5 lecciones que aprendí en mi grupo de adolescentes y que resultaron ser ciertas
julio 21, 20215 mentiras acerca de nuestra identidad
septiembre 30, 2021Hace varios años unos amigos pastores que estaban viviendo la transición del liderazgo de su padre hacia el de ellos, me preguntaron: “estamos contratando a un diseñador de otra iglesia para hacer nuestro diseño gráfico, ¿te parece bien hacer eso?”. Yo les respondí: “No está mal; no es que esté correcto o incorrecto, pero creo que antes de tomar una decisión de ese tipo deberían considerar cuál es el fruto que desean tener en su iglesia en el futuro”.
Por ejemplo, si deciden contratar al estudio de ese diseñador para hacer el diseño de la iglesia, seguramente obtendrán algo de apariencia profesional, lo cual será excelente, ya que aportará algo positivo a la imagen que desean obtener para este tiempo de transición; pero si hacen eso, probablemente se pierdan la oportunidad de encontrar a ese chico o chica de unos 11 o 12 años que hoy está en la iglesia, un adolescente que podría ser estimulado en los dones que ya posee, pero que nunca serán desarrollados si la iglesia no le ofrece espacios donde poder explotar su creatividad, por lo cual no tendrán cómo crecer en esta área específica.
Quizás contratar a un profesional para que desarrolle las cosas más grandes sea una buena idea, y con el dinero ahorrado tal vez se pueda comprar una computadora o un buen celular y ponerlo en las manos de ese adolescente de 11 años con la actitud correcta, para que desarrolle las cosas más pequeñas o menos complejas. Estoy seguro de que ese jovencito ya existe en tu iglesia y tiene todo el potencial para realizar lo que hace falta.
Es muy probable que no obtengan un buen diseño gráfico de parte de él de inmediato; posiblemente sea un dolor de cabeza y no acierte en lo que ustedes quieran lograr, pero les aseguro que la inversión en ese joven de aquí a diez años (cuando él ya tenga 21) será increíble, y para ese momento habrán logrado acumular unos diez años de experiencia, por lo que ya estoy viendo en fe que en el futuro tendrán hermosos diseños e imágenes para beneficio de la iglesia.
Yo entiendo que es muy frustrante no estar donde quieres estar, y obviamente cuando comparas en las redes sociales lo que hacen otras iglesias sientes que estas lejos de lograr algo así. Es que las iglesias grandes, que ya están desarrolladas, tienen muchos creativos maduros que conocen bien el trabajo y que tienen años de experiencia. Pero esa realidad no puede ser un impedimento para empezar a construir algo diferente hoy.
El principio que debemos aprender aquí es que la verdadera creatividad florece donde hay una carencia: si hay falta de algo, recién entonces la creatividad va a fluir y va a brotar. A veces cuando tienes dinero para que otros solucionen tus problemas, realmente no estás solucionándolos; simplemente, estás pagando para no tener que lidiar con ellos.
Recordemos la parábola de la moneda perdida que Jesús nos enseñó: él dijo que la moneda perdida está en la casa. La moneda perdida ya está dentro de nuestras iglesias; es la respuesta a nuestras peticiones de “Dios, dame un diseñador gráfico”, “Dios, dame un editor de video”, “Dios, dame un líder de alabanza”. La verdad es que yo creo que todas estas peticiones ya han sido respondidas, y lo más probable es que encuentres las respuestas a todas esas oraciones dentro de tu casa, dentro de tu iglesia. Nuestro trabajo es encontrar esa moneda, como hizo la mujer de la parábola, que estaba en su hogar buscando en cada rincón, levantando cada mueble, moviendo todo lo que hacía falta. Literalmente, no se quedó quieta hasta encontrar aquella moneda perdida, y cuando finalmente la encontró hizo una fiesta.
Pastores, líderes y creativos: nuestro trabajo es buscar dentro de nuestra casa aquellas personas que son como monedas perdidas. Al principio, quizás solo encuentres un pequeño carbón que aún no se ha convertido en el diamante que deslumbrará; de seguro tomará mucho trabajo, presión y tiempo para su desarrollo y crecimiento, pero si tan solo decidiéramos invertir en lo que aún no está desarrollado y encontrar aquellas personas que están escondidas en la casa, quizás dentro de diez años tendremos lo que todo el mundo desea.
Mi padre siempre cuenta que cuando las personas llegan a nuestra iglesia por primera vez siempre le dicen: “¿Cómo es que tienes gente tan buena en la iglesia, pastores excelentes, líderes de niños excelentes, creativos excelentes? ¿Dónde los conseguiste?”, la respuesta de mi padre siempre es la misma. “¿Los ves ahora? ¿Te gustan? Bueno, déjame decirte que no eran tan buenos cuando llegaron. Esa es la pura verdad. A lo largo del tiempo hemos desarrollado personas, nos hemos tomado el tiempo para trabajar con ellas y darles confianza, al punto de tener hoy la gente que otros desean, pero que no eran así cuando llegaron”
Esto me hace recordar a una enseñanza de T. D. Jakes. Él dice que como cristianos siempre oramos de la misma manera: “Dios, dame los muebles que necesito”, y luego nos quejamos porque no vemos que Dios nos responda; seguimos esperando esa mesa y esa silla, y le decimos a Dios: “¿Por qué no respondes mi oración?”. Y aunque Dios no siempre nos da el mueble que pedimos, siempre nos da la madera que necesitamos para construirlo. Quizás la respuesta a nuestra oración no es un mueble terminado, sino más bien la materia prima para poder construirlo, para poder tallarlo, para poder edificar lo que tenemos en nuestra mente. Dios nos da la materia prima en abundancia para poder hacerlo. Mientras pedimos a Dios por algo refinado, él nos da algo que podamos tallar, algo con lo que podamos trabajar, no el producto terminado.
Como mencionábamos, es frustrante no estar donde quieres, pero una iglesia creativa abunda, resurge y florece en las crisis. Así que, pastores y líderes, busquemos en la casa de Dios la moneda perdida y encontremos lo que Dios ya nos ha dado, para que aquello que está en nuestro corazón pueda florecer.
Este artículo fue extraído del Libro “La iglesia creativa” de Taylor Barriger.
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