El ministerio profético de la iglesia
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septiembre 22, 2016Algunas de las historias más tristes que ha vivido la iglesia tienen que ver con líderes que caen en pecado y producen una gran vergüenza al pueblo de Dios. ¿Por qué sucede esto? ¿Cómo es que llegan a eso?
Si has vivido de cerca el ver caer a un líder yo sé que duele. Recuerdo cuando un famoso predicador, que era muy respetado cuando yo era niño, cayó en adulterio y su caída fue usada por la televisión como burla para la iglesia. Al principio nadie podía creer que esto fuera verdad y hasta me acuerdo que mi mamá no podía creerlo aún después de que él mismo lo reconociera llorando por televisión. ¡Qué dolor! Pero era obvio que el problema no había comenzado el día que la noticia salió a la luz.
Nadie con su equipo mental funcionando se levanta un día y dice: “Hoy voy a hacer un desastre con mi vida, voy a lastimar a mucha gente y voy a hacer quedar mal a Cristo”. Todo comienza poco a poco. Mucho antes de que nadie se entere. Empieza con un flojo “sí” en un momento de soledad. Emerge de a poco adentro del corazón descuidado.
Dios me ha dado el curioso privilegio de trabajar en muchos sectores del cuerpo de Cristo. He pastoreado en distintos países, para diferentes denominaciones, he trabajado para distintas organizaciones y hoy viajo por el mundo compartiendo con líderes de todo tipo. Al tener está posibilidad de ver al hombre en acción puedo notar los siguientes problemas como potenciales puertas a una caída estruendosa.
Líderes que se creen superados
Aún el más respetado ministro de la palabra tiene que reconocer que es un pecador. Somos pecadores y, a menos que Jesús estuviera equivocado, no hay bueno ni aun uno (Mateo 19:17). Sí, ni siquiera ese de traje raro que siempre está conmovido y haciendo milagros en TV es justo por sus propios méritos. Todos tenemos una necesidad desesperada de Dios y no podemos confiar en nuestra propia justicia. “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10:12). El que cree estar exento de pecar ya abrió una puerta peligrosa. Además Mr. Satán tiene a los líderes como blanco preferido y la Biblia es clara en prevenirnos que el diablo está atento a nuestros pasos y por eso nosotros tenemos que estarlo aún más.
Líderes que están totalmente solos
Muchas veces el liderazgo genera soledad. Ya sea porque uno se va de misión a otro lugar o porque está en el tope de una congregación y generó una plataforma donde nadie te puede decir nada negativo, muchos se quedan solos en el liderazgo cristiano. Así, muchos se han alejado de todo contacto con la civilización y viven en la burbuja de su ministerio unipersonal. El problema es que a la llegada de la tentación están solos también y no tienen de quién agarrase. Todo en ellos es tan misterioso, secreto y solitario que pronto solo cuentan con su propio criterio para discernir lo que está bien y mal y eso puede ser muy engañoso. No importa lo importante que sea un líder, todos necesitamos amigos que nos sostengan, que puedan decirnos cuando consideran que estamos equivocados y que nos llamen la atención si estamos en terreno peligroso.
Líderes que tienen demasiado miedo a reconocer sus debilidades y tentaciones
En muchos círculos cristianos existe el mito del súper líder. Esto fue creado por una generación que nunca hablaba de sus debilidades y pecados. Uno los escuchaba y jamás había nada negativo en sus vidas. Todo era ejemplar y no tenían ninguno de los problemas que tiene el resto de los humanos (todavía esto es cierto en algunos sectores y sobre todo en la televisión evangélica). Esto encima se vio agravado porque hemos sido el único ejercito que mata a sus heridos. ¿Cómo? Muchos líderes han visto cómo otros han sido avergonzados por la iglesia en vez de ser ayudados y restaurados al estar en pecado. Entonces tienen miedo de confesar su debilidad. Recordemos que Jesús dijo que tire la primera piedra el que no tiene pecado. Un Jesús que estuvo atento a corregir, pero siempre con amor.
El camino de salida a este problema es que se levante una generación de líderes con autenticidad y transparencia. Yo soy un pecador y todavía hay cosas de mi carácter que me cuesta controlar. He tomado decisiones en el ministerio que han estado equivocadas y muchas veces he actuado con motivaciones erradas. Al reconocer eso quedo menos expuesto a crear una barrera de hipocresía que impida que otros demanden cuentas de mi vida y ministerio.
Demasiada exposición sin lugar para el refresco
No es fácil ser responsable del crecimiento espiritual de otras personas. Algunos líderes pasan todo el tiempo dando sin separar un tiempo para recibir también. Esto los debilita y fastidia. Muchas de las historias de caídas de líderes dan cuenta de que fueron en momentos de defensas bajas. Y si a la responsabilidad natural del liderazgo le agregamos fama, viajes y una agenda descomunal, el refresco se necesita con más urgencia. Separar tiempo en familia, buenas vacaciones y también nutrirse del ministerio de otros previene un estado de debilitamiento.
Claro que hay mucho más por decir pero por ultimo me gustaría ayudarte a responder una pregunta que es muy importante:
¿Qué puedo hacer si conozco a algún líder que está en pecado?
Ayudarlo confrontando su pecado. Cuando le señalas su pecado a alguien con amor le haces un favor. Pero primero vístete de misericordia, no sea cosa que la confrontación tenga que ver con tu motivación de hundir a esta persona, mostrar tu espiritualidad, cuidar tu reputación o cualquier otra razón que no sea la de ayudarla y edificar el cuerpo de Cristo. Haz exactamente lo que entiendas que Jesús hubiera hecho. Habla en privado y si no hay progreso habla con un testigo. Si te encuentras con que además del pecado hay hipocresía que pretende quedarse así, entonces sí tienes que hablar con otros líderes y denunciar el pecado. ¿Y si yo he sido la persona herida por ese pecado? Debo hacer lo mismo pero además perdonar. No hay otra llave para liberar tu corazón y el de esta persona.