Los preadolescentes y el pensamiento abstracto
julio 1, 2022Mentorear a nuestros jóvenes inspirados en el modelo de Jesús
julio 1, 2022Cuando terminaron de desayunar, Jesús le preguntó a Simón Pedro:
—Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? —Sí, Señor, tú sabes que te quiero —contestó Pedro. —Apacienta mis corderos —le dijo Jesús».
– Juan 21:15 –
¡Nos encanta ver películas! Sobre todo, aquellas basadas en hechos de la vida real, esas que empiezan con una escena profunda o explosiva, con un fuerte desenlace, un final feliz o dramático; aquellas en las que, apenas nos introducimos en la historia, no podemos creer que ya nos muestren lo que se supone que esperábamos o no.
Pero luego hay un suave corte en la escena y con un texto y una voz suave nos dicen «70 años antes» o «30 años atrás», dependiendo del caso; vemos el desenlace, pero no la historia o el proceso para llegar hasta ese momento.
Si estuviéramos observando una película de la vida de Pedro, creo que este versículo de Juan 21:15 sería la escena con la que comenzaría la historia: un amanecer, el despuntar del alba, una fogata humeante, peces y el olor a pan recién hecho.
De hecho, nos resulta tan impresionante esta escena que en la sala de nuestra casa tenemos un cuadro pintado al óleo con esta imagen, y es uno de esos cuadros que nos recuerdan siempre un mensaje y que quisiéramos que lo recuerden aquellos que visitan nuestro hogar. Pero para adentrarnos y dimensionar el significado de estas palabras, tendríamos que remontarnos al inicio de la historia de la vida de Pedro y su primer encuentro con Jesús:
“Tres años antes…”
Cuando Jesús y Pedro tuvieron uno de sus primeros encuentros, Pedro y sus compañeros habían estado toda la noche tratando de pescar y no habían tenido éxito. Jesús, un carpintero de profesión, les dio instrucciones y gracias a ellas realizaron una gran pesca (parece que aunque Pedro era un gran pescador no le iba muy bien últimamente, como podemos leer en Lucas 5:1-11).
Luego de un tiempo de amistad, hay registros bíblicos que dejan entrever que Pedro tuvo la brillante oportunidad de demostrar que utilizaba muy bien sus palabras en los momentos exactos, amagando con convertirse en un gran predicador. Pero no fue así: él normalmente hablaba y actuaba antes de pensar (Marcos 8:32-33).
Uno podría imaginarse a un Pedro fornido, con grandes aptitudes físicas, un gran atleta, pero tampoco era el caso, ya que cuando él y Juan se enteraron de la resurrección «ambos fueron corriendo, pero como el otro discípulo corría más aprisa que Pedro, llegó primero al sepulcro» (Juan 20:4).
Jesús empezó a trabajar con Simón y le dijo: «Tú serás Pedro» («piedra»). Pedro tenía algunas actitudes que debían ser tratadas para que llegara ser el hombre que marcaría al cristianismo para siempre. Lo que ocurrió con él puede suceder contigo.
Aun así, Jesús lo incluyó en su círculo íntimo de amigos, y en los tres años de ministerio de Jesús, Pedro fue uno de los que más compartió con él. Cuando llegó el momento crucial en el que Pedro debía demostrar su lealtad y la fortaleza de su amistad, se desmoronó, dejando que el viento se llevara sus palabras y negó a Jesús, traicionándolo y abandonándolo ante una situación que ameritaba que él estuviese al lado de su Maestro.
¿Quién no ha tenido episodios similares a los que vivió Pedro? ¿Qué pasa cuando haces tu mejor esfuerzo y el resultado es el peor? Estamos seguros de que más de una vez te ha pasado. En la vida de Pedro esto estaba volviéndose una constante.
Luego de la crucifixión y muerte de Jesús empezó un nuevo amanecer en la vida de Pedro, ya que la mañana de la resurrección
venía cargada con un montón de sorpresas inesperadas. Así como con él, también puede surgir una nueva oportunidad que cambie el relato de tus últimas temporadas.
En el ámbito artístico, se conoce como boceto a la serie de líneas o trazos que se realizan con el fin de establecer la apariencia general de una pintura. Este concepto también es aplicado para otras expresiones artísticas como la escultura y la literatura, aunque en esta última es preferiblemente llamado «borrador».
De igual forma, el boceto puede ser la planificación o plan de acción que conlleva un proyecto. Esa mañana, una conversación empezó a trazar un nuevo boceto de lo que sería la vida de Pedro; esos nuevos trazados indicaban que su pasado no definiría su presente y mucho menos condicionaría su futuro. Lo que había vivido hasta ese momento era apenas un primer boceto de lo que sería su vida. El proceso creativo apenas iniciaba, y en nuestras vidas puede ser igual. No te apresures en juzgar tu historia, puede que sea apenas el primer borrador. A veces, lo bueno que viviremos recién empieza donde creemos que todo llegó a su fin.
Dibujar, tachar, borrar, volver a dibujar
Por eso, mirar al futuro y empezar a crearlo demandará algunas cuestiones inevitables de nosotros: se trata de dibujar, tachar, borrar, volver a empezar y redibujar el futuro. Esta será una constante que necesitaremos manejar con todas sus variables. Planificar y asumir los riesgos de accionar son dos caras de una misma moneda. Cuando decidimos qué carrera universitaria seguiremos, asumimos un riesgo; son años de estudio que no sabemos cómo los solventaremos, pero tomamos la decisión de matricularnos y confiamos en que las demás situaciones se ordenarán en el camino.
Cuando aceptamos un trabajo asumimos el riesgo de involucrarnos en el desafío de realizar la tarea asignada, y aunque no tenemos la certeza de que realmente todo irá bien, lo hacemos creyendo en que es una oportunidad que no podemos dejar pasar.
Asumimos riesgos cuando le declaramos nuestro amor a esa persona tan importante en nuestra vida, y más aún cuando le proponemos matrimonio; nos arriesgamos cuando emprendemos un negocio, cuando perdonamos y cuando decidimos amar.
La vida está llena de desafíos que requieren que planifiquemos y, a la vez, que estemos preparados para lo inesperado. Por eso escribimos estas líneas, para guiarte a esbozar el mapa de tu vida y para que seas consciente de algunas variables que pueden presentarse durante la travesía.
Si no te enfocas en construir tu futuro, siempre regresarás a tu pasado… Afronta un día a la vez, sabiendo que trabajo, enfoque, sacrificio y humildad ¡no tienen sustitutos!
Queremos animarte a imaginar y a ponerte en movimiento, a que no te quedes varado ni a la deriva, a que enfrentes el hoy con la mente puesta en que cada día es una nueva oportunidad, y esa nueva oportunidad comienza o muere en tus pensamientos.
Recuerda: las historias más inspiradoras siempre tuvieron los comienzos más desesperanzadores, y los grandes sueños tuvieron los más remotos comienzos. A través de la historia de Dios en las Escrituras encontraremos que él obra en los pequeños inicios para desembarcar en grandes resultados. Vemos un patrón que se repite en las narraciones: pequeños pasos de fe que marcaron camino a gigantes temporadas en la historia.
Todo siempre tiene su momento de génesis, el instante donde imaginas y concibes un sueño, una idea, un destino. Quizás no impresionaría a nadie en su etapa inicial, pero incuba un gran impacto si lo protegemos hasta el final.
Este artículo fue extraído del libro Imaginiería de Paolo y Karen Lacota
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