En busca de la hombría perdida
junio 20, 2017Formando hijos que sabrán remontar vuelo…
agosto 2, 2017Por lo general todas las iglesias tienen clases semanales de educación cristiana para diferentes edades. Clases que pueden duran una o dos horas algún día específico, pero SÓLO una vez por semana. Al tener en cuenta el poco tiempo semanal que los chicos tienen una clase que apunta a principios cristianos, como maestros, no podemos caer en la improvisación o en una clase preparada a las corridas o, lo peor, sin preparar. El tiempo que dediquemos a la preparación de la clase es fundamental.
En primer lugar nos enfrentamos al tema y somos conscientes que para enseñar, primero nosotros debemos ser enseñados. Cuando empezamos a mirar el tema nos tenemos que preguntar: ¿Yo vivo esto? ¿Esta enseñanza es una realidad en mi vida? Para esta pregunta podemos tener tres respuestas:
- “Yo vivo la lección que voy a enseñar”.
- “Estoy en camino, lo estoy aprendiendo”. Si es así, lo puedo compartir con mis alumnos. Es una gran enseñanza y ejemplo saber que el maestro sigue aprendiendo, que no es perfecto, que hay cosas en su vida en las que debe seguir mejorando. Es mostrar la realidad del hijo de Dios, ni más, ni menos.
3. La tercera respuesta es decir: “Esto no lo estoy viviendo, ni quiero ponerlo en práctica”. Si estamos en esta postura, NO enseñemos ese tema. No tendremos la autoridad de Dios para decirles a nuestros preadolescentes “hagan esto” ¡si nosotros mismos no lo hacemos!
Por eso, enseñar la Palabra y preparar una clase, nos debe llevar siempre a la pregunta: ¿Vivo lo que voy a enseñar? Y debemos responderla con sinceridad delante de nuestro Dios.
En segundo lugar debemos dedicar tiempo al estudio del tema. Tomemos el día lunes como descanso, y el martes empecemos a mirar la nueva lección. De ese modo tendremos tiempo para estudiar y conocer el tema, saber el contexto histórico y bíblico en el cual se desarrollan esos sucesos. No es que debamos saberlo todo, pero sí estar preparados para responder a preguntas e inquietudes que puedan manifestar los chicos. Es importante que cuando no sepamos algo, les digamos a nuestros preadolescentes que no lo sabemos, pero que para la próxima clase se lo vamos a averiguar. No debemos dar explicaciones confusas o inventadas de temas que no manejamos. En la semana lo averiguamos y en la siguiente clase damos una respuesta adecuada.
En tercer lugar debemos dedicar tiempo para preparar los materiales necesarios. Podrá ser preparar las copias de las hojas de trabajo o conseguir ilustraciones adecuadas, o hasta podremos precisar “arena” para una clase especial sobre la creación. Lo importante es preparar todo con tiempo y conseguir los materiales necesarios para que nuestra clase se pueda llevar a cabo.
Materiales adaptados a los preadolescentes
Es muy bueno que contemos con algún material que desarrolle algún tema y nos traiga sugerencias de actividades para realizar. Si tenemos que planear cada semana una lección sin ninguna herramienta, será algo difícil de sostener en el tiempo. Los materiales son una ayuda, ya que, por lo general, son elaborados por personas que se han capacitado en pedagogía o que tienen alguna carrera relacionada con la docencia. El estudio les ha dado herramientas para poder elaborar lecciones que apunten a las diferentes edades y con propuestas dinámicas y creativas para enseñar la Palabra de Dios para esta etapa de la vida en particular. Pero, hay que tener en cuenta que la persona que escribió el material no conocía a tu grupo. Por eso, es preciso que adaptemos el material a nuestros chicos y al contexto en el cual ellos se mueven.
Hay actividades que tendremos que cambiar, hay ejemplos que no nos servirán, hay juegos que los tendremos que readaptar, etc. No puedo implementar el libro tal cual ha sido escrito. Necesito adaptar cada lección a mis preadolescentes: en este tiempo y en este lugar. También, en la preparación, debemos estar abierto a las ideas que el mismo Espíritu traiga a mi mente. Me encanta hablar con maestros y líderes para escuchar algunas de las ideas super-creativas que el Señor les ha dado y que han puesto en práctica con sus grupos. Debemos estar siempre abiertos a las ideas que el Espíritu nos traiga que, sin duda, ayudará a que ese tema no se olvide y cale hondo en la vida de los preadolescentes.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]