Ideas para devocionales familiares
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octubre 1, 2020Conectarte con tus adolescentes es fundamental para que puedas guiarlos, acompañarlos e influir en ellos. Ten en cuenta que tu capacidad de relacionamiento es fundamental para dar apertura a un diálogo sincero y de confianza. Un adolescente evitará acercarse a alguien en quien no confía. Por eso es importante lograr construir una relación significativa entre ambos. Dios así lo hizo. Envió a su Hijo para darnos la posibilidad de ser salvos por medio de Él. Jesús se dio a conocer, y su acercamiento fue intencional: vino a buscar y a rescatar lo que se había perdido. Además, Él nos enseñó cómo debemos hacer nosotros para buscar lo que está perdido. Lo hizo con su ejemplo y sus palabras: “Supongamos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla?” (Lucas 15.4).
A partir de las palabras y el ejemplo de Jesús, podemos aprender que resulta fundamental para conectarnos con otros el demostrar interés genuino, y el establecer relaciones profundas y auténticas. Para ello necesitamos desarrollar habilidades sociales. Debemos prestar atención al modo en que expresamos nuestros sentimientos, ideas, deseos, actitudes y opiniones cuando nos relacionamos con los demás en cada situación, y debemos respetar también a los demás cuando manifiestan lo que sienten, creen y reclaman. Nuestras conductas determinarán el éxito (o el fracaso) de nuestras relaciones, y de la resolución de problemas de toda índole a nivel interpersonal.
Aprendamos, entonces, de Jesús, quien manifestó conductas apropiadas para cada situación. Él lidió con todo tipo de personas; tuvo la sabiduría y la habilidad para responder y actuar siempre con sensatez y dominio propio; tuvo un absoluto manejo de sus emociones y de sus reacciones; amó incondicionalmente y perdonó aun a quienes no merecían su perdón. Él se posicionó por encima de las reacciones de las personas, porque comprendía su realidad. Mateo lo expresó de la siguiente manera: “Al ver a las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor” (Mateo 9.36). De aquí podemos deducir que el procurar comprender a los demás es la base para las relaciones interpersonales. ¡Cuánto más para el caso de los adolescentes, quienes suelen ser desconfiados al relacionarse con los adultos!
¿Te cuesta generar relaciones significativas con tus adolescentes? ¿Te resulta difícil saber qué decir o cómo actuar? ¡No te desanimes! Como toda habilidad, es posible desarrollarla y potenciarla. Esto significa que podemos ser mejores de lo que ya somos. Y aquí te brindamos la primera pista para que tengas éxito: ¡Trata a los adolescentes como desearían ser tratados! Para lograr conexión con tu adolescente es fundamental que registres e interpretes sus sentimientos y demuestres interés en él. Habrás oído decir que la empatía es “meterse en los zapatos del otro”. De hecho, es la habilidad de saber y entender lo que siente el otro. O, dicho por D. Goleman, “es comprender los sentimientos del otro y su perspectiva, y respetar las diferencias entre lo que cada uno siente respecto a las mismas cosas”.
La empatía es la base de las relaciones interpersonales. Sin ella no podríamos interpretar a los demás, ni sentir compasión por ellos. Por lo tanto, cuando aconsejas sobre una situación conflictiva en la vida joven de alguien, todo dependerá de la perspectiva en la que te posiciones delante del conflicto. La posición que asumas determinará las estrategias que seguirás para el acompañamiento, las cuales podrían ser acertadas o inapropiadas para el caso. De ahí la importancia de cuidar que no tengas prejuicios hacia la persona o personas involucradas, y que no asumas una postura sin haber analizado la versión de cada parte.
De hecho, tener una actitud objetiva frente a cada situación es una decisión que debe ser ejercitada, revisada y ajustada constantemente, a fin de evitar obnubilarse al momento de asesorar. De más está decir que, en un momento de crisis o de incertidumbre, lo que una persona necesita es precisamente una visión objetiva y un análisis con un mínimo sesgo de subjetividades por parte de su consejero. Además, cuando tu adolescente note que lo estás escuchando profundamente, comprendiendo sus sentimientos y su estado de ánimo, y dándole la importancia que él le da a la situación, esto fortalecerá el vínculo entre ustedes.
Recuerda que la clave de la empatía es que los trates como ellos necesitan que lo hagas, y como ellos esperan: con respeto, consideración y amor. Por eso los consejeros debemos transmitir a nuestros adolescentes la seguridad de que los entendemos. A medida que vayamos desarrollando esta habilidad social, a través de la práctica, el aprendizaje y el mejoramiento, iremos construyendo y reforzando los puentes entre ellos y nosotros.
Hay pequeños gestos, actitudes, y palabras que nos pueden ayudar a mejorar nuestra empatía, tales como:
- Prestar atención a la comunicación no verbal (tono de voz, postura, expresión, gestos, mirada) y no solo a la verbal. Con las palabras, alguien podría expresarte sentimientos o ideas que en realidad no tiene. Quizás, por ejemplo, esté enamorado de una persona y no lo exprese verbalmente, pero tú puedes leerlo entre líneas.
- Intentar interpretar sus motivaciones y su realidad. Tu adolescente pudo haber tenido una pelea con su mejor amiga, y esa situación determinará también su perspectiva respecto de otras situaciones.
- Ayudar a que sea sincero. Tú puedes lograr que un adolescente abra su corazón si formulas preguntas sencillas tales como “¿cómo te sientes?”, esperas que te responda, y fijas tu mirada sobre él o ella ofreciéndole toda tu atención. Si es un tema difícil, puedes poner una mano sobre su hombro para transmitirle que todo estará bien y que estás ahí para ayudarlo.
- Abstenerte de dar sermones e instrucciones apenas inicie la conversación. Primero debes centrarte en comprender el problema y lo que siente tu adolescente, antes de dar consejos.
• Repetir lo que te ha dicho, con un tono de voz adecuado, para asegurarte de haber comprendido bien. Por ejemplo, puedes decirle: “Intentaste hablar con tus padres en tres ocasiones el día de hoy y no lo has conseguido, entonces te sientes desanimado y triste… Creo que por esta razón te sientes solo. ¿Crees que es así?”. Al hacer esto, utilizas las mismas palabras o expresas las mismas ideas que él te compartió, y luego le trasmites tu interpretación esperando que corrobore si estás en lo correcto o no. Cuando logras esto, entonces pasará de narrarte lo sucedido a abrirte su corazón, porque se siente comprendido. ¡Lo conseguiste! Así que recuerda: todo comienza por la empatía.
Este artículo fue extraído del libro: “Manual de consejería para el trabajo con adolescentes” de Esteban Obando, Karen Lacota y Adrián Intrieri
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