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junio 3, 2025Destino Infinito
junio 3, 2025El duelo es el nombre que recibe el tiempo de sufrimiento provocado por una gran pérdida. El duelo no solo se limita a la pérdida causada por la muerte de un ser querido; puede ocurrir tras muchos otros motivos, como la ruptura de una relación, un aborto, la pérdida de un empleo o de algo muy valorado.
El duelo es el proceso para sobrellevar estas pérdidas. En estas páginas hablaremos del duelo por la pérdida de un ser querido. Para el procesamiento de un duelo se considera la cercanía del vínculo, la edad, la causa de muerte, la suma de las pérdidas, entre otros. El dolor de la pérdida desemboca muchas veces en un transitorio cuadro depresivo.
Élida y yo (escribe Daniel) hemos pasado nuestro proceso de duelo. Por nuestras profesiones tratamos, asistimos y acompañamos a personas en duelo. Cada persona transita el duelo como puede. El duelo no es igual cuando se trata de la muerte repentina de una persona sana que el de una persona con una enfermedad crónica, lenta, progresiva y anunciada. Por regla general, la muerte de un ser querido siempre es dolorosa, aunque por un momento nos sirva de consuelo el alivio del dolor del que partió a la eternidad.
La palabra “duelo” proviene del latín dolus que significa dolor. No es dolor físico, es emocional; es el sufrimiento del alma, es intenso e inevitable. El dolor del alma es la respuesta emocional normal ante la muerte de un ser querido; este se expresa con el sentimiento de tristeza, angustia y lágrimas.
El duelo es una crisis existencial. En ningún caso es una patología. No hay analgésicos para combatir el dolor del duelo. Es un dolor del alma. Hay que sanar el ser interior, la mente, el alma y el corazón que está cargado de sufrimiento. El dolor del alma puede presentar diversas reacciones y comportamientos.
Es importante comprender y respetar el tiempo de dolor, que se exterioriza y expresa a través de los pensamientos, los sentimientos y la voluntad. Es necesario recorrer paso a paso el llamado “proceso del duelo”. Este proceso no lleva sus etapas en un orden determinado, ni en un tiempo indicado o preestablecido para su superación. A veces hay retrocesos a etapas ya transitadas; eso es normal y muchas veces necesario. Aun así, es necesario atravesarlas y superarlas.
Es importante recalcar que cada duelo es tan único como cada persona. Durante este proceso se necesita una importante dosis de amor, comprensión, empatía y contención de quienes están más cerca o de quienes quieren ayudar.
Para la persona que está experimentando un duelo es importante poder sentir conscientemente el dolor, sin negar ni reprimir los sentimientos. La muerte de un ser querido provoca dolor, tristeza, sufrimiento, y es necesario poder expresar esos sentimientos con claridad y paz. Es de gran ayuda expresarlos a Dios en oración, diciendo, “me siento triste, ¡cómo duele este dolor, Señor!”. Es importante ser sinceros con nosotros mismos y con quien más y mejor nos comprende en esos momentos: Dios, nuestro Padre Celestial, quien nos ha creado con un gran abanico de sentimientos.
El duelo por la pérdida de un ser muy querido, a diferencia de cualquier otra pérdida, se caracteriza por la intensidad y profundidad del sentimiento de tristeza. Es un tiempo prolongado, porque la pérdida es definitiva, irreversible e irreparable.
En resumen, el duelo es el nombre del tiempo en el que una persona se encuentra cuando ha perdido un ser querido, y el proceso de duelo es el proceso psicológico que lo acompaña. Se llama “proceso de duelo” porque se requiere de un tiempo activo para poder procesar el sufrimiento.
Frente a la muerte de un ser querido se hace necesario transitar el duelo paso a paso, día a día, respetando los tiempos internos de cada uno con autenticidad y sin impaciencia. Esto ayudará a sobrellevar la tristeza mucho mejor y a ir recuperando la vida poco a poco.
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Daniel y Elida Rota
Daniel es psiquiatra, cursó estudios teológicos en el Regent College en Canadá y fue docente en diversos seminarios teológicos.
Élida es Licenciada en Psicología Clínica y fue docente del Instituto Bíblico de Buenos Aires.
Ambos tienen más de 30 años de experiencia en consejería familiar y personal. Están casados hace más de 40 años y pertenecen al cuerpo pastoral de la iglesia Una Vida Mejor, en la ciudad de Buenos Aires.