Un salto de fe
septiembre 22, 2016HISTORIAS INSPIRADORAS: Una misión que valga la pena
septiembre 22, 2016
Pasamos mucho tiempo acomplejados y con obstáculos pensando por qué no podemos hacer algo para edificar el Reino de Dios. ¿Qué es lo que esta deteniendo el mover de Dios en nuestras vidas? ¿Hay pecado oculto del cual no tenemos conocimiento? Se pueden escribir libros con excusas de por qué Dios no se mueve en nuestras vidas. La verdad es que hemos limitado el mover de Dios en nosotros por causa de comentarios negativos y quejas dirigidas a nuestras vidas por las personas que más amamos y estimamos. Hemos llegado a la conclusión de que somos personas ordinarias, débiles y sin ningún talento que ofrecer a la generación de hoy. Estoy convencido de que Jesucristo fue y es experto en tomar lo más ordinario, débil, y simple para edificar el reino. Cuando Jesucristo empezó a escoger a los discípulos no empezó por las escuelas de los rabís sino que escogió a los que estaban a la orilla del mar. La Palabra nos relata en el libro de Marcos 1:16 – 17: “Andando junto al Mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban la red en el mar, porque eran pescadores. Jesús les dijo: —Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres”.
Cada año mi familia y yo nos escapamos a la playa. Me encanta estar a la orilla del mar con mi esposa y mis hijos. A mi hijo Nathan le fascina coleccionar diferentes caracoles que en realidad no tienen ningún propósito porque después, al llegar a casa, me doy cuenta de que son tirados a la basura. Me deleito cuando leo que Jesús escogió lo que estaba a la orilla del mar para edificar el Reino de Dios y pienso en la juventud de hoy que se siente sin propósito como los caracoles a la orilla del mar.
Jesucristo escogió a Pedro, lo encuentra a la orilla del mar, era un hombre ordinario. Pedro no se convirtió en un hombre perfecto porque conoció a Jesús. Algunas de sus deficiencias son declaradas en la Biblia: su fe falló cuando caminó sobre las aguas, cortó la oreja de un soldado que quiso tomar preso a Jesús, también negó a Jesús. Cuando Jesús lo llamó a Pedro, tuvo que ver más allá de la orilla del mar. Jesús no convirtió a Pedro en un hombre perfecto pero sí en un hombre con propósito. La palabra nos relata en Mateo 16:18: “Y yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no la dominarán”. Jesús toma un hombre simple, violento y ordinario para edificar Su reino. Jesús siempre busca lo ordinario, es que es la única manera que los inconversos pueden creer. Pedro fue el líder entre los discípulos y uno de los discípulos amados de Jesús. Pedro fue la primera gran voz del evangelio, después escribió dos de los libros de la Biblia. No podemos darnos por vencido, Jesús quiere hacer grandes cosas en nuestras vidas. Dejemos que Jesús se encargue de nuestras debilidades y deficiencias, vamos a seguirle!