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noviembre 18, 2024Laodicea fue una de las ciudades más ricas en la provincia de Asia Menor, ya que aparte de ser productora y exportadora de un sin fin de productos comerciales, poseía un Banco Central que servía a toda aquella región. Parecería que entre la ciudad de Laodicea y la iglesia de Laodicea existía un paralelismo interesante; ambas se jactaban de su riqueza y autosuficiencia.
¿Quién podría hacer una evaluación objetiva de esta iglesia más allá de sus apariencias y pretensiones? Solo Jesús, quien se revela a ellos como el «Amén» y el «testigo fiel y verdadero». Con esta auto descripción, Jesús está a punto de desafiar la falsa percepción que tenían de las cosas, engañados por la apariencia de este mundo. Jesús, «el origen de toda la creación de Dios», es el principio y destino de todo lo que existe, cosa que los laodicenses sabían, pero habían querido ignorar.
Pablo en su carta a los colosenses, la cual debía ser leída a la iglesia de Laodicea, lo puso más que claro: «Cristo es la imagen misma del Dios invisible, y existe desde antes que Dios comenzara la creación. Cristo mismo es el creador de cuanto existe en los cielos y en la tierra, delo visible y de lo invisible, y de todos los seres que tienen poder, autoridad y dominio; todo fue creado por medio de él y para él» (Colosenses 1:15-16).
Reprensión (versículos 15-17)
La región de Laodicea carecía de agua fresca, y necesitaban traerla ya sea del valle de Hierápolis o de las montañas de Colosas. Las aguas de Hierápolis eran aguas termales, medicinales, mientras las aguas de Colosas eran minerales y refrescantes. Cuando estas aguas llegaban a la región venían «tibias», habían perdido sus atributos y beneficios naturales. Esta parece ser una metáfora acerca de la verdadera condición de la iglesia de Laodicea; habían perdido sus beneficios y sus atributos como iglesia del Señor.
Ellos se habían abandonado a una mentalidad autocomplaciente y auto gratificante, velando solo por sus propios deseos, apetitos e intereses antes que por cumplir con su función medicinal en favor de todos los «sedientos» y «enfermos» a su alrededor. Jesús les habló a sus discípulos acerca de esta tragedia usando el ejemplo de la sal en Mateo 5:13: «Ustedes son la sal del mundo. Si la sal pierde el sabor, ¿para qué va a servir? ¡Sólo para que la boten y la pisoteen por inservible!».
A la luz de esta evaluación y confrontados con la realidad, Laodicea es llamada a considerar su verdadera condición delante de quien juzga, no según las apariencias sino con justo juicio (Juan 7:24); y es que Laodicea estaba sumergida en el engaño delas riquezas temporales. La prosperidad material de quienes cifran sus riquezas solo en lo temporal, sin dar reconocimiento y honra a Dios por ello, los terminará corrompiendo y echando a perder (Proverbios 1:32).
¿Qué podría poseer Laodicea que no le fuera dado por gracia de quien nos viene todo lo bueno y perfecto? (Santiago 1:17). Y si todo lo que tenían lo habían recibido de las manos generosas de Dios, ¿por qué su absurda jactancia?
Advertencia/consejo (versículo 18)
La misericordia de Dios y su gran paciencia y amor han sido los más grandes motivadores para traer al arrepentimiento y a la fe a los más grandes pecadores. El caso de Laodicea no era distinto. Una vez que Laodicea entendiera su pobreza espiritual y su miseria delante de Dios (de quien vienen todas las cosas), debía «comprar» directamente del Señor riquezas espirituales que perduraran y pudieran permanecer ante el fuego del escrutinio divino (Salmos 66:10; Proverbios 17:3).
Los vestidos y productos exóticos como la lana negra brillante, típica de la región, serían innecesarios si compraran directamente del Señor vestidos de justicia (Isaías 61:10; Apocalipsis 19:8) para no permanecer desnudos ante sus ojos. Su riqueza y salud espiritual serían ese «colirio» con el que, re-cobrando la vista, podrían distinguir y apreciar las cosas eternas. Como está escrito en 2 Corintios 4:18: «Por lo tanto, nonos importa lo que ahora se ve, sino que fijamos la mirada en lo que todavía no vemos. Porque lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve no cesará jamás».
Promesa (versículos 19-22)
¿Qué podría tener Dios para una iglesia corrompida por el materialismo, los afanes y la vanidad de este mundo? Esta iglesia, que por su corrupción merecía la peor de las reprensiones, recibe a cambio la mejor de las promesas. ¿No es esta una revelación de Jesucristo? La Biblia enseña que «… si el pecado aumentó muchísimo, mucho mayor ha sido el amor gratuito de Dios» (Romanos 5:20). La palabra «castigo» usada por el Señor en el verso 19 es la palabra «paideuo», que en el griego original significa «instruir a un niño pequeño».
Dios no iba a destruir a la iglesia de Laodicea sino a disciplinarla. El Señor trata con una gran misericordia a Laodicea; interrumpe sus malos hábitos, sus prácticas viciadas y sus obras corruptas llamando a las puertas. Jesús ha llegado a su casa para que compartan con él el momento más cercano, cálido e íntimo en la cena. Una invitación que Jesús tiene para todo el que tenga oídos y escuche.
Abre el corazón
1 – En qué aspecto de tu vida necesitas darle más crédito a lo que Dios dice de ti que a lo que tú crees de ti mismo?
2 – ¿Qué aspecto del consejo del Señor a Laodicea necesitas comenzar a poner por obra esta semana?
3 – ¿Qué aspecto de la gracia de Dios puedes agradecer más el día de hoy: la interrupción de tus planes, la confrontación de tu pecado o la invitación a conocerlo?
“Este artículo fue extraído del libro “El Regreso (conversaciones acerca del Apocalipsis)” de Hector Hermosillo
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