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marzo 14, 2024Una buena pregunta que nos podríamos hacer es la siguiente: ¿el liderazgo cristiano nos brinda una posición de privilegio o una oportunidad para servir? Aunque todos sabemos cuál es la respuesta correcta y podríamos recitarla casi en forma automática, en la actualidad podemos observar algunos signos preocupantes.
Mientras en el mundo de la política y los negocios se viene enseñando cada vez más que el liderazgo mayormente efectivo es el liderazgo de servicio, en algunos sectores dentro de la iglesia paradójicamente sigue creciendo la tendencia a ver al liderazgo como una posibilidad de realización personal.
¿Cuál es la primera sensación que se te viene a la cabeza cuando piensas en un líder o un pastor? Sería triste que la imagen mental que se dibuje en tu mente sea la de alguien que está por arriba del resto, que es más importante, que tiene privilegios y que entre otras cosas recibirá respeto y reconocimiento.
En una empresa o en cualquier otro tipo de organización, las personas pueden aspirar a crecer, desarrollarse y de alguna manera ir subiendo en la estructura; pero en la iglesia, nuestro fundador y autoridad máxima se encargó de dejar bien establecido que aquí la forma de crecer no sería escalar posiciones sino servir a los demás.
No sé quién o quiénes han sido tu inspiración para involucrarte en el ministerio. Si te dejaste deslumbrar por algunas personas famosas que sirven a Dios y por todo el “glamour cristiano” que se ve o que uno imagina alrededor de ellos (muchas veces no provocado por ellos mismos sino por los demás), debo decirte que no has arrancado con la motivación correcta.
Ser líder definitivamente se trata de una oportunidad que el cielo nos brinda de poder servir a las personas conectándolas con un Dios lleno de amor que quiere hacer sus vidas mejores. Si te vas a capacitar, si te vas a esforzar para ser cada vez más eficiente, y si sanamente ambicionas crecer, no es para que tu figura aumente de tamaño sino para que Dios pueda llegar mejor y más directo a través tuyo al corazón de la gente a la que sirves.
Aplausos, elogios, honra, pleitesía, admiración y muchas palabras similares no deben estar en el vocabulario de nuestros objetivos; debemos relacionarlas directamente con Aquel que es el único que de verdad merece recibirlas. Es posible que en algún momento del camino coseches algunas de esas cosas, pero jamás vayas detrás de ellas. Y al recibirlas imita la actitud de los veinticuatro ancianos de la escena celestial de apocalipsis: ellos constantemente se sacan las coronas de sus cabezas y las ponen a los pies del Único digno.
Enfócate y concéntrate en servir. De eso se trata el liderazgo cristiano. Dios tiene planes hermosos para las vidas de tus discípulos y te ha puesto a ti como un agente que facilite el cumplimiento de los mismos.
¿Qué pasa con el respeto y la autoridad necesarios para trabajar con personas en esta época tan especial? Vendrán solos producto de tu servicio. Cuando Jesús en la última cena se agachó sacándose el manto y agarrando una toalla para lavar los pies de sus discípulos, ¿crees que perdió su autoridad frente a ellos? Todo lo contrario. La actitud correcta de aquellos a quienes sirves hacia ti vendrá sola con el tiempo mientras los sirves de corazón.
¿Cuál es tu verdadera motivación para liderar? El Dueño del universo y a la vez nuestro máximo modelo de liderazgo dijo una vez: “Yo les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes” (Juan 13:15).
Este artículo fue extraído de la Biblia para líderes de adolescentes .
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Fernando Altare
Director nacional de e625 en Argentina. Autor del libro Ninguna Religión, Contador de profesión y uno de los pastores en la iglesia Brazos Abiertos en la ciudad de Santa Fe.