Longevidad. Una estrategia urgente
septiembre 22, 2016Dios nunca deja de amarte
septiembre 22, 2016Si eres de los que dice “Me cuesta entender y explicar la doctrina de la Trinidad a otras personas”, entonces tengo una buena noticia para ti: ¡Eres una persona normal! Así es. No existe ninguna persona sobre esta tierra que pueda decir que entiende en su totalidad y profundidad ese gran misterio que se llama la Trinidad. Sin embargo, en la tarea de satisfacer las inquietudes naturales que como seres humanos tenemos, se hace necesario explicar en qué consiste esta fundamental doctrina de la fe cristiana.
Quizá una buena forma de comenzar sea explicar qué no es la doctrina. Primero, la Trinidad no es la creencia en tres dioses. La Biblia enseña con claridad, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, que Dios es uno (Deut. 6:4) y que hay un solo Dios (1 Tim. 2:5). Jesús nunca proclamó ser “otro” Dios, sino que dijo que él y el Padre eran uno (Juan 10:30). Segundo, el cristianismo no cree que las tres personas son sólo distintos roles de la misma persona, convirtiéndose a veces en el Padre, a veces en el Hijo y a veces en el Espíritu Santo, como si la Divinidad sufriera de múltiple personalidad. Tercero, tampoco cree la iglesia cristiana en un Dios que creó a Cristo como un dios menor, tal y como enseñan algunos grupos sectarios.
La doctrina de la Trinidad sí es la creencia en un solo Dios en tres personas eternas e iguales, aunque distintas en personalidad. Esta doctrina es sustentada por algunos indicios en el Antiguo Testamento y abundantes pruebas en el Nuevo Testamento. Ya te dije antes que la Biblia enseña claramente que Dios es uno y que hay un solo Dios. Sin embargo, el Antiguo Testamento presenta algunos indicios de la pluralidad de la Divinidad. En primer lugar, hay varios pasajes en los que Dios parece hablar consigo mismo en plural: “Hagamos al hombre” (Gén. 1:26); “descendamos y confundamos allí su lengua” (Gén. 11:7). En segundo lugar, hay textos que parecen presentar a Jehová hablando con otro personaje que también es Jehová (Zac. 3:1-2). El Nuevo Testamento presenta con gran claridad que Jesucristo es Dios (Juan 1:1; Rom. 9:5; Tito 2:13; Fil. 2:5-6; Col. 2:9; 1 Tim. 3:16; 1 Juan 5:20; Ap. 1:8,11-13). Además, la Biblia afirma que el Espíritu Santo posee características, atributos y derechos que sólo corresponden a Dios (conoce lo profundo de Dios, 1 Cor. 2:10; imparte vida, Rom. 8:11; es creador, Job 33:4; es omnipresente, Sal. 139:7). Por último, se debe señalar la existencia de pasajes bíblicos que presentan a las tres personas en alguna actividad conjunta: Mr. 1:10-11 en el bautismo de Jesús; Mt. 28:19 en la fórmula que se debe usar en el bautismo, en la que, de paso, puede verse la existencia de un solo nombre para las tres Personas; 2 Cor. 13:14 en una salutación del apóstol Pablo, quien los pone a los tres como dignos de derramar bendiciones sobre los lectores de esa carta. Como puedes ver, la Trinidad no es la invención de algún teólogo “desvelado”, sino que es una enseñanza clara de la Palabra de Dios.
En el pasado, ha habido intentos de muchos cristianos por explicar la doctrina de la Trinidad, diciendo que es posible encontrar otros ejemplos de cosas que son “tres en uno”. Algunos de esos ejemplos los puedes leer a continuación: 1) El agua (la misma agua, pero en sus tres estados, sólido, líquido y gaseoso); 2) las dimensiones de las cosas (largo, ancho, profundidad), son tres, pero es la misma cosa; 3) Los árboles, ya que tienen raíz, tronco y ramas, pero es el mismo árbol; 4) El hombre que es, a la vez, esposo, padre e hijo; 5) El trébol que tiene tres hojas, pero es el mismo trébol; 6) la electricidad que impulsa un motor, que da luz por medio de una lámpara y que hace funcionar una plancha (son tres clases de aparatos, pero es la misma electricidad); 7) El triángulo que tiene tres lados iguales, pero es un solo triángulo; etc.
La verdad es que ninguno de estos ejemplos—y ningún otro—pueden ilustrar a la perfección una verdad tan profunda e infinita como la de la Trinidad. De hecho, recuerda que la mente humana es finita, limitada e imperfecta. Por lo tanto, ¿crees tú que una mente tan pequeña como la mía, la tuya o la de algún maestro de ciencias puede explorar la naturaleza infinita de Dios? Para ser sinceros, si alguien puede llegar a entender el misterio de la Trinidad, esa persona tendría que ser Dios mismo (1 Cor. 2:11). De esta manera, ¡más bien hay que dar gracias a Dios porque no podemos ilustrar cómo es él! ¿Te das cuenta? Si pudiéramos comparar al Señor con alguna cosa que hay en la naturaleza, ese Dios sería pequeñísimo; del tamaño del entendimiento de cualquier ser humano. No valdría la pena confiar en él, ya que no sería Todopoderoso, infinito u omnipresente.
Debido a nuestra incapacidad para llegar a entender a la Persona de Dios, es que Él tomó la iniciativa y decidió hacerse como uno de nosotros, en la persona de Jesucristo, para que pudiéramos apreciar cómo es Él. Por eso es que Jesús pudo decir que quien lo había visto a él había visto al Padre (Juan 14:9) y es por ello que se puede decir que Jesús vino para dar a conocer a Dios (Juan 1:18). Lo más que podemos llegar a afirmar es que Dios es uno solo, pero se manifiesta en Padre, Hijo y Espíritu Santo. Aunque cada una de estas tres Personas tiene existencia propia, distinta de la de los otros dos, es el único y eterno Dios en el que creemos. Si alguien quiere burlarse ti debido a esa creencia, puedes contestar que, el hecho de que no podamos entender algo, no significa que no sea real. Di que esa es la enseñanza que el mismo Dios nos ha revelado y que prefieres confiar en lo que Dios te ha dicho que en lo que cualquier ser humano diga. Aunque mi mente no puede comprenderlo, todo mi ser lo acepta como la verdad que el Señor mismo nos quiso comunicar. ¡Gloria a su nombre!
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