Recorre el programa de tu iglesia con los ojos de un niño para intentar sentir lo que ellos sentirán al vivirlo. ¿Se sentirán felices e importantes por estar allí? ¿Se sentirán seguros o es un lugar amenazante?
Ejercita tu mirada pensando desde la perspectiva de los niños y de las niñas e incluso piensa en edades, niveles de maduración. También piensa en lo diferente que es mirar desde los ojos de un niño que todavía no tiene amigos en la iglesia o de alguien que por ejemplo es la hija de una pareja de líderes de la congregación. ¿Estás dejando a alguien afuera? ¿Se siente bienvenido un niño que viene por primera vez? ¿Avanza en su aprendizaje el que viene hace tiempo? Trata de interpretar lo que ellos sienten y si necesitas ayuda, pregúntales a ellos mismos.”
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