Los tres elementos indispensables para el éxito
septiembre 22, 2016Dios nunca deja de amarte
septiembre 22, 2016¿Se acuerdan quién nos invitó en la Biblia a observar los lirios del campo y las aves de los cielos, para profundizar en el concepto de la providencia de Dios? ¿O quién comparó a los bueyes que trillan, con los obreros del evangelio? O cómo no olvidar a aquel enamorado que no encontró mejor inspiración en relación a su amada que compararla con las “yeguas de los carros del Faraón”
Deseo hablarles acerca del equilibrio y la prudencia que necesitamos como cristianos y tomando la introducción anterior, les invito a estudiar algunas características de tres aves que nos van a sorprender y lo familiar que nos parecerán.
“No seamos gallos”
– El gallo es un ave muy curiosa a simple vista, pues tiene alas pero no vuela. Se siente mucho mejor en su hábitat -la tierra- comiendo gusanillos y persiguiendo a los niños.
– Posee una curiosa protuberancia en su cabeza, llamada “cresta” que le hace sentir muy orgulloso, pues hace parecer que tiene capacidad cerebral “extra”.
– Además le gusta estar solamente con las gallinas y si otro gallo se acerca a sus dominios, de seguro terminará en una pelea “a muerte”, que definirá quién es el más fuerte.
– Le gusta creer que es el único que entiende mejor los tiempos y las horas, pues se da el trabajo de despertar a los demás cantando en “fa menor”.
Hoy podemos ver a muchos gallos en nuestras congregaciones que se engañan a sí mismos. Dicen creer en el Dios soberano y poderoso, pero en el momento de confiar en Él sobrenaturalmente prefieren no ocupar sus alas. Su evangelio puede ser solamente una empresa social o un mero discurso filosófico, pero no es más que eso.
Además son muy inteligentes o por lo menos proyectan serlo. Les rebalsa su cerebro, así como el gallo le sobresale su “cresta”. Por ejemplo, saben exactamente cuántos goles metió Moisés en su primer partido de fútbol (cosa que cualquier terrícola normal pasaría de largo al leer la Biblia) algunos les encanta hacer gala de sus diplomados en “ingeniería electro- hidráulica- industrializada con sistemas de irrigación ínter- espacial en segundo y tercer grado, con una mención especial en energía nuclear- genético- atmosférica” . Lo lamentable de ellos es que poseen datos para creerse superiores y no para servir y edificar a su prójimo, por eso que les encanta convivir con gallinas, es decir, con personas que son inferiores o más débiles, porque si entra en su perímetro algún individuo con una capacidad intelectual o de carisma igual a la de él, irremediablemente es motivo para declarar la guerra.
También les encanta tener la voz de mando y creerse el reloj de Dios, pero no saben que para lo único que son buenos es para “dar la hora”.
“(…) A cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura”. Romanos 12:3
“Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo. Pero si alguno ama a Dios, es conocido por Él”. 1 Corintios 8:2,3.
“No seamos cóndores”
En la otra esquina del cuadrilátero están los cóndores, que también poseen características muy particulares:
– Le encanta volar, tocando las nubes a más de tres mil metros de altura. No es muy diestro en el suelo, aunque se engaña a sí mismo, porque al momento de sobrevivir, necesita de los productos de la tierra.
– Al extender sus alas, puede alcanzar una longitud de tres metros. Pero lo curioso es que su cabeza, en proporción a sus alas, es bastante pequeña.
– No discierne lo que come, pues la “carne podrida y con gusanitos” le sabe igual a pizza que un exquisito bocado de carne fresca.
– No se caracteriza por ser un ave muy condescendiente con sus parientes. No es muy comunitario y le gusta experimentar sin compañía sus “voladas”.
Una cosa es ser “espiritual” (es decir, identificarse con el Espíritu Santo en todas las actividades diarias, tanto en los estudios y trabajo como en la casa. Orando como jugando al fútbol, tanto en las alabanzas como en la relación con mi pareja) y otra cosa es ser ” espiritualista”, que es literalmente “vivir en las nubes”.
Los hermanos cóndores buscan comúnmente emociones fuertes que puedan provocar cambios rápidos y crecimientos instantáneos en su vida. Buscan olvidarse de su realidad cotidiana, volando a realidades virtuales, a través de cultos que no tienen el propósito de reconocer el señorío de Cristo, sino hacer sentir bien a la gente.
Los dones más importantes para ellos son el de profecía, milagros, lenguas, visiones, pero no hay espacios para hablar de misericordia, servicio y piedad al necesitado. Fundamentan su relación con Dios en experiencias personales más que en su Palabra. Son como Pedro, Juan y Jacobo, que al ver a su Maestro en esa espectacular transfiguración, junto con Moisés y Elías, quisieron construir tiendas y no bajar del monte, donde se encontraban los otros discípulos, que no hallaban cómo liberar a un chico endemoniado (Mateo 17:1-13). Así, estos hermanos no salen de sus “tiendas” para ver la triste realidad en la cual se halla este mundo. Prefieren cometer el error de los discípulos (Hechos 1: 10,11) y quedar pasmados “mirando al cielo”, esperando que Jesús vuelva a rescatarlos de este mundo pecaminoso, mientras que el Señor ya sabe el camino de regreso y lo que nos manda: ser “testigos”, es decir, viviendo la encarnación de Jesús como modelo de identificación con el que sufre y está perdido y su autohumillación como modelo de servicio y entrega .
Es muy común escucharles hablar en contra de la razón, pues el ser racional para ellos equivale a apagar el Espíritu, por eso es que lo primordial para ellos es tener alas gigantescas y un cerebro que aún no han estrenado, eso los conlleva a no discernir lo que se les predica, pues pueden gozarse escuchando una buena enseñanza, como al diablo mismo desde algún púlpito.
Pero el modelo más espiritual de predicador según el cóndor, no es el que interpreta bien las Escrituras, sino el que más grita, salta, llora, el que sale más seguido por televisión o radio y tiene un carisma atrayente.
Por último, al hermano cóndor le gusta la comunidad, sin comunión. Por ejemplo, es muy dado a compartir en congresos, vigilias, mega reuniones y sentirse ministrado por Dios, pero no está muy dispuesto a fomentar amistades profundas con alguien, a no ser que ese alguien, pueda proveerle algún beneficio personal , ya sea amoroso, de status, económico, etc.
” Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios que es vuestro culto racional”. Romanos 12:1
“el ingenuo todo lo cree; el prudente mide bien sus pasos”. Proverbios 14:15 (Rv.95)
“…Erráis ignorando las escrituras y el poder de Dios”. Mateo 22:29b
Seamos Gansos…
Quiero referirme específicamente al ganso migratorio de cuello negro, que es un ave muy interesante.
– Se les puede ver en la tierra y además son muy buenos en el aire, ya que recorren muchos kilómetros, buscando tierras cálidas.
– Son muy amistosos, pues no solamente comparten con sus comunidades, sino que son muy abiertos y tolerantes, para compartir con otras comunidades de aves.
– Cuando vuelan, lo hacen en comunidad, imitando la figura de un “delta”, ya que en equipo, pueden recorrer 70 por ciento mas rápido las distancias que solos.
– Por las leyes de la física, el ganso que vuela en el ángulo, se cansa más luego que el resto, ya que es más fuerte el viento en esa posición, por eso que al agotarse, los que van al extremo que solamente planean, auxilian a sus compañeros agotados, intercambiando el puesto y sobrellevándose las cargas de otros.
– Cuando uno de ellos cae herido, inmediatamente dos de sus compañeros lo acompañan y no lo dejan, hasta que este se recupera o muere.
Cuando hablo de esta ave, me acuerdo del apóstol Pablo, que era tan inteligente y erudito, que podía charlar con filósofos y citarles algunos escritos y autores griegos ( Hechos 17:16-34). Y además podía hablar con tanta autoridad de cómo ser sabios en usar de la mejor manera los dones espirituales (11 Corintios 12-14).
Este hombre sabía de visiones y vivencias extraordinarias, pero no las ocupó como marketing para acaparar adeptos ( 2 Corintios 12: 1-13).
Pudo sanar enfermos por obra sobrenatural de Dios, pero cuando el Señor no le permitió esa bendición con otros, le aconsejó el tomar medicamentos (1 Timoteo 5:23).
Para él, la predicación de la Palabra no estaba exenta de la ayuda al pobre, porque la obra social, también es evangelio (Gálatas 2:7-10). Sin duda Pablo fue un hombre espiritual, con los pies bien puestos en la tierra.
Así también debemos buscar el equilibrio en nuestras vidas, saber compartir con aquel que no piensa igual a mí, pues he visto que los más intolerantes son los más inseguros de lo que creen. O sea, saber compartir con el “samaritano” y con el “publicano”. Además debemos saber trabajar en equipo, sobrellevando los unos las cargas de los otros y así estar dispuesto a lavar los pies del hermano que en su caminar ha caído, pues los pies siempre se vuelven a ensuciar (Gálatas 6: 1-2).
Aunque podría estar mucho tiempo más detallando algunas otras especies, como el “hermano Camaleón”, que es muy diestro en camuflarse en diferentes hábitat. O el hermano “ornitorrinco”, que al conocerle, nunca sabes cómo definirlo, pues tiene cuerpo de castor, pico de pato, patas de ganso y cola de marmota. Solamente quise ilustrar a estas aves, para que cuando algún hermano de la iglesia nos pregunte quiénes somos, le digamos con toda seguridad:
“No soy gallo, ni soy cóndor… soy un ganso”