Liderazgo saúlico vs. liderazgo davídico
septiembre 22, 2016Cultura, adolescencia y posmodernidad
septiembre 22, 2016Hace unos años le escuché decir a John Stott: “cada cristiano necesita dos conversiones: una desde el mundo a Cristo y otra de nuevo al mundo pero con Cristo.” Me quedé pensando…
Meses atrás hablaba con un grupo de líderes juveniles de una ciudad capital que cuando les dije que mi pretensión era reflexionar acerca de cómo establecer un ministerio juvenil “posmoderno” se les cayó la mandíbula. Me miraron con sopor y me hicieron recordar una historia de mi niñez…
Cuando era chico mi mamá me leía muchos cuentos. Una noche me leyó una historia que incluía la palabra “terrícola” la cuál me llamó mucho la atención y enseguida me la aprendí. Al día siguiente estaba jugando con uno de mis amiguitos cuando me acordé de la palabra y le dije—tu eres un terrícola—Mi amigo me miró y me dijo que yo era un estúpido. Yo me reí dándome cuenta que él no sabía lo que significaba la palabra y le repetí: tu eres un terrícola, puedes preguntarle a tu mamá— Él me miró todavía más enojado y me dijo una mala palabra que es muy común en mi país. Ahí me enojé yo y fui a buscar a su mamá para que le diga que él si era un terrícola. Le dije: señora, ¿Cierto que Fernando es un terrícola? Sin saber lo que ocurría la madre se rió y mirándolo dijo—Sí, claro. Mi amiguito se puso a llorar… Lo mismo estaban haciendo estos líderes. Nos guste o no nos guste la palabra, este es el tiempo que nos toca vivir. Por diseño de Dios vivimos en esta etapa de la historia humana y es a estas generaciones que nuestros ministerios juveniles están enfocados. Los efectos malos de nuestra cultura debemos resistirlos con perspicacia espiritual, los efectos buenos debemos aprovecharlos y los códigos de esta generación es lo que debemos usar para dialogar con la juventud que queremos afectar. El conocido filósofo Voltaire solía decir: “Si quieren comunicarse conmigo tienen que entender mi idioma.”
La historia del pesebre y la cruz es la historia más apasionante de la raza humana. Es la historia de Dios haciéndose hombre para hacerse relevante a una humanidad que lo necesita. Con solo mirar las parábolas nos damos cuenta que Jesús usó toda especie de códigos para resaltar su verdad. Pablo hasta usó el altar a un dios de un pueblo pagano para atraer la atención de una comunidad a Cristo (Hechos 17:22-24). Tu misión y la mía es la de levantar una generación de seguidores de Jesús que deje atrás la mentalidad de “pueblo muy feliz escapando del cochino mundo” y entiendan que todo lo que son y hagan debe ser sacrificado para traer la luz del Reino de Dios a la tierra. Una luz que no puede seguir abajo del almud.
Suma de Proyectos
El mundo entero se sigue moviendo hacia una sociedad pluralista a la vez que integrada. La llamada globalización o “la gran aldea” tiende a disminuir las defensas ideológicas y acerca a las partes y eso tiene sus ventajas. Es fácil darse cuenta que lo mismo ocurre con la iglesia. La versión eclesiástica de esta realidad se inició con la aparición de sellos interdenominacionales, movimientos, pastores itinerantes, evangelistas masivos, para-eclesiásticas sin representatividad denominacional y sobre todo medios de comunicación cristianos. Los jóvenes criados en este clima histórico no tienen ningún interés en las diferencias denominación y ya el localismo no es tan fuerte. Estos jóvenes son los protagonistas de la esperanza tan añorada de una Iglesia unida y resistir eso no solo es ingenuo estratégicamente sino una herejía ya que la iglesia fue siempre solo una. Pero vamos a lo práctico: Si una iglesia tiene a diez adolescentes y otra a dos cuadras tiene otros diez, ambos grupos pueden y quizás deben entrar en contacto. Claro que cada iglesia no tiene por qué perder su perfil. Pero es innegable que para que la juventud de cada barrio sea alcanzada más efectivamente con el mensaje transformador de Cristo es necesario que muchos grupos juveniles decidan trabajar de manera conjunta. Más y más se va a escuchar de redes de trabajo juvenil que están avanzando por todo el continente. Líderes juveniles que se dediquen de una vez por toda a acercarse al resto de los líderes juveniles de las iglesias de su zona o ciudad para planear actividades conjuntas y hacer un mejor uso de sus recursos. Es increíble el entusiasmo que generan estos ministerios juveniles que deciden pensar fuera de la caja y empiezan a entrelazar energías para avanzar sobre una ciudad o comunidad.
La Actualización de los Métodos
Otro detalle no necesariamente malo de nuestro tiempo es que la posmodernidad descalificó muchos métodos que hace unos años eran efectivos pero hoy es evidente que ya no lo son. Hace unos años Malco Petterson decía: “Es hora de dejar los métodos de los cincuenta en el museo y movilizar a nuestros adolescentes para servir en los noventa.” Ahora ya estamos del otro lado del milenio y eso acrecienta la necesidad de preguntarnos: ¿Por qué hacemos lo que hacemos? ¿Funciona? Si estamos de acuerdo en que las tendencias sociales progresan y varían y que la problemática adolescente de nuestro tiempo y espacio es particular tendremos que estar de acuerdo en afirmar que nuestros métodos deben ser revisados, al punto de adquirir verdadero contacto con la realidad que nos rodea. La planeación de las actividades debe prever la utilización de recursos propios de nuestro tiempo. Si admitimos que la sociedad esta mediatizada y reconocemos que el noventa por ciento del tiempo los adolescentes están en contacto con la música de las “FM” no podemos tardar en darnos cuenta que nuestro programa debería considerar qué tiene la radio que podemos traer a nuestras actividades. La discusión de películas de video, la distribución de video clips con mensajes cristianos, la concurrencia u organización de conciertos, el uso de tecnología, paginas Web y demás actividades deben planearse activamente como parte de la estrategia “espiritual” de la Iglesia. No podemos ignorar que para los jóvenes que no fueron criados en la iglesia, el sistema “reunión de predicación” es una píldora muy difícil de tragar.
Pluralismo, globalización, posmodernidad, tecnología, nuevo milenio, revolución, variedad, son todos conceptos y realidades que nos reclaman un esfuerzo mayor a la hora de establecer nuestros métodos y por eso los líderes que trabajan con esta cultura emergente tienen que estar bien empapados de reflexión en este sentido.
La siguiente es una lista de preguntas que se hacen los líderes que no quieren dejar que las nubes de estancamiento nublen su visión y sus estrategias:
– ¿Realmente funciona lo que estamos haciendo?
– ¿Qué métodos que usamos son simples tradiciones que no tienen nada que ver con lo fundamental de evangelio?
– ¿Qué cosas que no estamos haciendo o usando podemos poner al servicio de la visión que nos dio el Señor?
– ¿Qué puedo hacer para entender mejor a mis adolescentes?
– ¿En qué andan mis jóvenes y los que quiero alcanzar ahora?
Si como ministros juveniles nos aseguramos permanecer respondiendo a estas preguntas con humildad y poniendo a la práctica los cambios necesarios que fluyan de sus respuestas con audacia, será más fácil seguir avanzando.
Sobre Toda Cosa Guardada
Una poderosa revolución en cómo se entiende y cómo se llevan a cabo los ministerios juveniles está empezando en todo Hispanoamérica. Pero como en el caso de todos los avivamientos, será la suma de decisiones personales lo que produzca el resultado final del impacto. Por eso es indispensable mantener fresco tu corazón. Cuidar tu conexión íntima con Dios de una manera constante es más importante que cualquier idea, programa, libro o seminario de ministerio juvenil al que puedas ir. En Juan 15 Jesús nos dijo: “Permanezcan en mi y llevarán mucho fruto; separados de mi nada pueden hacer.” Es imposible dar lo que no tenemos y contagiar una enfermedad que no portamos. Si queremos que verdaderamente la juventud que tenemos a la mano entienda el plan de Dios y madure integralmente incluyendo un apasionante crecimiento espiritual, nosotros debemos movernos en la misma dirección que queremos que ellos vayan.
Nuestro compromiso de mantenernos frescos espiritualmente será la suma de constantes decisiones en la dirección correcta.
Personalmente me encantan las preguntas. Sirven para evaluar, para abrir y para iluminar. Por eso ahora van algunas de orden más privado. Te propongo una lista de ciertas preguntas que aprendí a hacerme cada tanto:
– Cuando mis jóvenes me miran, ¿Están aprendiendo a amar a Dios con todo su corazón, alma, mente y cuerpos?
– ¿Me ven confiando en Dios para guía y sabiduría en cómo manejo mis responsabilidades, administro mis posesiones y demás?
– ¿Notan que me vuelvo a Dios cuando tengo ansiedad, problemas, o enfermedad?
– ¿Notan mi compromiso con Cristo pasando tiempo en lectura y estudio de la Biblia?
– ¿Saben que la oración es parte importante de mi vida?
– ¿Están aprendiendo lo que significa cargar con la cruz y vivir una vida cristiana como discípulos?
– ¿Ven que Dios es central en mis pensamientos y acciones constantemente o solamente los domingos por la mañana?
– ¿Notan que me intereso por la familia, los amigos y los ” leprosos y extranjeros” de este mundo?
– ¿Están aprendiendo a ser compasivos y centrados en Cristo en lugar de insensibles y egocéntricos?
– ¿Están aprendiendo a no hablar por detrás de la gente?
– ¿Qué tipo de madurez estoy modelando ultimamente?
Tu puedes agregar las tuyas.
Sea en la posmodernidad o en cualquier otro tiempo, los líderes maduros suman a la unidad de la Iglesia sabiendo que unidos somos más fuertes, actualizan sus métodos y estrategias para ser efectivos en un contexto determinado y sobre todo cuidan su corazón.