¡No me gusta que me evalúen!
septiembre 22, 2016Liderazgo de Redención
septiembre 22, 2016
Seguramente has escuchado el dicho: “El que dice que no es orgulloso, más lo es”. Me parece chistoso cuando escucho a alguna persona afirmar: “Soy muy humilde”. El simple hecho de que tengas que explicar que eres muy humilde constituye un oxímoron. La realidad es que todos peleamos con el orgullo.
Como líderes tendemos a aparentar que somos humildes cuando en realidad estamos escondiendo la batalla interna con el hermano Yoyo. Se trata de una batalla contra la voz interna que constantemente te está recordando que te preocupes solo por ti, por los deseos que sientes de mentir sobre la cantidad de jóvenes que tienes en tu grupo cuando estás hablando con un líder de otra iglesia o por la reacción ante un amigo o uno de tus líderes que te está corrigiendo sobre algo que sabes muy bien que debes cambiar.
¿Quién es, entonces, el hermano Yoyo? ¡Muy fácil! Se trata de tu propio “yo”! Y obviamente, sabes que a Dios no le gusta esto para nada (Santiago 4.6).
De modo que, ¿cómo peleamos con este “yo”?
¿Cómo podemos ganar esta guerra constante con el orgullo?
Toma la decisión de hacerlo a diario. Vivimos una vida pública y cada día nuestros chicos nos están observando. Observan cada paso que damos, cada decisión que tomamos, cada reacción que tenemos y cada palabra que pronunciamos. Por eso, tenemos que tomar a diario la decisión de autoanalizarnos. Debemos hacernos la pregunta: ¿Por qué hacemos lo que hacemos? Nuestros jóvenes deben comprender que con la humildad viene la sabiduría, pero más vale predicarlo en acciones que con palabras (Proverbios 11:2).
¡Reconoce que no eres el gran YO SOY! Nuestro Señor sí lo es, así que deja a un lado tu “yo” y concéntrate en Dios. Preocúpate por tu relación con Él en el lugar de concentrarte en ti mismo. Ponle atención a su Palabra, que penetra en lo más profundo de tu corazón.
No dejes que tu “yo”te haga apartar la mirada del gran YO SOY. Si te mantienes enfocado en Él, le enseñarás a tus jóvenes por medio de tus acciones: “¡Yo no lo soy, pero Él sí es el gran YO SOY!”.
Extraído de “La Biblia para el Líder de Jóvenes”.