5 Características clave para liderar en este nuevo escenario
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mayo 13, 2021Muchos de los prejuicios que la sociedad tiene acerca de las personas con discapacidad, obedece mayormente al desconocimiento, y lamentablemente dentro de nuestras iglesias la situación no varía demasiado. Solemos ignorar las variadas discapacidades que existen, cuáles son las necesidades de las personas que las poseen, y también dónde están sus fortalezas y talentos mediante los cuales ellos pueden aportar y contribuir al cumplimiento de la misión de la iglesia.
Para eliminar estos prejuicios en nuestras congregaciones, es necesario establecer las siguientes conductas para que actúen a manera de principios entre nosotros en relación a las personas con necesidades diferentes:
- Enfocarnos en todo lo que ellos tienen y no en lo que les falta.
- Tratar de ponernos siempre en su lugar.
- No mirarlos nunca con lástima.
- Comprenderlos y respetarlos.
- No ayudarlos a menos que ellos nos lo pidan.
Recuerda que lo único que ellos quieren es ser tratados como uno más en la iglesia y ser parte activa de ella.
Las barreras de actitud que están presentes en nuestras iglesias son las más básicas y desembocan en otras barreras más complejas. Por ejemplo: cuando como iglesia no somos conscientes de las dificultades de una persona con discapacidad para entrar o acceder al lugar donde nos reunimos, limitaremos su participación en las actividades comunes de la vida cotidiana. Debemos hacer los cambios necesarios en nuestras instalaciones para que le sirvan a todos y sean 100% accesibles.
Otro tipo de barrera con la que ellos se pueden encontrar aparece cuando asumimos que no son aptos para realizar alguna función por su condición física, topándose así con prejuicios y discriminación. A menudo se los menosprecia y se los juzga por su condición física y no por su capacidad intelectual. Y en nuestro caso como iglesia, omitimos considerar sus talentos y dones dados por Dios, los que perfectamente pueden poner al servicio de nuestras comunidades de fe. Qué bueno es considerar que de alguna manera, todos somos perfectos hechos por un Dios perfecto y cada uno, en lugar de tener una discapacidad humana, más bien tiene habilidades especiales y únicas. Dios nunca se equivoca con su creación.
Dios nos pide a nosotros que hagamos algo: que demos el paso para abrir el mar, para equiparnos y rodearnos de las personas que necesitamos para llevar a cabo un proyecto verdaderamente inclusivo. Generalmente optamos por la posición más fácil, como les pasó a los discípulos en este pasaje:
Mateo 14:15-17 (NVI)
“Al atardecer se le acercaron sus discípulos y le dijeron: —Este es un lugar apartado y ya se hace tarde. Despide a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren algo de comer. No tienen que irse —contestó Jesús—. Denles ustedes mismos de comer. Ellos objetaron: No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados”. (Énfasis del autor)
Jesús multiplicó los panes y los peces y todos quedaron saciados, incluso sobraron doce canastas llenas. Él hizo el milagro, pero quiere que seamos conscientes de lo que tenemos y lo que necesitamos. La solución para los discípulos era que la gente se fuera a buscar comida a otro lado, pero me encanta la respuesta de Jesús: “No tienen que irse —contestó Jesús. Denles ustedes mismos de comer”.
Aplicando esto a nuestro tema, la “mejor opción” (o la más cómoda) sería que no llegue ninguna persona con necesidades especiales a nuestra iglesia, o que se vayan a otro lugar donde le suplan sus necesidades. Pero Jesús nos dice: “No tienen que irse. Denles ustedes mismos de comer”. ¡Puedes marcar la diferencia en tu iglesia local!
Comienza a orar para que Dios traiga esas personas idóneas que tengan amor por quienes padecen de alguna discapacidad y que también lleguen a tu iglesia estas personas que han estado marginadas.
Nadie mejor que las personas que tienen alguna condición especial para ser una herramienta útil en tu iglesia. Comienza a trabajar con ellos y haz los ajustes que sean necesarios. Hay muchas discapacidades que nosotros desconocemos y es importante saber cuáles son. La iglesia tiene que ser adaptada, construida y pensada alrededor de las necesidades de todo ser humano..
Si formas parte del liderazgo de la iglesia o eres el pastor, con más razón debes encarar este tema y aceptar e invitar a que toda la congregación vele por cada persona que entra a la casa de Dios. Cada uno debe sentirse bienvenido, aceptado y amado. Debemos disfrutar los unos de los otros y de las habilidades especiales con las que cada uno ha sido dotado por Dios. Debemos ser nosotros quienes motivemos a otros a encontrar la perla, ese talento que todos tenemos y ponerlo al servicio de los demás, ayudando a otros a hacer lo mismo.
Seguramente en tu iglesia hay tesoros escondidos de personas que aún no has notado porque han pasado inadvertidas, pero que serán de gran bendición cuando las involucres y brindarán un gran aporte.
Este artículo fue extraído del libro “Lo que la iglesia debe saber y hacer con las personas de necesidades especiales” de Norma Pinzón.
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Norma Pinzón
Conduce el programa radial Pildoritas y Reflexiones en CVC La Voz, publicó un libro con el mismo nombre y dirige el ministerio Almuerzo con Dios en Orlando Florida, donde vive junto a su familia.