El desafío del profesor cristiano
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En este versículo hay una clara invitación a cambiar las herramientas por armas. Si observamos estos dos elementos, tienen fines muy diferentes: uno es usado para el trabajo de la tierra y el otro es usado para la guerra. Como maestros de preadolescentes, continuamente llevamos estos dos elementos en nuestras manos.
Al arado lo solemos usar para labrar esos corazones en los que sembramos pacientemente semana tras semana las semillas de la Palabra de Dios. Ahora bien, el profeta Joel nos está diciendo que podemos estar necesitando un cambio radical y brusco. Debemos pasar de ser simples campesinos que se limitan a arar y cultivar rutinariamente la tierra, a verdaderos soldados armados y listos para la batalla.
El versículo 11 dice: ¡Haz bajar Señor a tus valientes! Es un llamado a la movilización. Sin duda toda una alerta a salir de la pasividad para pasar a esa acción orientada que nos saque de una posición monótona y predecible. Cuando el profeta dice: “conviertan sus arados en espadas“, nos está impulsando a no seguir adormecidos sólo dando lecciones una vez por semana como si eso fuera todo. La exhortación del versículo nos alienta a utilizar nuestro trabajo, ocupaciones, talentos y posiciones para hacer la guerra.
Es probable que nuestra mentalidad y muchas de nuestras costumbres arraigadas necesiten cambiar para dar lugar a un cristianismo más real, más firme e intencional. No podemos quedarnos sólo con el arado. La Palabra nos invita a cambiarlo por la espada, transformando la herramienta de siembra en arma de guerra.
Nos toca vivir indudablemente en una época en la que el enemigo está librando una franca guerra para matar y destruir a las nuevas generaciones en el mundo entero, confundiendo la identidad y el propósito de Dios para ellos. Y en esa lucha, los preadolescentes son uno de los blancos preferidos por las fuerzas contrarias. Como líderes no podemos continuar anestesiados cumpliendo un papel meramente pedagógico dentro de nuestras Iglesias. Ha llegado el tiempo de convertir los arados en espadas, un tiempo en el que los verdaderos maestros se despierten y se levanten para ocupar el rol protagónico que este momento requiere.
Necesitamos dar batalla por aquellos a quienes lideramos despertando en ellos la visión, la pasión y los talentos que han recibido. Hemos sido llamados a afirmar su verdadera identidad en Cristo, mostrándoles el amor y el buen plan de Dios para sus vidas.
¿Qué haremos cada semana? Es sumamente valioso que continuemos sembrando la Palabra, pero tal vez quizás también debamos implementar estrategias concretas para conquistar el corazón de nuestros preadolescentes, para que descubran así lo maravilloso que es caminar de la mano de Jesús.
La agenda del mundo es clara y no se detendrá pero nosotros somos un ejército que puede trabajar recuperando el territorio perdido, ya que Dios nos ha llamado y ha confiado en nuestras manos unos de sus más preciados tesoros: las nuevas generaciones.