17 tips para ayudarte a mantener nuevos hábitos
enero 25, 2021¿Qué versión de la Biblia debo leer?
febrero 2, 2021El ser blanco de las críticas, los ataques y la oposición, forman parte de nuestra realidad como pastores. Le pasó al Señor, a sus discípulos y le pasó a todos cuantos sirvieron al Reino con entrega y fidelidad. La reacción natural siempre es la de defendernos, ponernos en la posición de víctimas y contraatacar con todos los argumentos y recursos que tengamos a mano. ¿Cómo se atreven a hablar mal del ungido de Dios? ¿Quiénes se creen que son? ¿De dónde sacan tanta maldad?
Si te ha tocado pasar por situaciones así, sabes perfectamente de lo que estoy hablando, si no tuviste una experiencia así, lamento decirte que pronto la puedes atravesar. Simplemente no se puede conformar a todos, y si lo intentamos para evitar confrontarnos, dejamos de hacer aquello que estamos llamados a hacer y lamentablemente nos adaptamos a lo que la gente espera de nosotros.
En una ocasión me tocó pasar un tiempo en el que la oposición y la crítica venían de las personas que menos esperaba. Me enteraba que se decían toda clase de mentiras y se ponía en juicio lo que estaba haciendo y especialmente la intención que me movía a hacerlo. La reacción natural era defenderme, argumentar y contraatacar.
En ese tiempo iba de paso a una ciudad de la provincia de Entre Ríos en mi país Argentina, y pasé por la ciudad de Rosario donde Luis Palau estaba teniendo una cruzada. Lo fui a saludar y él me invitó después de la reunión en el estadio a cenar juntos en el hotel. Por supuesto que le conté todo lo que estaba viviendo porque tenía que ver con la preparación de un evento evangelístico muy importante que tendríamos el año siguiente con él en el estadio Luna Park de Buenos Aires (”Juventud 77”).
Luis me escuchó y simplemente me dijo: “No te defiendas”. ¿Cómo que no me voy a defender? le dije. Tengo razones, argumentos y verdades que tengo que hacer conocer. “No te defiendas”. Me repitió nuevamente mientras me explicaba: “Aprendí que cada vez que me defiendo, en vez de aclarar la situación la empeoro más. Muchas veces aprendí a callarme y a no defenderme”
Hoy con los años de experiencia como pastor que el Señor me permitió tener, puedo experimentar lo mismo una y otra vez. Cada vez que trato de imponer mis razones caigo a la altura de quienes me atacan o critican y termino agravando el problema. Los que me conocen saben que soy una persona con carácter fuerte, me sale naturalmente confrontar, (alguien diría que hasta me gusta), pero siempre que me olvido de la enseñanza vuelvo a perder aunque “gane” la discusión.
Con el tiempo fui aprendiendo a callarme y a no responder. Lo que hago es dejar que otros manejen la situación, escuchar lo que me dicen y no responder. Fue lo que hizo el Señor Jesús frente a Pilato. “enmudeció y no abrió su boca”. El apóstol Pablo vivió una y otra vez el ser criticado, desvalorizado, menospreciado. Sin embargo no se dejó condicionar por la crítica, al punto que luego escribió: “Ni yo me juzgo a mí mismo”. Dios es nuestro juez.
Seguramente enfrentarás situaciones en las que vas a tener que decidir si te vas a defender o le dejarás al Señor que se haga cargo de la situación. Déjame darte un humilde consejo: ¡No te defiendas!
Este recurso también podría interesarte. Adquiérelo aquí