¿Y si tu cónyuge no quiere servir en el ministerio juvenil?
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marzo 22, 2017Estamos viviendo una etapa de transformación en la cultura eclesial. Son varios los ministerios que han caído en la cuenta de que si no hacemos cambios drásticos en la forma en la que hacemos iglesia, las siguientes generaciones no lograrán heredarla. Al mismo tiempo los más dogmáticos levantan su voz, rechazando a los emprendedores de nuevos métodos que se van en contra de la cultura tradicional de iglesia, basados en la intención de rescatar los valores que por décadas se han defendido a capa y espada.
Entonces, ¿Cómo reaccionar frente a un proceso de necesaria reforma de la liturgia, sin descuidar los principios innegables de la Palabra de Dios a los que estamos irremediablemente sujetos por voluntad y decisión propia? ¿Cómo promover cambios sin ofender a Dios y seguir alcanzando a las siguientes generaciones? ¿Qué hacemos para no perder a todos los que ya han sido alcanzados y enseñados en un contexto tradicional de iglesia?
En primer lugar, recordemos que la iglesia de Cristo fue concebida desde una perspectiva contracultural. Los principios del evangelio nos obligan a enfrentarnos a la cultura en la que vivimos y a tomar decisiones. Entonces, la iglesia tiene un diseño contracultural. Es interesante que con el pasar de los años, la iglesia se convirtió en un reflejo del mundo, llena de corrupción pero fingiendo que todo iba de acuerdo al plan. Allí llegó la Reforma de Lutero, un movimiento contracultural que removió las bases del pensamiento global respecto de Dios y de la iglesia.
Actualmente sentimos que es necesario otro movimiento de reforma similar al del siglo XVI, ya que la cultura ha ido cambiando muy rápido haciendo sentir a la iglesia obesa y necesitada de entrenamiento para dar respuestas adecuadas a las nuevas generaciones. Aquí urgen las nuevas tendencias que entienden la cultura, y que sin adaptarse a los principios malogrados de la sociedad, logran llegar a las personas que Dios ama.
Hace algunos años se publicó un libro escrito por Bono (U2), lo llamaron: Rompiendo el molde. Fue uno de los títulos que llamó mi atención de manera particular. Había estado inconforme con los “moldes” que normalmente ponemos en nuestras iglesias y ministerios para pedirle a la gente que encaje allí. Si la gente no encaja los vemos mal y les damos consejos para que se adapten mejor, esperando que en algún momento, con algo de esfuerzo puedan ser parte del molde.
La Biblia nos muestra ejemplos de gente que fue llamada por Dios a romper un molde.
- Abraham, cuando lo seguro y cómodo era quedarse y seguir viviendo como había aprendido, Dios le mandó a salir y buscar una nueva tierra.
- David rompió moldes de estrategia militar contra el gigante.
- Los creyentes del libro de los Hechos se enfrentaron al molde de los fariseos y a muchos les costó la vida, promulgando un estilo de vida diferente.
Estos y muchos otros personajes bíblicos nos demuestran que el llamado de Dios no se cumple necesariamente dentro de los parámetros instituidos por los hombres. Dios siempre establece los parámetros.
Jesús nos mostró constantemente una forma diferente de hacer ministerio. El no se rigió por los moldes culturales instaurados por los fariseos, hacía cosas diferentes que rompían el modelo que los religiosos de aquel tiempo habían impuesto, creaba nuevas formas de hacer ministerio y de predicar el mensaje de salvación. Eso hace que muchos interpreten a Jesús como un “rebelde”, pero nada más lejos de la realidad. Jesús siempre tuvo claro varias normas que jamás hubiera roto. Él no vino para desechar la ley, sino para cumplirla.
Dios ha estado levantando en las últimas décadas hombres y mujeres con un llamamiento contracultural, es decir gente dispuesta a crear nuevas formas de hacer ministerio, diferentes a la cultura habitual que conocemos, y muchas veces han sido criticados y juzgados por otros que aún no han entendido que ese estilo de ministerio también puede ser delegado por Dios.
Hay otros que por tratar de ir contra la cultura establecida, han cometido errores graves, desechando principios básicos que como hijos de Dios debemos observar, quizás no con mala intención, sin embargo han sido ocasión del descrédito delante de la gente.
Personalmente yo soy uno de esos que siempre me pregunto los “porqué” de todo. ¿Por qué hacemos tal cosa de esta manera o de aquella otra? ¿Qué nos impide hacerlo de manera diferente? Soy un luchador a favor de la innovación. Pero vivir al borde de la innovación no quiere decir cambiar por cambiar, o estar a la moda por el simple hecho de estarlo, y mucho menos atentar contra principios universales que Dios nos pide guardar. No se trata de decir: si todos están usando luces de escenario, yo también debo hacerlo, si todos están usando deportes yo lo haré igual, si ahora todos hacen videos es tiempo de que yo lo haga también.
Innovar no es maquillar o estar a la moda. Cuando maquillas, en algún momento el maquillaje se corre y la máscara cae dejando ver el rostro real. Si solo estás a la moda, seguro te verás bien, pero no entregarás más que formas atractivas en apariencia, pero que no transforman vidas ni hacen discípulos.
La verdadera innovación te obliga a hacerte las preguntas adecuadas. ¿Por qué hacemos lo que hacemos? ¿A quienes llegaremos si lo hacemos diferente? Innovar es encontrar nuevas rutas para llegar al mismo propósito, el cual debes tener completamente claro.
La clave para esa claridad es recibir un llamado de Dios, escuchar su voz y estar seguro de qué es lo que Dios te está enviando a hacer. No es copiar otro molde, no es adaptar un modelo novedoso, se trata de estar seguro tanto del lugar donde Dios te quiere como de lo que quiere que hagas.
Esa plataforma espiritual es el inicio de un buen ministerio contracultural. Luego de eso debes tener muy claro los principios que regirán ese estilo de ministerio.
Aquí algunos ejemplos de principios ineludibles para un ministerio contracultural:
- La palabra de Dios siempre será superior.
Los principios de la palabra de Dios siempre serán mayores a cualquier método, estrategia o modelo que quieras implementar para cambiar la cultura circundante. Por eso es necesario que estés bien preparado para hacer una correcta exégesis de la Biblia, tener claros los procesos hermenéuticos que rigen una adecuada interpretación de las escrituras. Ten cuidado de usar la Biblia solo para justificar cosas que quieres hacer, así no funciona. En realidad es al revés. Primero Dios te habla y te da dirección de a dónde debes ir, te da visión y pone pasión en ti para cumplirla. Luego de eso te dará los cómos y los cuándos.
- El molde se puede romper, la meta no.
Pienso que todas las estrategias, modelos y formas, son variables sujetas a cambios. Lo que no puede cambiar es la meta ulterior que todos tenemos como hijos de Dios. Quizás esta sola meta se subdivide en algunas áreas: predicar el evangelio, hacer discípulos, sanar a los quebrantados de corazón, etc. Quizás te pueda ser útil leer Isaías 61:1-3. Ese fue el pasaje que leyó Jesús en Lucas 4 para explicar la meta bien definida que tenía. También te servirá Mateo 28:18-20, que relata la famosa gran comisión. La meta es la misma para nosotros. Todo lo que hagamos para cumplirla dependerá de la época, cultura, llamado, estilo, etc. Para eso siempre es necesario romper algunos moldes como Jesús lo hizo, pero recuerda: Él jamás cambió la meta ni el mensaje. ¿De qué te serviría tener un ministerio genial y diferente si no hace un solo discípulo?
- Ir contra las costumbres no es ir contra las personas.
Oponerse a las costumbres o formas habituales no significa que te vas a pelear contra el mundo entero, llevando la bandera de cambio, puede ser que ofendas a muchos sin querer, o a veces intencionalmente como si fuera una clase de venganza. Ten cuidado de cómo se mueven tus emociones en este camino. Las personas que están haciendo ministerio de una forma tradicional fueron llamadas por Dios también, y es probable que Dios les quiera haciendo esa clase de ministerio. Ten en cuenta que no por ser llamado a un ministerio contracultural, es lo correcto para todo el mundo. Además debes amar y respetar a todos quienes hacen ministerio de cualquier manera diferente a la tuya. No tienes la única opción de ministerio, pensar así te convertiría en sectario y orgulloso, algunos dirían que fariseo. Por el contrario, te animo a respetar a los pastores que han entregado décadas de su vida a hacer lo que Dios les llamó a hacer y han llevado a tantas personas a los pies de Cristo. Diciendo esto recuerdo que yo mismo llegué a Cristo en una iglesia tradicional, como el 99% de todos nosotros.
Finalmente te quiero alentar. Muchos son llamados para un ministerio contracultural, pero no todos son escogidos. Quiere decir que Dios nos quiere a todos haciendo ministerio, pero no nos quiere a todos sirviendo de la misma forma. El propósito de esto es poder alcanzar a la mayoría de gente en toda su diversidad. Recuerda que nuestro Padre es quien más quiere que todos sean salvos y procedan al arrepentimiento.
No importa cuál sea el llamado, si Dios lo hizo es correcto. Iglesias o ministerios para tribus urbanas, skaters, rockers, iglesias informales, las que no se reúnen el domingo, iglesias en casas, ministerios virtuales, ministerio por redes sociales, ministerios de terapia grupal, coaching espiritual, o clubs de lectura, la lista es interminable y muchos de los que irían a una de estas iglesias o ministerios, quizás nunca llegarán a una iglesia tradicional.
Si eres uno de esos precursores, pioneros, creativos, impetuosos que aman a Dios sobre todas las cosas y a la gente que Dios ama, ¡ADELANTE!