Niños – Firmes Hasta el Final [Módulo 3]
abril 15, 2025Decisiones sabias de una mamá
mayo 1, 2025Barrabás era un famoso delincuente. O sea, literalmente lo conocía todo el mundo porque estaba encarcelado justamente. ¡Él había matado a alguien! Había enlutado a una familia, y además era un riesgo para el poder político del momento. A Jesús, en cambio, lo tenían encarcelado por celos. Pero no creas que Barrabás fue el único hecho libre gracias a Jesús. Hay mucho de nuestra propia historia en estas líneas. De inicio a fin, la historia de Barrabás es una historia que nos habla de esa Gracia que llegó sin condiciones, y que derriba toda lógica y toda “justicia” humana.
De modo que esta no es solamente la historia de Barrabás. Es tu historia y la mía. Hombres y mujeres con pasados difíciles, pecadores indignos, alcanzados por su Gracia…
No había otra fórmula que funcionara: el inocente debía dar su vida para que el precio por los pecados fuera pagado. Ni aunque sumáramos la totalidad de las bondades del mundo entero alcanzaríamos el mínimo necesario de justicia como para salvar nuestras propias vidas. Los números no cierran. Las matemáticas indican que el precio que debía pagarse era mucho más alto. Se necesitaba la vida de una persona sin culpa, ni mancha, ni pecado, para que la redención fuera completa y absoluta.
Esto me recuerda una vez en que obtuve un trabajo por cuatro meses. Era el tiempo que requería ese trabajo. Fue un compromiso agotador, y tuve que poner el 100% de mi concentración durante esos ciento veinte días. Fueron largos días de mucho esfuerzo, y noches de poco descanso. Estos cuatro meses eran los últimos cuatro meses del año. Al llegar al fin de diciembre y culminar el objetivo, tuvimos una reunión final con todo el equipo. En el balance de los objetivos, todos coincidimos en que habíamos logrado hacer más de lo que habíamos proyectado al principio, y la satisfacción era completa. Al terminar el encuentro, el jefe dio unas palabras finales… y aún las recuerdo como si fuera ayer: “No quiero que termine esta semana sin que se le pague el salario completo a cada uno de ustedes”. Al principio, honestamente, no entendí a qué se refería. Sin embargo, al día siguiente, cuando me tocó ir a cobrar el salario por los cuatro meses, el administrador me dijo: “¡Gracias Ricky! ¡Fue un gran trabajo!”, y entonces al contar mi salario descubrí que me estaban pagando como si hubiera hecho ese trabajo todo el año, ¡durante doce meses! Inmediatamente recordé las palabras del jefe: “Salario completo”. ¡Recién en ese momento entendí a qué se refería! Pero, aun así, las matemáticas no cerraban… El cálculo era insuficiente. Si yo anotaba en un cuaderno mis horas de trabajo y lo que representaba ese salario, ¡me faltaban muchos meses de trabajo para que fuera “justo”! Aun así, para mí y para el resto del equipo, el salario recibido fue como el de un año entero. Nada de lo que yo hubiera hecho me alcanzaba para estar a cuentas. Simplemente el pago era más de lo acordado. El trabajo demandó mucho de mi tiempo, y mi esfuerzo fue grande, pero, aun así, todo eso sumado era insuficiente para completar lo que estaba recibiendo. Fue pura gracia.
¿Te suena parecido a algo de lo que leímos en la historia de Barrabás? Así es. Jesús tomó el lugar de Barrabás porque no había otro que pudiera completar ese pago, ese saldo que faltaba. Y lo mismo ocurre con cada uno de nosotros. No hay tiempo que nos alcance en esta vida, ni acciones que pudiéramos hacer, por más grandes, justas y bondadosas que fueran, para alcanzar a pagar el precio que pagó Jesús por nosotros en esa cruz. Simplemente, no hay forma.
Lo curioso es que hoy nosotros seguimos teniendo la posibilidad de elegir entre Jesús y Barrabas. En aquel tiempo, la decisión de la gente fue elegir a Barrabás y condenar a Jesús. Hoy en día, elegir a Jesús implica creer que Él murió para otorgarnos completa libertad. Por el contrario, elegir a Barrabás implica seguir viviendo sin creer en que Jesús dio su vida por nosotros, convirtiendo entonces su sacrificio en la nada misma.
Y si tú has elegido, como yo, creer en Jesús y aceptar el regalo inmerecido de su Gracia, entendiendo que en la cruz Él dio su vida para pagar una deuda que nosotros jamás hubiéramos podido pagar, entonces ten siempre presentes las palabras que escuchó Barrabás: “Ahora eres libre. Haz que valga la pena el precio de tu libertad”.
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