¿Cómo utilizar mejor las herramientas con los jóvenes?
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septiembre 22, 2016Según recientes estudios de mercado no hay virtud más destacada en lo que refiere a las empresas que la innovación. Las organizaciones que crecen y generan ganancias son aquellas que cuentan con esta prenda lujosa, muy difícil de aprender en la universidad o de adquirir en el mercado. La innovación es condición “sine qua non” para permanecer en la cima y creciendo, pero no sólo eso. También es condición obligatoria para permanecer con energía y entusiasmados.
A nadie le gusta hacer siempre lo mismo. Necesitamos la novedad, la actualización y los resultados. No creo que los seres humanos hayamos sido concebidos para funcionar como engranajes de un reloj, con precisión pero también previsibilidad. Necesitamos la sorpresa.
Por eso los cristianos nos encontramos ante una paradoja: Por un lado, no queremos abandonar los senderos antiguos, esas enseñanzas y tradiciones que están tan arraigadas y tan relacionadas con nuestra identidad. Quizás no queramos admitirlo, y aún no veamos a nuestras costumbres como tradiciones, pero las amamos, y nuestra manera de hacer las cosas (esa que aprendimos desde la niñez, con aquellas personas tan queridas) siempre nos parece “la más normal”. Por el otro lado, tenemos este hambre por la innovación que nos hace sentir insatisfechos.
¿Cuál es la solución? No me gusta dar fórmulas mágicas, pero aquí hay una simple lista de algunas cosas que yo mismo sigo aprendiendo:
Debo depender del Espíritu Santo y no de mis hábitos, cuestionando todo lo que hago. ¿Por qué lo hago, o por qué no lo hago, y por qué no lo hago diferente?
Debo mantener una actitud de aprendizaje, y la clave para esto es ser proactivo al respecto, escuchando sugerencias e ideas de otros. Algunas empresas y también iglesias y ministerios dejan de crecer porque sus líderes se han conformado con lo que ya sabían y hacían. Ninguno de ellos lo va a admitir, pero se dejaron atrapar por lo seguro, por la rutina, y por la reacción a los problemas en vez de la práctica de la visión estratégica.
Debo rodearme de gente diferente a mí. Creo que es fundamental relacionarse con gente más sabia, mucho más rica, mucho más pobre, conectada con conocimientos y aún con un tipo diferente de espiritualidad totalmente distinta a la mía. Si algunas de estas relaciones me faltan estaré perdiendo un filo para mantenerme innovando.
Debo siempre distinguir lo esencial de lo metodológico. Nada de lo sagrado en la Palabra de Dios debe cambiar. Tengo que seguir promoviendo los valores y enseñanzas de las Sagradas Escrituras, pero tengo que saber diferenciar qué es parte de las tradiciones de la Iglesia y cuánto puedo innovar en la manera de comunicar esas verdades.
¿Quién necesita innovación? Yo, y de manera urgente. La iglesia, y de manera urgente. Y todos los cristianos, de manera urgente. La necesitamos para mejorar nuestros resultados y la necesitamos por esa necesidad que surge de vivir constantemente al lado de un Dios creador que sigue haciendo cosas nuevas.