Tus preadolescentes y los límites
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junio 15, 2020Orar en voz alta puede intimidar, especialmente a los niños que son nuevos en la fe. Sin embargo, orar juntos puede ser una de las experiencias más alentadoras y que más estrecha vínculos en tu grupo. Como líder tendrás el privilegio de guiar a tus alumnos en oración—posiblemente por primera vez– ayudándolos a aprender a hablarle a Dios (y a escucharlo). Aquí hay algunos consejos:
1. Anima a los niños a orar repitiendo tu oración más que dándoles instrucciones.
Como la mayoría de los adultos, los chicos tienden a pensar que orar requiere de un lenguaje o de un tono de voz que ellos nunca usan en la vida diaria–generalmente profundo y grave, con muchas palabras no usuales y formales. Frecuentemente es así por lo que han observado en la iglesia. Tu propio ejemplo demostrará que esta formalidad no es necesaria y que pueden simplemente orar con sus propias palabras. Cuando Jesús enseñó sobre la oración, usó el Padre Nuestro como guía. Los animó (y nos animó) a orar simple y directamente, en lugar de parlotear usando muchas palabras (Mateo 6.7). Jesús con frecuencia se dirigió a Dios como Abba, palabra que al ser traducida del griego significa “papito” más que “padre.” Dios desea que nosotros seamos francos y nos dirijamos a Él en forma íntima. Tal vez te sientas cómodo con un cierto estilo de oración, y está bien. El punto aquí es mostrar a tus chicos que sus oraciones pueden ser personales y simples. De modo que, si puedes orar simple y naturalmente con ellos, verán que está bien orar de manera similar dentro y fuera de tu grupo.
2. Aclara que la oración es hablarle a Dios y no hablarnos unos a otros.
Algunos chicos se sienten cohibidos al orar en público por primera vez, inclusive si es en un grupo pequeño. De modo que recuérdales antes de orar, que no se están hablando unos con otros, sino con Dios. Una manera de aliviar su inhibición es orar juntos en oraciones de una palabra, o con frases cortas de acción de gracias. Haz que recorran el alfabeto nombrando cosas por las que están agradecidos que comiencen con cada letra. O empieza una oración y permite que tus alumnos la terminen: “Dios, estoy agradecido por…”, o “Por favor ayúdame a…”, etc. Eventualmente, tus chicos llegarán a sentirse cómodos conversando con Dios y podrán pasar largos períodos de tiempo orando juntos. La experiencia de orar en un grupo será la primera para muchos de los chicos, y será su paso inicial para aprender a comunicarse con Dios más regularmente.
3. Ser agradecidos como parte fundamental de la oración.
Cuando resulta difícil orar, es bueno concentrarnos en ser agradecidos. Todas las cosas buenas y las bendiciones vienen de Dios. Asi que, pasar tiempo reflexionando y agradeciendo, es una práctica que nos ayudará a orar con naturalidad y nos enfoca en todo lo bueno que Dios es y hace en nosotros.
4. No pases tu tiempo de oración hablando acerca de por qué cosas orar.
Esta es una trampa fácil dentro de la cual un grupo pequeño puede caer. Teniendo 15 minutos para orar, pasan 12-13 minutos compartiendo pedidos de oración, y de repente se dan cuenta de que sólo les quedan dos minutos para orar. Desafortunadamente, cuando esto se transforma en un patrón, tu grupo termina pasando mucho más tiempo compartiendo preocupaciones, que orando por ellas.
5. Deléitate en el silencio.
Los momentos de silencio durante la oración en público hacen que algunos alumnos (y líderes) se sientan incómodos. Los alumnos generalmente seguirán tu guía. Si tú te sientes cómodo con el silencio, ellos también. Y tú comunicarás a través de tus acciones que estás concentrado en estar en la presencia de Dios. Antes de orar, sugiéreles a los alumnos que usen los intervalos de silencio para orar en silencio. Algunos alumnos se sentirán más cómodos con esto. Hoy en día los chicos tienen muy pocas oportunidades de estar en silencio. Podría ser un tiempo de valor para tu grupo. Además, pasar un tiempo en silencio frecuentemente puede ser la parte más significativa de la oración, porque le dan a Dios espacio para hablar. No sientas que siempre tienes que llenar el silencio con palabras, aun cuando puede ser tentador si tú percibes cierta inquietud en tus alumnos. Es bueno para tu grupo aprender que la oración es más que recitar una lista de pedidos. Al aprender a deleitarse en el silencio tus alumnos aprenderán que la oración es escuchar a Dios tanto como hablarle.
6. Asegúrales que ellos pueden orar libremente.
Cultivas el crecimiento de los preadolescentes en la oración, tanto a través de tu restricción como a través de tu instrucción. Habrá veces en las que tendrás deseos de corregir las oraciones de tus alumnos, pero es mucho más beneficioso para ellos desarrollar confianza en la oración, más que “decirlo bien.” Las oraciones de tus alumnos pueden ser refrescantes para tu propia vida de oración. Con frecuencia te proveen de humor y deleite, como seguramente lo hacen con Dios. Así como Jesús les recordó a sus discípulos, “Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan” (Mateo 19:14), del mismo modo Él nos recuerda a nosotros como líderes de preadolescentes que permitamos que nuestros chicos se acerquen al trono con confianza y gracia. Si algún chico expresa alguna teología particularmente poco feliz durante la oración, no lo corrijas–por lo menos no en esa reunión. Hazte una nota mental para encontrar una oportunidad en el futuro, tal vez durante un tiempo personal con él o a través de una lección o de un estudio bíblico sobre la oración. Trata de no corregir a tus alumnos en el momento en que cometen un error, porque aun cuando se rían, puede inhibirlos para orar libremente en el futuro. Estas clases de errores generalmente se resuelven con el tiempo, a medida que los chicos aprenden más y crecen en su fe. Cuanta más experiencia tengan en la oración, más cómodos llegarán a sentirse–y más íntima será su relación con Dios.
7. Lleva un diario de oración para tu grupo.
Demuestra el valor de la oración llevando un diario de los pedidos de oración de tu grupo pequeño. Tu grupo se va a sentir animado al ver la fidelidad de Dios. Con frecuencia, las preocupaciones de ayer se olvidan o se reemplazan por preocupaciones más apremiantes del día de hoy y perdemos la oportunidad de celebrar la bondad de Dios. De vez en cuando, repasa las maneras en que Dios ha respondido las oraciones de los alumnos o cómo, aparentemente, todavía no las ha respondido. Habla acerca de si sus respuestas fueron o no lo que ellos esperaban. Esto proveerá de una ilustración sobre el propósito de la oración. También enseñará sobre lo mucho que el observar las formas en que Dios trabaja en nuestras vidas cambia nuestra perspectiva. Llevar un diario de oración ayuda a tus alumnos a ver cómo Dios está trabajando en sus vidas. A pesar de que sus respuestas no son siempre lo que esperamos, en general son lo que necesitamos. Los chicos serán testigos de cuán viviente y activo es Dios en sus vidas.
8. Cada semana asigna nuevos compañeros de oración para un apoyo continuo.
Ayuda a los chicos a aprender a orar unos por otros fuera de las reuniones asignando compañeros de oración para la semana. Esto proveerá de un apoyo continuo entre reuniones del grupo pequeño, los ayudará a desarrollar (y a profundizar) sus momentos personales de oración y ayudará a construir amistades más estrechas dentro de tu grupo. Romanos 12:4-5 dice: “Pues así como cada uno de nosotros tiene un solo cuerpo con muchos miembros, y no todos estos miembros desempeñan la misma función, también nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a todos los demás”. Pablo recurre a la analogía del cuerpo humano para mostrar que el apoyo cristiano no es una opción sino una parte integral de nuestra fe. Tus alumnos no siempre tendrán al grupo para que los anime. Pero si ellos se dan cuenta de su necesidad de apoyo a través de la experiencia de tu grupo, habrás hecho una contribución incalculable a sus vidas. Dejarán tu grupo en busca de otros grupos de los que formar parte, y esto los mantendrá afirmados en la fe.
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