hace la sangre de Abel desde la tierra luego de ser asesinado por su hermano.
Los israelitas se encuentran oprimidos, están en aflicción, sufren; y cuando claman, Dios escucha.
Este es un Dios que siempre escucha el clamor. Eso resulta clave para entender quién es Dios: Dios siempre escucha el clamor de los oprimidos. El clamor inaugura la historia. Pone las cosas en marcha. Sacude las cosas y las hace comenzar a moverse. El clamor es el catalizador, la causa, la razón por la que se desarrolla una nueva historia.
Pero Dios, en esa historia, no se limita meramente a oír clamor. Dios hace algo al respecto. El éxodo es la manera en que Dios responde al clamor.
Piense en su vida. ¿Cuáles son los momentos que lo han formado más? Si tuviera que elegir sólo dos de ellos, ¿cuáles serían? Me refiero a períodos de transformación, momentos en los que sus ojos se abrieron, en que tomó decisiones que afectaron el resto de su vida.
¿Cuántas de estas cosas sucedieron cuando usted sintió que llegaba al final de la cuerda?
¿O cuando notó que todo se venía abajo?
¿O cuando se vio confrontado con su impotencia?
¿O cuando estuvo dispuesto a admitir que su vida se había vuelto inmanejable?
¿O cuando no le quedó otra cosa más que clamar?
Para muchas personas es su clamor, su desesperación, su reconocimiento de la opresión, lo que constituye el principio de su liberación. Cuando estamos arriba, cuando el sistema funciona a nuestro favor, cuando somos capaces de manejar nuestras vidas, ¿le queda algo a Dios por hacer?
Pero el clamor… el clamor inaugura la historia de la redención. Esos esclavos claman en Egipto, Dios escucha y sucede algo nuevo. Las cosas ya no son como solían ser. Las cosas cambian.
Los esclavos son rescatados de la opresión de Egipto.
EGIPTO
Se nos dice que Adán y Eva eligen ir por su propio camino, explorar fuera de los límites que les ha puesto su hacedor y, como resultado, su relación sufre. Esa historia es seguida inmediatamente por la historia en la que su hijo Caín mata a su otro hijo, Abel.
Se produce una progresión dramática desde Adán y Eva hasta sus hijos. Se pasa del comer un fruto al asesinato en solo una generación. Las cosas se desintegran muy rápidamente.
No sólo eso, sino que enseguida después del asesinato un descendiente cercano de Caín, Lamec, eleva una elegía diciendo que «Si Caín será vengado siete veces, setenta y siete veces será vengado Lamec». La escalada de violencia social se vuelve tan intensa que un pariente cercano de Caín dice que las cosas están once veces peor de lo que eran antes.
Entonces, en el capítulo 6 del Génesis, sólo unos pocos capítulos después del relato de Caín y Abel, descubrimos que el mundo entero se dirige hacia la destrucción, a excepción de un hombre y su familia. Luego, en el capítulo 11, la gente se reúne para construir una torre, porque tienen la convicción que eso los constituirá en dioses.
Lo que comenzó con dos personas y un poco de fruta ha crecido hasta llegar al asesinato entre miembros de la misma familia, y se ha intensificado hasta llegar a convertirse en una civilización entera reñida con Dios.
La historia conforma una progresión trágica: la naturaleza arruinada y tóxica que había en el corazón de unos pocos seres humanos ahora se ha extendido a la totalidad del mundo.
Lo que comenzó en un jardín está afectando ahora a todo el globo.
La expresión que indica esta condición es “anti-reino”.
Está el reino de Dios con la paz, el shalom, que Dios ha determinado para todas las cosas. Y luego está aquello que sucede cuando sociedades, sistemas e imperios enteros se oponen al deseo de Dios para el mundo.
Imaginemos que una niña esclava que vive en Egipto le pregunta a su papá por qué tiene una venda en el brazo. Él le dice que ha sido golpeado por su amo ese día. Ella quiere saber por qué. Él le explica que recientemente se han cambiado las cuotas de trabajo y que ahora se le pide que haga la misma cantidad de ladrillos que antes, pero que tiene que conseguir por sí mismo la paja. Le cuenta que está por debajo de su producción de ladrillos y que por eso ha sido golpeado.
La niña entonces pregunta por qué su amo no lo dejó pasar, ¿por qué golpearlo? El padre le explica que si no se alcanzan las cuotas, su amo será también golpeado por el amo de él. Y si su amo no logra alcanzar las cuotas, será golpeado por su supervisor, y así a través de toda la cadena de mandos, hasta llegar al Faraón. El padre intenta hacer que su hija comprenda que el castigo le vino a través de un hombre en particular, su amo. Pero que su amo forma parte de un sistema mayor, una compleja red de poder, violencia, industria y tecnología que explota a la gente a fin de expandirse y beneficiarse.
La venda en el brazo de ese padre es a causa de una herida infligida por un hombre y, sin embargo, proviene de todo un sistema de injusticia.
La familia de esa niña se enfrenta a una maldad que yace en el corazón de los seres humanos y que se manifiesta sin restricciones hasta incrementar en fuerza al punto que ahora forma parte del mismo tejido de esa cultura.
Egipto es un anti-reino.
Egipto es lo que sucede cuando el pecado crea mucha presión.
Egipto es lo que sucede cuando el pecado se estructura y se enquista en la sociedad.
Egipto nos muestra lo fácilmente que la naturaleza humana se inclina a usar el poder para preservar los privilegios a expensas de los débiles.
Imaginemos a esa niña haciéndole a su padre más preguntas, preguntas que tengan que ver no solo con su vida en Egipto sino con su historia: ¿Cómo es que vinimos a parar aquí? Si somos israelitas, ¿por qué no vivimos en Israel?
Imaginemos que a esa joven esclava se le cuenta la historia del Génesis, que narra la manera en que se convirtieron en esclavos. La escalada de violencia que comienza con aquellos dos primeros hijos culmina en el capítulo 11, con la historia de la torre de Babel. ¿Y con qué construyen la torre de Babel?
Con ladrillos.
Esos esclavos en Egipto, obligados a hacer ladrillos todo el día, comprenderían la historia de la torre de Babel. Probablemente dirían: «Sabemos lo que sucede cuando la gente comienza a construir imperios a partir de ladrillos».
El Éxodo, entonces, se refiere a un pueblo, una tribu, una nación que es rescatada de la esclavitud.
Tiene que ver con ser libres de esa ocupación. Un nuevo comienzo…
Texto extraído del primer capítulo del libro “Jesús quiere salvar a los cristianos”, de Rob Bell y Don Golden, publicado por Editorial Vida. Para obtener gratuitamente una copia digital del capítulo entero y muchas otras muestras de textos, visítanos en www.editorialvida.com. Usado con permiso. © 2009 Rob Bell y Don Golden.