Padres imperfectos, Padre perfecto
agosto 27, 2025Jesús, el mejor maestro de la historia
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Un encuentro que lo cambia todo
Jesús le contestó: −Si supieras lo que Dios puede darte y quién es el que te está pidiendo agua, serías tú la que le pediría agua a él y él te daría agua que da vida. Juan 4:10
La mujer samaritana había tenido cinco maridos, pero era desdichada, su corazón seguía triste y no conocía la plenitud. Jesús menciona su herida, pero no lo hace con la intención de juzgarla sino de sanarla (Juan 4:16), y eso mismo quiere hacer contigo, Él quiere que al igual que ella seas consciente de tu herida, y de esta manera llevarte por un proceso de sanidad que te conducirá a reconocer que la única Agua Viva que llena la plenitud del corazón y el alma la encontramos en Jesús, y no en la validación de un ser humano igual de imperfecto a nosotros. Probablemente si esta ruptura no ocurre, no te habrías dado cuenta de tu herida.
¿Has sentido que no vales nada? Así me sentí yo en algún momento y estoy segura de que de la misma manera se sintió la mujer samaritana, una mujer despreciada por muchos y que tenía un largo historial de desamor, a tal punto que no le era permitido compartir con otras mujeres porque era vista como una prostituta. Esta mujer nos representa a todos, hombres y mujeres, porque debido a nuestra naturaleza caída todos llevamos una herida que condiciona nuestras decisiones y, por lo tanto, debemos llevarla ante el Señor para que la sane.
No sé cuál sea tu historia, de lo que sí estoy segura es que ese desamor es el “pozo” donde Jesús quiere encontrarse contigo y darte una nueva vida. La mujer samaritana estaba abatida por el dolor del rechazo y el abandono, pero Jesús se percató y desvió su camino para encontrarse con ella y darle la oportunidad de conocerlo; de la misma manera Dios ha permitido esa ruptura para que tú te encuentres con Él y conozcas la fuente de Agua Viva que realmente podrá saciar tu vida.
Jesús no expone tu herida para juzgarte sino para sanarte.
Ideas
Empieza por escribir o grabar un audio con todo lo que sientes. Haz de cuenta que le vas a enviar esa carta o ese audio a Dios, no te quedes con nada, no hay detalles menores cuando se trata de ser sincero con Dios. Si sientes que quieres morir, exprésalo, si sientes rencor o rabia contra ti, contra la otra persona, contra las circunstancias o incluso contra Dios exprésalo también. Si vas a empezar este camino de sanidad, debes ser lo más sincero que puedas, finalmente en eso se basa una relación, en la confianza.
Este artículo fue extraído del libro “Lo que aprendi del desamor” de Isabel C. Ocampo
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