El crecimiento de la iglesia en la adversidad
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diciembre 6, 2024La ciencia no hace más que confirmar el hecho de que Dios nos ha diseñado para vivir en comunidad, y para que nos necesitemos los unos a los otros. Cuando la Iglesia abandona el discipulado basado en relaciones, está yendo en contra del diseño de Dios para nuestro cerebro.
Debido a que somos seres sociales, necesitamos encajar, vincularnos con los demás, y ganarnos el respeto y la aprobación de nuestros semejantes. Somos gregarios, y el instinto de reunirnos está integrado en nuestro ADN tanto práctica como espiritualmente. Por lo tanto, las iglesias debemos ocuparnos activamente de proveer oportunidades de conexión relacional.
Remo y Teresa viajaban cada semana 80 km con su VW1500 desde Venado Tuerto hasta Wheelwright, en el sur de la provincia de Santa Fe, Argentina, para compartir una reunión en casa de Walter y Judith. La entrada, el living y la cocina se llenaban con las aproximadamente cincuenta personas que se reunían en cada encuentro. Yo tenía unos 10 años de edad y asistía con mi hermana y mi mamá. Antes de comenzar, compartíamos un vaso de jugo de naranja y algo dulce para comer.
Cierto día, Teresa me pidió que me preparara para hacerla oración por los alimentos la semana siguiente. Toda la semana me la pasé memorizando una oración. Cuando llegó el momento, me puse de pie frente al grupo de personas que estaban allí y… se me puso la mente en blanco. Intenté balbucear algunas palabras, pero no fue nada parecido a lo que yo había practicado.
Una vez terminado el momento de vergüenza, sucedió algo inesperado. Teresa se me acercó, me felicitó, y me dijo: “¡Lo hiciste tan bien que quisiera que te prepares nuevamente para hacerlo la semana que viene!”. Al verla con tanto entusiasmo y cariño invitándome a repetir mi papel a la semana siguiente, lo primero que pensé fue que a lo mejor estaba sorda y no había escuchado bien. Sin embargo, luego comprendí que ella había modelado gracia, y que estaba más interesada en mí como persona que en mi “performance”.
¡Todos necesitamos que alguien nos vea como Jesús nos ve! Un par de años después, fue ella misma quien me desafió a enseñar en ese grupo, y así comencé a descubrir mi llamado siendo aún un adolescente. A veces olvidamos que el Dios dela Biblia es el Dios de las personas de la Biblia. Al igual que las personas en la antigüedad desarrollaron su visión de Dios como “el Dios de Abraham”, “el Dios de Isaac”, o “el Dios de Moisés”, así nosotros hoy también desarrollamos una visión cristiana de la vida porque hemos sido afectados por el ejemplo del Dios de Teresa, Héctor, Carlos, Rubén, Omar…
Dios, a lo largo de la historia, ha usado a personas y familias imperfectas para mostrar su obra perfecta de amor, redención y restauración a través de ellas. Entonces, ¿cuál es el punto de todo esto? El punto es advertir el peligro de que, como creyentes, nos quedemos encerrados en nuestros sermones, reglamentos, doctrinas, disciplinas espirituales y programas de la iglesia, y que nos olvidemos de que el carácter de Dios se reveló a una cultura antigua a través de una persona real.
Evidentemente, Dios vio la necesidad de mostrarles quién era Él a personas que no podían verlo, enviando a alguien a quien pudieran ver. La gente no puede ver a Dios. Ellos no pueden ver a Jesús, y no pueden ver al Espíritu Santo. Pero pueden ver a las personas que siguen a Jesús y viven para Él. ¡Pueden ver a la Iglesia! Por ejemplo, los más chicos necesitan crecer sabiendo que fueron hechos a la imagen de Dios y que son amados por Jesús para poder amar a otros. Pero ellos no serán capaces de comprenderlo plenamente a menos que algunos adultos les muestren lo que es ir más allá de las relaciones superficiales.
La Iglesia ha sido y sigue siendo la más extraordinaria estrategia y la idea más brillante del cielo para que las personas puedan descubrir y conocer a Jesús. Y en este plan, lo que hacemos desde nuestro lugar de pastor, líder, padre, madre, joven, o lo que cada uno sea, es esencial. La misión es simple, pero al mismo tiempo compleja: cada uno de nosotros debemos modelar a ese Jesús que los demás necesitan ver.
Foto de Sincerely Media en Unsplash
Este artículo fue extraído del libro “La iglesia relacional” de Sergio Valerga.
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