¡Nos ha llamado amigos!
septiembre 22, 2016Cómo dejar de mirar el futuro con la nuca
septiembre 22, 2016Josué es uno de los grandes personajes del Antiguo Testamento. De hecho es una de las honrosas excepciones de personajes que acabaron bien, que fueron fieles hasta el final de sus días. Hemos de ser conscientes de que, lamentablemente, no es posible decir lo mismo de muchos otros.
Josué fue el fiel ayudante de Moisés durante los cuarenta años de peregrinaje por el desierto antes de entrar en la tierra prometida.
Fue, juntamente con Caleb, el único de los espías que dieron un informe positivo y lleno de fe acerca de las posibilidades que Israel tenía de adueñarse de la tierra prometida por Dios. Por esa razón, el Señor le permitió entrar en la tierra.
A lo largo de los primeros capítulos del libro que lleva su nombre, vemos cómo el liderazgo de Josué sobre Israel se va consolidando poco a poco. En varias ocasiones se nos indica que el Señor estuvo de su lado e hizo que su autoridad creciera entre el pueblo.
Josué también supo desempeñarse cuando tuvo que enfrentar situaciones de crisis. Cuando el pecado de Acán convierte en culpable a todo el pueblo, toma el problema de frente y extirpa la maldad de en medio de Israel para volver a contar con el favor de Dios.
Como ya se ha indicado con anterioridad, Josué es un positivo ejemplo de fidelidad y de caminar con el Señor hasta el fin de sus días. Los capítulos 23 y 24 de su libro nos indican cómo fue íntegro y recto hasta su muerte y cómo animó y exhortó a Israel a reconocer el cumplimiento de las promesas de Dios y a mantenerse fiel al Señor huyendo de la idolatría.
Josué también se reveló como un profundo conocedor del carácter humano. En el capítulo 24 antes mencionado reconoció la incapacidad que Israel tendría de mantenerse fiel al Señor. Muchos años de liderazgo al frente de Israel le habían dado una comprensión muy clara de la fragilidad e inconstancia de carácter de aquel pueblo. Su profecía se vio ampliamente demostrada por lo sucedido y narrado en el libro de los Jueces.
Pero Josué también tuvo sus inconsistencias y podemos aprender de ellas. Los gabaonitas supieron ponerlo en un buen aprieto.
Se nos dice que los habitantes de Gabaón eran más listos que el hambre y supieron interpretar muy bien la realidad que estaban viviendo. Se dieron cuenta de su incapacidad para derrotar a Israel ya que el Señor estaba luchando de parte del pueblo escogido.
Actuaron como dice el refrán: “Si no puedes con tu enemigo, únete a él”, y tramaron un ardid bien pensado, bien realizado y que dio el fruto que ellos esperaban: engañaron a Josué y al resto de los dirigentes del pueblo de Israel.
Josué pecó de exceso de confianza en sí mismo y en su capacidad para conocer, entender y evaluar la situación. Confió en su buen juicio y en sus propios criterios y en base a ello tomó la decisión que consideró más pertinente.
Josué se dejó llevar por los indicadores que tenía delante de sus ojos. Éstos parecían tan claros, tan obvios y la situación era tan contundente que no consideró necesario el consultar al Señor acerca de todo ello. Josué se consideró lo suficientemente autónomo para no precisar de la sabiduría y el discernimiento de Dios para tomar las decisiones correctas con relación al asunto que tenía entre manos. Sin duda olvidó que las cosas, muy a menudo, no son lo que parecen a primera vista.
Tres días después se dieron cuenta de que habían sido engañados. Para entonces ya era demasiado tarde y no estaban en condiciones de volverse atrás con respecto al juramento hecho en el nombre del Señor.
Josué y el resto del pueblo tuvieron que pagar las consecuencias de haber tomado decisiones precipitadas y sin consultar al Señor. Los gabaonitas siempre vivieron en medio de ellos y fueron de los pueblos que posteriormente de forma continua constituyeron una tentación permanente para Israel.
No deja de ser curioso el modo de proceder de Josué especialmente si lo contrastamos con la forma en que procedía Balaam, que de forma continuada buscaba la dirección y la voluntad de Dios antes de tomar decisiones.
APLICACIÓN EN UN MUNDO POSTMODERNO
La sociedad postmoderna es una sociedad humanista. El hombre es el centro y además es autónomo y autosuficiente con relación a Dios. Por tanto, puede tomar sus propias decisiones, basadas en sus propios criterios, en su juicio y capacidad de discernimiento sin la necesidad de recurrir a la sabiduría que pueda venir del conocimiento de Dios y su Palabra.
Josué es un buen ejemplo de la necesidad que los cristianos tenemos de buscar y considerar la voluntad de Dios antes de tomar nuestras decisiones.
Josué nos enseña que la realidad no siempre es como aparenta ser y, por tanto, no siempre nuestros criterios y capacidad de juicio y evaluación son adecuados para tomar decisiones.
Josué nos enseña acerca del peligro y temeridad de no consultar al Señor y de dar por sentado que entendemos y sabemos cómo proceder delante de los retos y desafíos que vivir en una sociedad postmoderna nos plantea.
Josué en definitiva nos desafía, con su ejemplo negativo, a seguir las palabras que aparecen en el libro de Proverbios: “Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia. Ten presente al Señor en todo lo que hagas, y Él te llevará por el camino recto. No te creas demasiado sabio; honra al Señor y apártate del mal” (Proverbios 3:5-7).
PREGUNTAS DE INTERACCIÓN
1. ¿Qué criterio usas para tomar tus decisiones?
2. ¿Qué significa que la realidad no es en muchas ocasiones lo que aparenta?
3. ¿Puedes poner ejemplos en este sentido de tu propia experiencia personal?
4. ¿Estás viviendo situaciones en las cuales deberías considerar cuál es la voluntad de Dios a pesar de que son aparentemente claras?