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septiembre 22, 2016Mi vida en construcción
septiembre 22, 2016El hombre camina entre las tumbas encorvado y silenciosamente. Una brisa otoñal recorre el viejo cementerio. Está más cerca del final que del principio de la vida. Vive sus últimos años, los altos, los de la experiencia. Se nota cansado, pero hace un esfuerzo y se inclina sobre una de las tumbas. Detrás del anciano, los que parecen ser sus familiares, lo observan con respeto.
La lápida lleva el nombre de un teniente del ejército americano. No es cualquier teniente, no señor. Para el viejo hombre, fue quien le devolvió la vida. Fue quien cruzó el mapa en plena guerra para devolverle su libertad. Hacía muchos años, el gobierno americano había revisado los archivos para descubrir que una madre había perdido cuatro hijos en la misma guerra. Y no era justo que perdiera otro, su quinto hijo, bajo bandera en el ejército.
Había que indemnizar a la madre de algún modo, y lo mejor era, buscar al quinto hijo, quien estaba al frente de un pelotón, darle de baja, y enviarlo de regreso a casa. Que viva los últimos años junto a una madre que lo perdió casi todo. La misión se llamó “Rescatando al soldado Ryan” y sirvió de guión para un exitoso filme, interpretado por el premiado Tom Hanks. Durante el rescate, el teniente no puede creer que todo un pelotón se sacrifique para buscar a un solo mortal. Pero le costó su propia vida y de sus mejores hombres, y antes de morir, le dedica sus últimas palabras al soldado Ryan: “Espero que te merezcas este sacrificio, por lo menos vive una vida digna, que valga la pena”.
En el filme, Ryan ahora es el viejo que viene al cementerio y observa en silencio. La guerra terminó pero él quiere saber si saldó su deuda con el teniente. Contempla su tumba y le hace una pregunta a su anciana esposa, que está a unos pasos detrás de el. “Necesito saber algo-dice el viejo Ryan- dime si viví una buena vida. Si fui digno de tanto sacrificio. Si valió la pena que me rescataran. Dime si valió la pena.”, insiste entre las lágrimas. Los dos se abrazan en silencio y la similitud de la película con el sacrificio que Cristo hizo en la cruz por nosotros, es asombroso. De eso se trata.
Sólo hay que cambiarle el título al filme, “Rescatando al soldado Jorge, Hernán, Pablo, Dante, etc”. El sacrificio no registra antecedentes y es indescriptible. Luego, sólo hay que vivir una vida digna de tanto sacrificio. Una vida que valga la pena. Algún día, los años de adolescencia habrán quedado en el olvido. La fuerza de la juventud sólo quedará retratada en una foto amarillenta y la nieve emblanquecerá nuestro cabello. Ese día, nos preguntaremos si vivimos una vida digna, que haya valido la pena. Si afectamos a otros, si entrenamos a la nueva generación, si perpetuamos nuestro nombre, si nuestra obra perdurará aún cuando ya no estemos. Algo de eso hay en Generación Z. Queremos hacer cosas que demuestren que valió la pena la crucifixión.
Que no fue en vano. Queremos agradecer un poquito, tanta gracia inmerecida, por eso, nos dedicamos a buscar a los soldados Ryan antes que mueran en combate. A lo mejor, valga la pena. A lo mejor, si logramos rescatarlos, tengan también una vida digna.