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julio 1, 2022Los niños y los preadolescentes no tienen la habilidad cognitiva para especular (para montar en su mente escenarios con “qué pasaría si…” y “por qué será que…”).
Esta habilidad para la especulación es algo tan normal para nosotros los adultos que es un poco difícil imaginar la vida sin ella. Cuando estás considerando tomar una decisión, como un cambio de trabajo, inmediatamente comienzas el proceso de recorrer potenciales posibilidades en tu mente:
¿Cómo será el nuevo trabajo? ¿Cómo será el ambiente en el lugar de trabajo? ¿Cuáles serán algunos de los impactos en mi vida y mi familia? ¿Qué riesgo implica? ¿Cómo me sentiría si no me postulo para este puesto? Los niños sólo pueden hacer observaciones más simples y con-cretas sobre lo que podría pasar: “será bueno” o “será malo”.
Nosotros, en cambio, ejercitamos nuestras habilidades para especular no sólo en las grandes decisiones de nuestra vida (como un cambio de trabajo), sino constantemente en decisiones más cotidianas. En este momento estoy escribiendo en la habitación de un hotel, entre un evento de entrenamiento para el ministerio juvenil y otro, y recién acabo de tomar una simple decisión sobre cuándo voy a hacer una pausa y voy a bajar al lobby para tomar el desayuno gratis que me ofrece el hotel. Es una decisión sin importancia pero, aun así, natural e intuitivamente tomé esa pequeña decisión en medio de varios escenarios mentales relacionados con “ir ahora” e “ir más tarde”.
Probablemente en algún momento te has sentido exasperado con tu preadolescente porque simplemente no pudiste entender por qué él o ella no pensó en las implicaciones obvias (para ti) de una decisión en particular. “¿No pensaste que si no realizabas tu tarea eso iba a influir negativamente en tus calificaciones?”. “¿Por qué pensaste que estaría bien encender esos petardos en el estacionamiento de la escuela?”.
Los adolescentes poseen la habilidad de especular pero no son muy buenos haciéndolo. Es como un músculo nuevo que ha sido agregado recientemente a su repertorio de habilidades menta-les; pero es un músculo débil y fofo que nunca ha sido usado. La especulación requiere práctica, necesita ser usada con regularidad antes de que pueda ser confiable y pueda estar disponible inmediatamente sin intencionalidad.
Pero allí está y funciona. E incluso sin intencionalidad, la especulación comienza a crecer dentro del proceso de pensamiento de un preadolescente y es una visita regular en los adolescentes jóvenes y mayores. Piénsalo de esta manera: cuando un niño atraviesa esa maravillosa y molesta etapa de la vida en la cual preguntan “¿por qué?” incesantemente, solamente está buscando una relación causal. Pero cuando un adolescente pregunta “¿por qué?” (lo cual, a propósito, a menudo no es verbalizado) está entendiendo de manera más amplia (realmente con un entendimiento metafísico) las complejidades de la vida.
Recuerdo un momento específico, un par de años atrás, cuando mi hijo Max tenía unos 12 años. Max era particularmente un pensador en blanco y negro y, combinado con un fuerte sentido de la justicia, siempre veía las cosas como buenas o como malas. Algunos alumnos de su clase se habían metido en problemas por haber tenido ciertos comportamientos de naturaleza levemente sexual, pero cruzaron la línea de lo que Max (¡y su maestra!) consideraba que estaba “bien”.
Hablé con él sobre esto y recuerdo cuán molesto estaba. Le pregunté qué estaba sintiendo. Clara-mente estaba sintiendo algo muy fuerte, se notaba en su cara y en su lenguaje corporal. Pero no podía expresarlo con palabras. Luego de una pausa muy larga y uno o dos suspiros, dijo algo como: “No sé cómo describirlo, pero no me gusta”.
Dos años atrás Max no hubiera tenido este conflicto interno tan grande; la situación simplemente hubiera estado “mal”. Pero ahora era más compleja. Le molestaba pero no podía precisarlo. El hermoso y ocasionalmente angustiante aspecto de esta nueva habilidad para especular es que abre un mundo de potenciales oportunidades para los adolescentes. De una forma que puede ser amenazadora para ti, los adolescentes comienzan a cuestionar tus valores y decisiones porque están comenzando a ver que hay otros valores y decisiones que estaban o están disponibles.
A menudo comienzan haciendo preguntas difíciles sobre la fe, explorando a través de cambios de hobbies o estilos, o alternando amistades, basados en la suposición especulativa de que los nuevos amigos le darán más de lo que ellos piensan que están buscando en una amistad.
Más allá de la conciencia de esta realidad, la cual debiera ser útil en sí misma, hay implicaciones relacionadas con los padres y los maestros. Para encaminarse hacia la independencia y hacia una vida plena (y ojalá una vida de buenas decisiones), los adolescentes necesitan ejercitar su “músculo de especulación”. Pero por lo general no lo harán por sí mismos, y nosotros podemos ayudarlos.
Deja tu agenda de lado cuando tu adolescente comience a preguntar (o a sugerir) preguntas especulativas, e involúcralas en el proceso. No des simplemente las respuestas correctas (suponiendo que tienes una). En cambio, haz lo que hizo Jesús y responde a la pregunta con otra pregunta. Haz preguntas utilizando “¿qué pasaría si?” y “¿por qué?” que ayudarán a tu adolescente a ejercitar esta nueva e importante habilidad.
Incluso mi pequeño ejemplo de Max y su fuerte emoción sin nombre apunta a esto. Yo le hubiera causado un gran perjuicio si le hubiera dicho lo que él estaba sintiendo, o lo que debía estar pensando.
Este libro fue extraído del libro “Entiende a tu preadolescente” de Mark Ostreicher
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