Algunas ideas para entender a la iglesia que viene
abril 27, 2018¡Aquí mando yo!
abril 30, 2018Cuando Dios llamó a Moisés para la tremenda tarea de liderar a su pueblo en el proceso de libertad, le dijo que le anunciara al pueblo que el que lo enviaba era el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. La iglesia evangélica de las últimas décadas ha sido una iglesia sólo de adultos. Claro que ha habido programas para niños, adolescentes y jóvenes, pero de segunda categoría comparados con el culto de adultos. Ahora, si deseamos un proceso transformacional de la realidad y sustentable en el tiempo precisamos tomar en serio el discipulado de las nuevas generaciones. Y nosotros los pastores, debemos prestarle atención prioritaria a esa tarea en la iglesia.
Y también si deseamos un ascenso de nivel en la obra tenemos que entrar en un nuevo nivel de liderazgo pastoral multigeneracional compartido, tanto a nivel de cada congregación como de la iglesia unida en la ciudad. Tenemos que entrar en un levantamiento de pastores jóvenes con los cuales compartamos el ministerio, y que el proceso sea normal y continuo, como parte del ciclo de vida de una congregación sana. No el levantamiento de un nuevo pastor por necesidad o urgencia o vacante, sino en un proceso multigeneracional, natural, y continuo.
Pero quiero que me entiendas que no se trata de unos que reemplazan a otros, sino pastores de distintas edades que compartamos el ministerio. Es el tiempo de Abraham, de Isaac y de Jacob. Me gusta pensarlo así: Los pastores “Abraham”, son los pastores de más 50 años, y son los que tienen que velar por el “qué” y el “para qué”, es decir velar por la integridad del Evangelio y por la visión del Reino de Dios, por tener una estrategia de cuadro completo para la ciudad y que todo lo que se haga sea únicamente para la gloria de Dios.
Los “Isaac”, pastores alrededor de los 40 años, velarán por el “dónde” y el “quiénes”. Los “Isaac” son los que tienen que instrumentar la misión unida en la ciudad, que es el “dónde” de la misión. Y son los que tienen que velar por el levantamiento continuo de los “quiénes”, es decir de la nueva generación de los “Jacob”. Mientras que los “Jacob” son pastores jóvenes de 25 a 30 años que deben velar por el “cómo” y el “cuándo”. El “cómo”, debe ser instrumentado por pastores jóvenes, porque son ellos los que saben cómo misionar en este tiempo. Los pastores de mi generación fuimos formados en otra cosmovisión y no entendemos bien la realidad hoy. Por eso necesitamos de los jóvenes. Si esperamos a que tengan 40 para levantarlos como pastores, ya no entenderán la realidad. Así que debemos dejarles el “cómo” a los más jóvenes. Porque ellos son los responsables del “cuándo”, es decir de misionar en el ahora. Nosotros los mayores, velaremos por la visión, por la integridad del evangelio, por el “para qué”, por el establecimiento del Reino de Dios en nuestras ciudades. Pero debemos dejar el “cómo” a los Jacob.
Todos trabajando en equipo, sujetos unos a otros en sus responsabilidades. Los Isaac y los Jacob, sujetos a los Abraham en cuanto al qué y al para qué. Los Abraham y los Jacob sujetos a los Isaac en cuanto al dónde y al quiénes. Los Abraham y los Isaac sujetos a los Jacob, en cuanto al cómo y al cuándo. Debemos delegarles y reconocerles autoridad. Porque si vamos a levantar pastores jóvenes para que sean nuestros súbditos, no necesitamos que sean pastores. Y si los vamos a levantar para que hagan lo mismo que nosotros haríamos, tampoco los necesitamos. Precisamos levantarlos para que traigan una corriente de renovación en el cómo. Y si los levantamos para eso, debemos darles autoridad para que lo hagan.
En realidad, Dios debió haberle dicho a Moisés: Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de… Esaú. Porque Esaú era el primogénito. Pero desechó la primogenitura y Dios lo desechó como patriarca. Lo que Esaú menospreció no fue solamente una doble porción de la herencia. La primogenitura representaba la paternidad espiritual sobre las siguientes generaciones. Al rechazarla estaba menospreciando la relación de paternidad y filiación y perdió su condición de patriarca, de padre espiritual de las siguientes generaciones. Por eso Dios eligió ser el Dios de Jacob y no de Esaú.
Cuando como pastores no activamos el proceso de liderazgo multigeneracional también menospreciamos la relación de paternidad ministerial para las siguientes generaciones.
Que mi nombre no sea cambiado por el de otro, porque desprecié mi asignación de paternidad sobre pastores jóvenes. Que Dios pueda decir que es el Dios de Carlos, y también el Dios de…tu nombre.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]