Qué hacer cuando un adolescente te cuenta demasiado
agosto 7, 2019¿Qué proyectos puso Dios en tu corazón?
octubre 28, 2019Estar trabajando desde las trincheras del ministerio con la adolescencia nos ha enseñado que la creatividad juega un papel sumamente importante. Los líderes que están comprometidos con impactar la vida de los adolescentes saben que es relevante dedicarle tiempo a explorar los mundos desconocidos que la creatividad puede plantear y detectar todo aquello que la destruye sigilosamente.
Si hacemos un profundo trabajo de conciencia y evaluación del ministerio en el que nos toca servir, podremos reconocer nuestras fuentes de acción y llegar a la pregunta: ¿qué es lo que está moviéndonos? Al igual que cualquier aparato electromecánico, donde el motor es la fuente que genera el movimiento, el ministerio con adolescentes en su centro alberga un impulsor. El problema existe si no sabemos cuál es nuestro corazón o motor de funcionamiento. Conscientes o no, algo nos mueve y podemos desconocer a dónde y con qué fuerza lo hace.
Pablo nos dejó muy en claro el propósito de cualquier ministerio. Fue tan claro y directo en su carta a los Gálatas capítulo 4 verso 19: «Queridos hijos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto hasta que Cristo sea formado en ustedes». El motor de cualquier ministerio juvenil es que acompañemos a los adolescentes en el proceso de que Cristo sea formado en ellos. Todo lo demás es añadidura. Cualquier cosa que quieras agregarle será simplemente para que se vea un poco más estético.
Ahora bien, la creatividad es la expresión de crear algo de la nada, y en este sentido sólo Dios es un ser creativo, ya que creó de la nada la vida y toda la majestuosa naturaleza. En su gracia nos permite ser partícipes de esa creación y nos da la oportunidad de re-crear. Un ejemplo claro de esto es que le dio a Adán la oportunidad de ponerles nombre a los animales, sin duda alguna es un trabajo que requirió mucha creatividad.
Dios espera que seamos creativos y que desarrollemos nuestras capacidades a la hora de enfrentarnos ante nuestro llamado. La creatividad debería estar generando un sinfín de ideas acerca de cómo lograr cumplir nuestra meta, de abrir bien nuestra mente y ojos para ver aquello que nadie más ha visto a la hora de interactuar con los adolescentes de nuestras comunidades.
Hace algunos años un riojano llamado Manuel Jalón Corominas quien trabajó para la Fuerza Aérea de E.U.A, al regresar a su país quería aplicar toda la tecnología que había estado conociendo. En su afán de mejorar las cosas hizo una confesión a un amigo acerca de su frustración por no “poder” provocar un cambio en España. Su amigo le aconsejó que si en verdad quería hacer algo por los españoles, debería hacer una fregona (trapo que usan para limpiar los pisos) con la que las mujeres pudieran limpiar de pie y no agachadas como lo hacían en aquel tiempo; seguramente millones de mujeres se lo agradecerían eternamente. Pasó por muchos “fracasos” antes de llegar a comercializar lo que ahora conocemos como trapeador, volviéndose un producto completamente redituable y de gran beneficio para las mujeres de todos los tiempos y hombres modernos.
En el ministerio con adolescentes muchas veces queremos hacer grandes cambios en la estructura de nuestra iglesia, nos aventuramos a luchar contra las ancestrales denominaciones y decepcionados por no lograrlo, vemos esto como un apaga fuegos y abandonamos todo acto creativo de innovación, recreación o de respuestas originales ante las problemáticas que se presentan.
Podremos pretender seguir usando las ideas brillantes que se concibieron hace algunas décadas como la solución para los retos del presente; pero esto puede llegar a ser un enemigo de la creatividad. No podemos pensar que todo ya fue creado. Asimismo, ser sólo consumistas de las ideas de los demás puede representar un peligro. Seamos originales (volver al origen) al volver a Dios para encontrar esas ideas que van a revolucionar nuestro contexto específico.
Enfoquémonos en trabajar para que Cristo sea formado en los adolescentes, exploremos ideas, propongamos nuevas y sencillas formas, salgamos a buscar nuevos lugares, abandonemos esa actitud consumista de ideas y herramientas de otros ministerios. Es hora de re-crear con tu equipo de trabajo esos espacios. Es tiempo de programar más que actividades. Comprometámonos en gestar relaciones significativas con los chicos, vayamos a Dios para que broten ríos que generan ideas de vida, esa vida que solo Dios puede crear de la nada.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]
Mauricio Constantino