Longevidad. Una estrategia urgente
septiembre 22, 2016Internet, ¿la trampa de los sentidos?
septiembre 22, 2016Escuché hablar a un conferencista que se refería a la adolescencia como una de las peores plagas de Egipto. Escuché decir a uno de los hombres de Dios que más respeto, que era mejor enfrentarse a un pelotón de fusilamiento que a un auditorio de adolescentes. ¿Qué tiene de rara o de conflictiva esta generación, que se nos hace tan difícil poder comunicarnos con ellos? ¿Por qué nos cuesta tanto encontrar en ellos una generación comprometida y dispuesta al desafío?
Creo que son muchos los elementos que juegan un papel importante y no podríamos tratarlos todos en un solo artículo. Pero quisiera que prestemos atención a algunas cosas importantes que sobresalen.
El crecimiento protagónico de la masa inmadura
La iglesia descubrió hace años lo importante de trabajar con niños. Es imposible saber cuántas iglesias nacieron por medio de una extensión de la escuela bíblica en los barrios o lo que normalmente se dio en llamar “horas felices”. Mucho antes había entendido la importancia de trabajar con jóvenes y justamente muchas iglesias crecieron por esta causa. Pero los años pasaron y se fue produciendo un cada vez más marcado abismo entre la niñez y la juventud; como si fuera una falla geográfica que iba pronunciándose cada vez más. Ese abismo al que me refiero es a lo que llamamos adolescencia. No es que la adolescencia no existiera antes… pero el protagonismo que alcanzó en las ultimas dos décadas fue notable para toda la sociedad. Contestá estas preguntas y mirá si te estoy mintiendo ¿Qué edad tiene la mayoría de las estrellas del deporte mundial? ¿Qué edad tienen las protagonistas de las novelas de más alto rating? ¿Qué edad tienen las modelos más requeridas? ¿Qué edad tiene la mayoría de los asaltantes a mano armada? ¿En qué edad existe el mayor índice de suicidio? ¿A qué edad se comienza a consumir drogas comúnmente?
Claro que este protagonismo tiene dos caras: la gloria en la vidriera de los medios, o la frustración de los descartados… y en el medio se encuentran los que no están ni aquí ni allá pero que no pueden vivir ajenos a esa realidad. La verdad es que el protagonismo es de la masa y no de cada adolescente individualmente.
El diálogo robado
Otro punto. Solo hace falta prestar un poco de atención y verlo. Estamos frente a una brecha de edad cuya comunicación con sus mayores fue robada literalmente por los medios de comunicación. Claro que sería muy fácil decir: “Claro, yo siempre lo digo, ese televisor…” y demonizar el aparato cuadrado y vidrioso. Pero lo correcto es que analicemos cómo una simple cosa pudo robarnos el pasar tiempo con esta generación.
Este es el tiempo donde papá y mamá trabajan muchas horas y los adolescentes pasan mucho tiempo solos en sus casas. Esta es una generación que se encontró con una iglesia que prestaba mucha atención a los niños y a los jóvenes pero que no previó el protagonismo crucial que la sociedad le daría a la adolescencia. Y cuando se dio cuenta, ya doña Rosa estaba cruzando la vereda, ya el padre estaba confundido, la escuela no sabía qué hacer y el pastor tenía un nuevo problema en su escritorio. ¿Y antes de darnos cuenta? Antes de eso fuimos los distraídos jugando al huevo podrido. Nuestros chicos pasaron y siguen pasando innumerables horas de información equivocada vía los medios de comunicación.
Esta es una generación a la que no hemos sabido atender correctamente en la faz de los afectos y las emociones. A la que privamos del diálogo, de la charla frontal y sincera, del tiempo calidad.
Un llamado a la madurez
¿Y la generación que debería contener a estos adolescentes? Esa es la generación a la que le tocó una de las más difíciles etapas: el fin de los altos ideales, la decadencia de los valores, la victoria de lo superfluo, la inestabilidad económica, emocional y familiar. Tan confundidos y a veces tan frustrados, que encargarles la formación de una nueva generación fue un peso increíble para sus débiles hombros. Una generación de personas adultas que sufren su condición de adultas, que carecen de autentica madurez y que desearían volver a la adolescencia. De hecho, tantas veces se comportan como adolescentes. Son una nueva versión de ciegos guiando a otros ciegos. Adolescentes educando adolescentes. Por esta causa es que la ausencia de modelos se ha hecho tan notoria.
Una propuesta para el cambio
Todo esto puede parecer muy duro pero debe entenderse en el contexto de la gravedad de la situación, de la incapacidad de resolver la cosa con recursos humanos y de la mano extendida de nuestro Señor brindándonos sus propios recursos.
¡Qué sería de nosotros si no fuera por este último detalle! Dios quiere dar una respuesta a la necesidad humana. La Biblia declara que Dios quiere formar a cada creyente para que alcance la estatura de la plenitud de Cristo.
De este modo todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo (Efesios 4:13). Dios quiere convertir a cada hermano de esta familia en un ser pleno, lleno de su Espíritu, que no solo vaya a todos los cultos sino que sea una fuente inspiración y estímulo a las generaciones que vienen.
Cuando un adolescente te ve, ¿qué ve? ¿Alguien que se tragó la píldora de esta sociedad que te hace creer un viejo desahuciado? ¿Alguien a quien le da lo mismo vivir que verse morir? ¿Alguien que a pesar de los años sigue haciendo “caprichitos” en casa, el barrio o la iglesia?
Nuestros chicos tienen que ver adultos contentos en su condición de adultos, madurando cada día, deseosos de servir a su Dios y al prójimo, anhelando la llegada de cada amanecer para encarar la vida con el Señor.
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