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octubre 1, 2020Como en toda relación cercana, en la relación entre padres e hijos, dialogar correctamente es el triunfo de la armonía. Que tus hijos se te acerquen a contar un problema, o mejor aún una tentación, ya es parte de la solución, por eso es vital aprender a cuidar el diálogo y que nuestros momentos para hablar con ellos no sean monólogos.
Demasiados padres e hijos se quejan de que “parece que hablamos idiomas diferentes” y esto tiene solución si ambas partes colaboran, pero sobre todo si los adultos de la relación somos los que tomamos la iniciativa y damos el ejemplo.
¿Qué podemos hacer? Aquí van algunos “no-nos” (sí, porque son dobles no) que todos debemos aprender:
- Hablarles fuera de control. Salirse de las casillas cuando tus hijos tienen un ataque de adolescencia, siempre hace aparecer un conflicto en el pronóstico, y cuando esos momentos llegan no es el momento de tratar de dialogar ni de recordar las otras cosas que se fueron acumulando hasta ese instante de hervor. Lo que debemos hacer es calmarnos y hablar de lo que nos saca de casillas pero en un momento en el que estemos en ellas. Así crearás la ocasión propicia para que te escuchen porque contrariamente a lo que algunos creen y practican, esos momentos de gritos descontrolados te hacen perder autoridad en lugar de ganarla.
- Evitar el enfrentamiento. Además de confiar en el sentido común, los padres cristianos podemos confiar que el Espíritu Santo nos irá guiando a discernir cuándo una determinada conducta merece ser detenida con prontitud o vale la pena pasarla por alto un tiempo. Pero lo que nunca es bueno de hacer es postergar la corrección solo por evitar el enfrentamiento. Este miedo al enfrentamiento solo suele provocar enfrentamientos más dramáticos cuando cruzamos la línea del hartazgo o simplemente tenemos un día “con la mecha corta”. Recuerda esto: tu trabajo como padre no es ser popular, sino hacer lo que es mejor para tus hijos y eso incluye corregirlos. (Hebreos 12:6-7)
- No respetar su intimidad. Creo en la supervisión de nuestros hijos y los míos te dirían que en mi casa no nos gustan los secretos, pero en la medida que van creciendo los padres tenemos que aprender a delegarles la autonomía de desarrollar sus gustos y espacios personales. Su habitación es su santuario y es bueno darles libertad de hacer cosas que en otro sector de la casa no les dejarías, incluso sería mejor que las correcciones y discusiones no comiencen o terminen en su habitación, porque ese es su territorio y no el espacio común, y es bueno que sea así. A Los límites los ponemos los padres pero en la medida que crecen y cumplen, es bueno enseñarles a pelear por lo que desean de la manera correcta y cederles responsabilidades junto con los derechos que reclamen, como el de la intimidad.
- Sermonear recordando tu adolescencia. Lamento ser el que te lo diga, pero a tus hijos adolescentes les importa muy poco lo que hacías y no hacías cuando eras adolescente y los límites que te pusieron tus padres. En algún día de brillantez te harán preguntas al respecto, pero interesarse en tu juventud será algo que vendrá cuando ya sean más adultos y no justamente ahora que están en la etapa de edificar su identidad intentando encontrar referencias distintas a la de sus padres. A los adolescentes les cae mal que los compares con otras personas y mucho más si los comparas contigo. Digiérelo: Tu mundo fue distinto, pero eso no es culpa de tus hijos.
¡Ánimo! Ser padres de adolescentes no es fácil pero no eres la única persona con este dilema y Dios está de tu lado para ayudarte.
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