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julio 21, 2024En la década de los 90 la iglesia recuperó un énfasis perdido. Me refiero a Efesios 4 y los ministerios del Señor: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores, maestros. Pero como sucede con todo énfasis bíblico recuperado, algunos lo suelen distorsionar, y de estos ministerios construyeron títulos, jerarquías y autoritarismo.
Creo que la tarea apostólica, cuando es entendida tal como la Biblia la presenta, es una tarea indispensable para el perfeccionamiento del cuerpo de Cristo y para el apoyo a los pastores. Pero cuando un liderazgo sin sanar en su autoestima, usa el ministerio apostólico como un título que lo levante por encima de los demás, colocándolo en una posición de mando y otras deformaciones, entonces se convierte en una burda caricatura del modelo bíblico.
Como resultado, esta visión equivocada ha producido más peleas y divisiones. Y muchos de los que dicen tener este ministerio apostólico, en lugar de provocar el reconocimiento de los otros, han provocado que muchos con razón se cierren a esta herramienta del Reino. No importa si eres de los que creen en ministerios apostólicos o no, porque yo no estoy hablando de títulos o cargos, mucho menos de cuestiones de mando, más bien lo que quiero compartirte tiene que ver con funciones.
En otro artículo anterior mencioné el liderazgo pastoral multigeneracional: los Abraham, los Isaac y los Jacob. En este artículo quiero explicitar el liderazgo de “los Abraham”, es decir los pastores de más de 50 años. El nivel de los Abraham, es el que debe asumir de una vez por todas la tarea apostólica (no de títulos, ni jerarquías, sino de funciones). No se trata del desarrollo del ministerio pastoral con un cambio de enfoque o de ámbito de influencia, solamente, es principalmente un cambio de mentalidad para alguien que siempre pensó como un pastor.
Cuando levantamos pastores más jóvenes, podemos empezar a desarrollar una tarea apostólica, y esto debe cambiar nuestra mentalidad. Necesitamos pasar de la búsqueda de eficiencia (hacer las cosas bien) que caracterizó a tu ministerio pastoral, a la búsqueda de eficacia. Es decir, la capacidad de hacer las cosas correctas, de enfocarse en las prioridades de Dios y en lo que pueda hacer una mejor diferencia para su Reino. Descansando en que la eficiencia, es decir, la habilidad de velar para que se hagan bien las tareas ministeriales locales, estará asegurada por la nueva camada de pastores.
Levantar pastores jóvenes en tu iglesia permite también que puedas pensar más allá de tu congregación local, para desarrollar una visión por tu ciudad, y por toda la iglesia de esa ciudad. Para ello no hace falta que dejes el liderazgo en tu congregación local, a menos que Dios te lo pida, pero la eficiencia de la tarea diaria estará en manos de pastores que hayas levantado.
Quiero que veas que son dos ministerios diferentes. Necesariamente como pastor uno está pendiente de la supervisión, del control. Esta necesidad de controlar cuando es trasladada al trabajo unido con otros pastores en la congregación o en una ciudad, muchas veces trae entre los pastores, competitividad, actitudes críticas, orgullo, un fuerte estrés e imposibilidad para trabajar en unidad. Porque si yo controlo, tengo que controlar a los otros, lo cual esconde inconscientemente la idea de que yo soy superior a ellos.
Como dice Ron Edmonson, en lugar de controlar, debemos trabajar desarrollando un ambiente de gracia y liderar basados en la obra terminada de Cristo. Esto nos conduce a saber que ya está hecho, y por lo tanto a vivir y liderar desde la humildad, con apertura a los otros y a sus opiniones, con amor, tratando a los otros con aceptación, perdón, honestidad y sujeción mutua.
Como pastores ejercemos mucho de nuestro liderazgo a partir del reconocimiento de la gente hacia nuestra posición. Pero el que ejerce una tarea apostólica no tiene una posición. La autoridad le es reconocida por su servicio, integridad y la priorización de los otros pastores a quienes ayuda para alcanzar el éxito. Tener la capacidad de trabajar en equipo, liderar, co liderar y ser liderado, lejos de estar en la punta de la pirámide, implica estar en el fundamento, en las bases, a los pies de los otros pastores de la propia congregación y de la ciudad, para servirles levantándolos y ayudándolos a desatar al máximo su potencial.
Tal vez ya tienes edad, experiencia, y reconocimiento de los demás para hacer una tarea de este tipo. No necesitas cambiar tu tarjeta de presentación y hacerte llamar “apóstol”. Tampoco serás reconocido por los demás auto-nombrándote y tratando de imponerte por la fuerza. Todo eso es caricatura y parodia. Pero si existen los billetes falsos y los relojes falsos, es solo porque hay otros que son verdaderos y muy valiosos. Dios no es Dios de caricaturas, sino Dios de Abraham y de padres espirituales.
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