Los preadolescentes y sus dudas. Un camino a la fe
abril 16, 2024Ayuda a tus adolescentes a tratar con el fracaso
abril 16, 2024Antes que nada, tranquilidad… Nunca olvides que no estás en frente de tus alumnos únicamente para compartirles una clase. Tú estás ahí para pastorear sus corazones. Pastorear no es un evento, una clase o una conferencia. Pastorear es un proceso que toma tiempo y que logras por medio de tu persistencia y capacidad de amar a los niños y de presentarles la grandeza de nuestro Dios. La clase es el pretexto para que Dios actúe en sus corazones de formas inimaginables.
¿Cuál es entonces nuestra parte? Preparar muy bien el tiempo que vas a tener con ellos. Los niños son un gran público, y créeme, tienen un radar detector de clases no preparadas. Cuando un profesor olvida el principio del pastoreo y llega a su clase, sin haber preparado su clase, lo van a detectar muy fácil. Nunca te permitas darles una clase que no preparaste y que no has hecho vida en tu vida. Si tu clase está bien preparada y sostenida en la Biblia puedes tener seguridad de que dará fruto porque la palabra de Dios da fruto. El fruto es un asunto de Dios y la preparación es un asunto de cada maestro.
La Biblia explica este principio en Juan 6:1-14 en uno de los relatos de la multiplicación de los panes y los peces. Piensa en ese niño que dio su comida personal a Jesús. Este niño simplemente fue a Jesús con lo que tenía y el gran maestro hizo su milagro con lo que el niño le dio. Este niño jamás se detuvo a pensar: “¿Cómo va a usar mi comida con tanta gente?”. El entregó lo que tenía y que seguramente para él era mucho, aunque pareciera poco ante la multitud, y Jesús se encargó de multiplicarlo. ¿Te das cuenta? El niño puso lo que tenía y el fruto lo puso Dios. Y ¿qué tiene que ver esto con tus clases?
Piensa que tus clases son tus panes y tus peces. Puedes llegar al gran día con Jesús con las manos vacías; incluso puedes llegar con una lonchera medio vacía: simplemente serías uno más en la multitud, uno de los que escucha y tiene hambre. Si tienes un llamado para enseñar a niños, tú sabes que fue Jesús quien te llamó a preparar a su pueblo para los tiempos que vienen. Llega a tu clase con comida “deliciosa”. Prepárate bien asegurándote que lo que enseñas está anclado en la palabra de Dios y simplemente encárgate de poner esa clase en manos de Jesús. Él se va a encargar de alimentar a miles.
Nunca voy a olvidar a la señora Bonnie Peacock. Ella fue mi profesora de escuela dominical cuando yo era un niño de 5 años. De ella recuerdo su sonrisa y la gracia con la que tomaba el títere de Noé y lo colocaba en el arca para dar la clase. Ella daba lo mejor que tenía y yo amaba el tiempo que pasaba con ella. Sin dudarlo, puedo decir que fue mi primera pastora y recuerdo que siempre dio lo mejor.
Hoy ella está en el cielo, pero sus clases siguen vivas en mi mente y corazón. Ella nunca lo supo, pero su fruto pasó a mí y a muchos de los que compartimos su clase. Creo que su comida se multiplicó más allá de lo que ella imaginó. ¿Qué hizo de ella una gran maestra? Ella preparó sus clases con amor.
De pronto al vernos a mí y a mis amigos quizás pudo tener el terrible pensamiento: “¿Vale la pena lo que hago?” o “Esto que hago ¿sí da fruto?”. Si ella tuvo ese pensamiento alguna vez, nunca la llevó a abandonar la carrera. Persistió y continuó preparando sus clases y hoy, años después, una parte de su fruto está escribiendo estas líneas. ¡Vamos! Toma tiempo, prepárate, ora y habla con corazón y mente y comparte palabra viva de Dios. Él busca a alguien que simplemente quiera dar lo mejor.
Este artículo es un extracto de la Biblia para maestros de niños
Adquiérela aquí.