Soltera y completa
marzo 6, 2024Liderar desde el servicio
marzo 14, 2024¿Quién de nosotras no desea con fuerzas la felicidad? ¡Todas la queremos en nuestras vidas! Queremos ser felices en el amor, en el trabajo, en nuestras relaciones, y es por ese motivo que iniciamos una incansable travesía en su búsqueda. Buscamos la felicidad absoluta pero lo que descubrimos es que no es una constante, sino que es una variable cuando de momentos se trata. Es que, todas vivimos momentos felices y placenteros, pero no siempre es así; ojalá fuera tan sencillo como ir a una tienda y seleccionar los artículos de un aparador.
Considero que descubrir quién eres es el factor fundamental para experimentar un estado de constante satisfacción personal sin importar las vicisitudes de la vida. ¡Te vuelves mucho más segura de ti! Lo que sucede cuando te defines a ti misma en tu personalidad, en tus habilidades y en tu manera de ser es que puedes comprenderte y profundizar una relación intrapersonal para que finalmente descubras lo que tienes que hacer. Es increíble que podamos dar lo mejor de nosotras mismas y hacer que nuestro mundo interior y el de los demás se enriquezca.
Para que llegues a desarrollar lo mejor de ti no basta que solo conozcas ciertas partes de tu vida en profundidad, necesitas conocerte íntimamente para que puedas definirte, entenderte y ayudarte, porque si sabes quién eres descubres la misión de tu vida, los propósitos divinos que te hacen fuerte y te dan un sentido profundo de valor personal, por lo que nada podrá moverte ni hacerte tambalear y dudar cuando determinas lo que deseas alcanzar. Cuidar la apariencia, cómo está el cabello, cómo están las uñas o cómo estamos de peso son algunos de los indicadores que usamos para evaluar cómo nos vemos físicamente. Sin embargo, no estamos tan acostumbradas a realizar con esa misma constancia una evaluación sobre cómo estamos por dentro.
En ocasiones pensamos que es un ejercicio para reforzar la autoestima de niños y adolescentes y de aquellos que han pasado por grandes situaciones complicadas, y quizás esta sea una de las razones del por qué algunas están tan limitadas en el desarrollo de sus capacidades.
Cuando tenía unos meses de vida estuve al borde de la muerte, según me contaron mis padres. Si bien no recuerdo esa experiencia, la misma me hizo pensar desde pequeña en que seguramente tenía una misión que debía cumplir, razón por la que Dios preservó mi vida. De esa manera, conecté ese momento con mi futuro (de hecho, creo que fue una forma de responder a la pregunta de quién soy y por qué razón estoy aquí); estaba segura de que era especial y que Dios me había escogido para algo mayor que yo misma.
¿No te parece increíble encontrar algún punto de tus experiencias que conecten tu vida con tu propio valor y propósito? Posiblemente mucho de lo que viviste y te marcó tenga relación directa con tu propósito, solo que debes descubrirlo. Cuando Dios llamó a Moisés en medio de la zarza ardiendo, lo instruyó diciendo que diga al Faraón que «el Yo Soy me ha enviado a ustedes»; con eso estaba demostrándole que su naturaleza no cambia y que tenía capacidades únicas.
A Abraham le dijo: «Yo Soy el DiosTodopoderoso»; al pueblo de Israel le dijo: «¡Israel, mi escogido! Solo Yo Soy Dios, el Primero y el Último». Jesús dijo: «Les digo la verdad, ¡aun antes de que Abraham naciera, Yo Soy!». Muchas veces Jesús se refirió a sí mismo de esa manera, y si para Dios fue importante que Moisés y todo el resto supiéramos quién es Él, seguramente también considera que es importante que sepamos quiénes somos nosotras o, mejor dicho, qué colocó en nosotras.
Que sepas quién eres define lo que tienes, tu personalidad, tus habilidades, lo que por consiguiente determina tu actitud. Déjame explicarte desde el ejemplo de Jesús:
- Él es vida y otorga vida («Yo soy la resurrección y la vida»)
- Él nos enseña («Ustedes me llaman Maestro y Señor; y tienen razón, porque lo soy»)
- Él es luz («Yo soy la luz del mundo»)
- Él es el pan de vida («Yo soy el pan de la vida, el que viene a mí no tendrá hambre»)
- Él da a conocer al Padre («Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí»
- Él es nuestro Salvador («Yo soy el Hijo de Dios»)
A partir de la Palabra de Dios conocemos quién es Jesús, nos habla de su personalidad, de su poder, de sus deseos, de sus sueños, de sumisión y nos permite conocerlo en profundidad. Del mismo modo, al ser hechas a su imagen y semejanza, también poseemos todo el potencial para que cumplamos con la misión que nos dejó. Un dato muy importante es que en la Biblia también se encargó de dejarnos en claro cuál es nuestra verdadera identidad; después de todo —y, sobre todo—, lo que Él dice es la verdad respecto a nosotras.
- ¿Quieres ser completamente libre, segura y valiente? ¡Ya lo eres!
- ¿Quieres ser eficaz para hacer mucho más? ¡Ya tienes el poder de Dios!
- ¿Quieres ser valiente para enfrentar la vida a pesar del miedo? ¡Es posible!
- ¿Quieres ser bella? ¡Lo eres, ya que al ser bella por dentro también lo eres por fuera!
- ¿Quieres ser auténtica? ¡Pues así es, porque la verdad está en ti!
Profundizar en tu identidad y conocer bien tu diseño interior te ayudará a ser consciente de tus capacidades para lograr mejorar y disfrutar de lo que Dios te regaló: ¡la vida misma! Además, te facilitará reconocer lo que tienes para dar a los demás. Somos mucho más felices cuando damos a otros; eso nos agrega valor, porque lo que yo tengo puede bendecir a otros.
Este artículo fue extraído del libro Decisiones de mujer, de Karen Lacota.
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