Síntomas para evaluar la madurez en tu liderazgo
febrero 4, 2018Moisés y Josué. El desafío del traspaso generacional
marzo 26, 2018Para muchos padres sentados en la iglesia, el pastor de jóvenes representa la “autoridad y voluntad de Dios”. Donde sea que tengas un rol de autoridad, ocurre un tipo muy específico de transferencia. El papel del pastor, no la persona, sino el rol fomenta un conjunto complejo de reacciones de transferencia.
Los jóvenes y los padres tienden a idealizarte y luego “transferirlo” a las necesidades de dependencia no satisfechas que llevan consigo. Te conviertes en el buen padre amoroso que nunca tuvieron. Te vuelves “mejor que…, más puro que…, más bueno que… más gentil que…”. El pastor de jóvenes, siendo el ser humano que es, tarde o temprano decepcionará a las personas, quienes en su desilusión comenzarán a volverse contra ese líder que finalmente no pudo satisfacer sus necesidades.
Cuando se busca ocupar la posición de líder juvenil, quizás una de las características que aparecen primero en la lista podría ser: “una persona que satisfará las necesidades espirituales de nuestra juventud”. A primera vista se ve bien, pero si observamos más de cerca, ningún ser humano podría estar a la altura de una tarea que solo Dios puede realizar. La verdadera tarea del líder es guiar a las personas hacia la Fuente. Si por alguna razón la gente eligiera poner la mirada en otra cosa que no sea esa Fuente que nutre a los líderes, eso escapa al control del liderazgo. Los problemas vienen por tener la expectativa de que los pastores jóvenes o líderes voluntarios pueden hacer cosas sobrehumanas, tal vez por su asociación percibida con Dios. Las congregaciones podrían tener expectativas irreales acerca del liderazgo, cuando no hay una manera legítima de manejarse con autenticidad.
Suele pasar que una congregación no soporte demasiada transparencia porque tiene la necesidad de idealizarte. No puede relacionarse contigo como humano. No se trata tanto de ti como persona, sino del rol que ocupas. Cuando sales del papel, inmediatamente comienzas a tener problemas y las cosas se desmoronan. El pastor de jóvenes tiene una relación de poder. Solo puede “resolver” la transferencia saliéndose de la función pastoral, pero lo hace a riesgo de afectar la relación pastor-congregación. En otras relaciones de asesoramiento personal, donde inevitablemente también se produce la transferencia, el objetivo de esas terapias es finalmente resolver la transferencia, permitiendo que el cliente o paciente comience a asumir la responsabilidad de sus propias necesidades de dependencia. Entonces uno se pregunta cómo una congregación de familias que transfiere sus necesidades colectivas a un pastor de jóvenes o líder voluntario, puede llegar a ser integral y madurar si esa transferencia nunca se puede resolver.
¿Ves este tipo de transferencia en tu ministerio de parte de los jóvenes, de los padres o de algún otro sector de la iglesia?
¿Te cuesta comunicarte estableciendo límites respecto a expectativas saludables?
¿Reconoces la contratransferencia en ti mismo? ¿Estás tratando de “arreglar” a los jóvenes para “arreglarte” a ti mismo?
¿Vives indirectamente a través de los jóvenes a los que sirves? ¿Intentas revivir o capturar una parte perdida de tu experiencia como adolescente?
Si respondes afirmativamente a cualquiera de las preguntas anteriores, es posible que experimentes una transferencia o contratransferencia, y esto puede obstaculizar tu servicio y utilidad para Dios y los demás. Explora con tu equipo pastoral y de liderazgo las expectativas y los límites que existen o que necesitan existir para que las relaciones sean sanas.
La transferencia conduce al agotamiento. La contratransferencia puede conducir a problemas más profundos. Si crees que tienes problemas de este estilo debes hablar con tu pastor principal y decidir juntos cuál es la mejor forma de abordar estas situaciones. Incluso podría pasar que tengas que tomar la difícil decisión de tomarte un tiempo libre para obtener otra perspectiva. Esto no quiere decir que tengamos que ser inmaculados antes de poder servir en el Reino. Por el contrario, necesitamos entender nuestra propia vulnerabilidad para ser verdaderamente efectivos. Pero esa vulnerabilidad no puede nublar nuestro juicio al guiar a otros.
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