No negociable
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septiembre 22, 2016Parcialidad en la batalla
En 1939 el partido alemán NAZI, bajo la dirección de Adolfo Hitler, toma una decisión que desencadenaría una serie de hechos que llevaría al mundo entero a la segunda guerra mundial. Alemania invade Polonia y oficialmente el conflicto bélico es declarado. La noticia correría por toda Europa y horas más tarde Inglaterra le declara la guerra a Alemania. En ese tiempo Alemania hace alianzas con Italia y Japón, lo que conocemos como EL EJE. Ya Francia estaba prácticamente conquistada a igual que Austria, Dinamarca, Noruega, los Balcanes y muchos otros países. No fue sino hasta 1941, cuando Japón ataca en Hawaii a Pearl Harbor, que los Estados Unidos entran a la batalla (2 años después de iniciada la guerra) En 1945 finalmente las naciones ALIADAS derrotan a las fuerzas del eje y empieza el recuento de los daños. Cada país sufría por haber tomado un bando. Sin embargo, existió un país que se mantuvo alejado de la batalla. Un país neutral que nunca decidió a cual bando pertenecía. Ese país es Suiza. Lo conocemos por sus chocolates y los relojes, pero a nivel militar se le conocer por la imparcialidad que tuvo en esta importante batalla.
Sería muy ingenuo creer que las batallas pueden ser ganadas sin ser peleadas. Pablo mismo – en la Biblia – menciona que tenemos una lucha espiritual (Efesios 6)
Eso me hace recordar a muchos cristianos que están en una encrucijada a punto de tomar decisiones en temas de batallas espirituales. Encontrarás que siempre hay 3 caminos a elegir:
1. Como lo hizo Inglaterra que tardó pocas horas en declarar batalla contra el enemigo
2. Como lo hizo los Estados Unidos que no fue sino hasta que se vio afectado a nivel personal por los ataques, que entró a la guerra
3. Como Suiza, que si bien el mundo entero se caía a su alrededor, decidió mantenerse neutral en el conflicto.
Ahora, déjame aclararte un principio que te acompañará el resto de tu vida: “Si decides no pelear la batalla, has decidido perder la batalla”.
A menudo tenemos que batallar con cosas que nos afectan a nivel personal, familia, ministerial, educativo, etc. Lo más recomendable en medio de todo esto, es aprender a pelear y armarse con lo necesario para batallar.
Si no tienes claro cuál es tu batalla, te invito a que te hagas 2 preguntas que pueden ayudarte a identificarla:
1. ¿Qué me hace pecar?
2. ¿Qué me ha dicho Dios que haga que no estoy haciendo?
Ambas te clarifican las áreas en las que tenemos conflictos, que tienen que ser peleados y ganados.
Ir a pelear una batalla sin armas tiene un nombre: suicidio. No es inteligente que te enfrentes al enemigo sin estar armado. Pablo mismo dice que ya que la guerra que vivimos no es carnal (peleado en nuestras fuerzas) entonces las armas tampoco son carnales. Más bien dice que son espirituales (2 Corintios 10) y entonces debemos conocerlas. El apóstol menciona 7 armas (Efesios 6)
– La Biblia
– La oración
– La fe
– La justicia
– El evangelio
– La salvación
– La verdad
Acompáñame a Mateo 4.1-11 y estudiemos hoy una de estas armas: La Espada (La palabra de Dios) Mientras leas, ve respondiendo estas preguntas:
1. ¿Cuál es la actitud de Jesús en esta historia, defensiva u ofensiva?
2. Nota cuantas veces Jesús dice: “ESCRITO ESTA”
3. ¿Cómo sabía Jesús lo que estaba escrito en la Biblia?
4. ¿Consideras esto una batalla espiritual?
5. ¿Cómo termina la historia?
6. Lee Santiago 4.7 y compáralo con lo que le sucedió a Jesús
7. ¿Qué dice Santiago que tenemos que hacer con el diablo?
8. ¿Cómo resistió Jesús al diablo?
9. ¿Qué medidas puedes tomar para estar armado como Jesús lo estuvo?
Termina en oración pidiéndole a Dios que te recuerde lo importante de estar preparado para la batalla. Recuerda que es momento de decidir si entras a la guerra ahora o esperas a ser lastimado por el enemigo.