Es solo una etapa… No te la pierdas
marzo 2, 20215 Características clave para liderar en este nuevo escenario
abril 5, 2021Vivimos en una interesante época en la que ser cristianos es “cool”, y en la que los pastores cristianos, particularmente los de iglesias emergentes (aquellas que, comprometidas con el evangelio, consideran tanto la tradición cristiana como los cambios culturales en su entorno, enfocándose predominantemente en las nuevas generaciones con cierto toque de profesionalismo, informalidad y “marketing”), son considerados en muchos círculos de personas jóvenes literalmente como celebridades. En este contexto, si yo te digo que una de las características de los líderes que Dios usa para hacer avanzar su Reino es que saben “navegar contra la corriente”, esto es algo que necesita explicación.
La vida de Moisés se me hace muy interesante por los tremendos contrastes que presenta, por las variadas etapas que vemos en su crecimiento como líder, y porque él interviene en situaciones tan determinantes en la historia de la redención del pueblo de Dios. Por ello es que decidí tomarlo como un modelo, a fin de observar en él estas características, no de perfección, repito, sino de consciencia, determinación, y obediencia en la tarea que le fue encomendada.
El pueblo de Israel había vivido por 430 años en esclavitud y opresión bajo el yugo de Faraón en la tierra de Egipto. Ahora Dios los ha rescatado, y Moisés y su pueblo se encuentran ya del otro lado del Mar Rojo. Han experimentado, no solo el poder de Dios, sino también su cuidado y amor al guiarles con una columna de nube durante el día y con una de fuego durante la noche. Así habían vivido en aquel desierto ardiente del Sinaí, en el que se estacionaron por lo menos durante 11 meses para recibir instrucciones directamente de la voz de Dios antes de emprender su viaje a través de él hacia la tierra prometida. Dios había respondido a sus tempranas murmuraciones con una gran muestra de paciencia y misericordia:
“Y el Señor le dijo a Moisés: «He oído sus quejas. Diles que en la tarde tendrán carne y en la mañana podrán saciarse con pan. Y sabrán que yo soy el Señor su Dios»”. (Éxodo 16:12)
¡Qué manera la del Señor de hacerle saber a este pueblo una y otra vez que Él estaba con ellos! Y ahora llega el momento en el que la muy particular manera de ver las cosas que tenía Moisés, esa óptica tan diferente que caracteriza a las personas usadas por Dios, se hace presente.
El pueblo había salido del desierto de Sin por mandato de Dios para llegar directamente a Refidim, donde no había agua para beber. Sí, leíste bien. Dios guió a su pueblo a un lugar donde no tenían acceso a ese líquido que todo ser humano necesita para mantenerse con vida. El pueblo, como ya lo había hecho antes en otras ocasiones, pelea con Moisés. Tomando la ruta del conflicto y de la queja, ellos le reprochan: “¿Por qué nos sacaste de Egipto? ¿Por qué nos trajiste a morir de sed aquí, junto con nuestros hijos y nuestro ganado?” (Éxodo 17:3). Y hasta cierto punto tienen la razón, puesto que en obediencia y siguiendo la guía de Dios, ellos habían llegado hasta ese lugar para morir de sed… o al menos así se veían las cosas desde su óptica.
¡Qué difícil es ir en contra de la corriente cuando todo el mundo piensa igual y dentro de ti hay algo que te lleva a ver las cosas desde un punto de vista diferente, algo que te hace ser optimista… un punto de vista en el cual la perspectiva de Dios y un deseo por honrarle son lo único que te mueve, sin importar el costo!
“Yo no los traje a este lugar,” les responde Moisés, “¡y cómo es posible que le exijan que se haga visible a Aquel que escuchó nuestro clamor en Egipto, descendió para ayudarnos, nos trajo en medio de prodigios, y no solo abrió el mar delante de nuestros enemigos, sino también preparó un futuro lleno de esperanza para nosotros y para nuestros hijos! Ustedes le están diciendo a Dios: ‘Hazte presente, manifiéstate, ¿o acaso nos has abandonado?’. ¡Lo que están haciendo ustedes es literalmente tentar a Dios, poniéndolo a prueba! ¿Cómo pueden pensar que tienen ese derecho? ¿Cómo pueden cometer tal osadía?” (paráfrasis personal del autor sobre Éxodo 17:2b).
Claro que podríamos hablar del valor que tuvo Moisés para enfrentar a todo un pueblo frustrado, sediento, y dispuesto a lo que sea… Pero lo que más me llama la atención aquí, y lo que considero está presente en las personas con las que Dios comienza literalmente una revolución, es la capacidad de hacer un diagnóstico preciso y real de la situación, poniendo atención, no solo a los detalles, sino a lo realmente importante. Fue Jesús quien nos enseñó “No juzguen por lo que a ustedes les parece; juzguen con justicia” (Juan 7:24). Y aquí vemos a Moisés haciendo exactamente eso.
“Una santa indignación” es lo que, según algunos autores y maestros de la Biblia, caracterizó siempre la vida de este grandioso líder. Moisés era imperfecto, era impaciente, e incluso era torpe, y a pesar de su refinada educación, era poseedor de una gran ignorancia… la misma que su suegro Jetro notó, y por la cual se atrevió a darle unos fantásticos principios de administración y consejería. Pero aquí vemos que Moisés simplemente se rehusó a considerar que a Dios se le podía tratar como a un sirviente, reduciéndolo tan solo al medio por el cual el pueblo podía conseguir todo lo que necesitaba. Moisés tuvo otra óptica. Él se mantuvo “como viendo al Invisible” (Hebreos 11:27), y esto es lo que hizo que fuera un líder diferente a los demás, capaz de navegar con éxito entre las difíciles aguas de la incredulidad.
Este artículo fue extraído del libro “Plantación de iglesias” de Héctor Hermosillo
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