Una caja de herramientas para tratar la ansiedad en familia
febrero 17, 2021Navega contra la corriente
abril 3, 2021Si alguien te ha dicho alguna vez: “Es solo una etapa”, seguramente querían darte un consuelo o una palabra de aliento. Pero lo más probable es que lo que querían decirte en realidad era: “No te preocupes. Puedes sobrevivir a esto. No durará para siempre”.
Cuando me convertí en madre y mi hijo con cólicos lloraba durante horas después de cada alimentación, necesitaba saber que había esperanza para un mañana diferente. Necesitaba saber que llegaría ese día en el que el niño que amaba no me odiara por intentar alimentarlo y yo ya no olería a vómito de bebé.
Hay mucho de verdad en la idea de que la relación actual con tu hijo es “solo una etapa”. Pero eso no quiere decir que, como padres, debamos apretar los dientes y esperar a que llegue la etapa siguiente. Una etapa no es algo para desear que pase o finalice apresuradamente. Porque una vez que termina una etapa, simplemente se termina.
Solo tenemos la oportunidad de conocer a nuestro hijo una vez cuando tiene 3 años. Después de 52 cortas semanas, cumplirá 4 años. Claro, pasar a la siguiente fase significa que dejarán de hacer berrinches catastróficos cuando insistas en que no pueden terminar la barra de desayuno a medio comer que acaban de descubrir debajo de su asiento. Pero también podría significar menos risas espontáneas. Podría significar que finalmente empiecen a pronunciar correctamente esas palabras que sonaban con las sílabas invertidas. Podría significar incluso que tengas que empezar a responder algunas preguntas para las que no estabas preparado.
Ya sea que tu hijo sea un niño pequeño, un niño en edad de primaria, o un estudiante de secundaria, puedes estar seguro que están en una etapa. Y esa etapa no durará mucho.
Cada etapa es un período de tiempo en la vida de un niño en el que puedes aprovechar oportunidades distintivas para influir en su futuro. Pero para aprovechar las oportunidades de cada fase, debes aparecer. Eso puede parecer obvio, pero puede ser increíblemente desafiante al mismo tiempo.
Es fácil quedarse atascado en la fase anterior. Es desconcertante cuando te das cuenta de que tu hijo no es la misma persona que creías conocer el año pasado. Cuando cambian sus intereses o sus preferencias, puede ser difícil mantenerse al día. (Por supuesto que si tienes un estudiante de séptimo grado, probablemente te avisarán bastante rápido cuando cometas este error).
Se pasa muy fácil y rápidamente a la etapa que debería llegar más tarde. Tal vez sea porque estamos listos para ver una película nueva, leer un libro nuevo o jugar un juego nuevo, así que ampliamos el límite de edad casi en solo un movimiento. Tal vez sea porque, seamos sinceros, si podemos hacer que nuestro hijo de 6 años muestre con la pelota de nuestro deporte favorito que puede hacer cosas que haría un chico más grande, es como que nos hemos ganado cierto derecho a alardear. Pero la infancia no está destinada a apresurarse. Si siempre tenemos prisa por pasar a la siguiente fase podemos perdernos lo que es único en la fase en la que se encuentran nuestros hijos.
Entonces, sea cual sea la etapa en la que se encuentre tu hijo, recuerde que algo extraordinario está sucediendo en este momento. Esta fase no durará para siempre. No apresures el reloj. No desees que los momentos que tienes pasen rápido. Que Dios te dé la luz suficiente para que tus ojos vean lo que tienen que ver hoy. Es solo una etapa… no te la pierdas.
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Kristen Ivy
Ejecutiva de Orange (The re think Group) y co fundadora de “The phase Project”. Se graduó en Educación y tiene un Master en divinidad.