La pregunta que todo líder debe hacerse
abril 3, 2019Tus adolescentes y los medios
abril 4, 2019Cuando me inicié en el ministerio juvenil, no tenía idea de lo que esto significaba. Había crecido fuera de la iglesia, nunca había estado en un grupo de jóvenes. Así que fue un tanto irónico cuando el pastor general de la iglesia me pidió que liderara el ministerio de jóvenes de nuestra iglesia, luego de que el antiguo líder se fuera. Me sentí totalmente fuera de contexto. La única imagen de pastor de jóvenes que yo tenía era la del súper atlético, carismático, sonriente, alto, enérgico, animador, y yo era el polo opuesto. Yo no era para nada un joven atlético y deportista (a menos que el bowling y el billar cuenten), era introvertido. Sin embargo, si tenía una pasión para hacer lo que fuera para comunicar y presentar a Jesús a aquellos jóvenes, así que dije que sí.
Fase 1: Pensar que el ministerio juvenil pasa por la metodología
Cuando decidí convertirme en pastor de jóvenes, llamé a otros líderes de otras iglesias para saber lo que estaban haciendo. Yo quería saber qué era lo que funcionaba, incluso visité algunos para tener modelos. Fui a la biblioteca cristiana y tomé unos libros de ideas de Especialidades Juveniles. Luego de llenarme de metodología, en mi mente y mi corazón daban vuelta ideas para mensajes, dramas, videos, juegos, retiros y campamentos. Me dediqué mucho a la metodología del ministerio y busqué cualquier cosa que “funcionara” para hacer de los jóvenes discípulos de Jesús. El ministerio juvenil creció, los padres estaban felices y el pastor general también lo estaba y parecía que Dios nos bendecía. Sin embargo, luego de algunos años mi punto de vista sobre la metodología comenzó a derrumbar el ministerio.
Fase 2: Reconsiderando el ministerio juvenil debido a los cambios culturales
Como yo había pasado mucho tiempo con jóvenes que no eran cristianos, algunos de los puntos de mi metodología fueron sacudidos mientras escuchaba sus preguntas en relación a la vida y a la fe. Entonces me di cuenta que la metodología a pesar de que había sido efectiva, no estaba conectando las mentes y los corazones de los jóvenes. La metodología divertida para el evangelismo no estaba funcionando más.
Comencé a hacerme preguntas que nunca antes me había hecho, y estas preguntas relacionadas con la salvación y con el hecho de convertirnos en discípulos de Jesús, comenzaron a impactar la manera en la que hacía evangelismo. Definitivamente el ministerio juvenil va más allá de algo simple.
Fase 3: Reconsiderando la eclesiología y la iglesia
Una vez que comienzas a reconsiderar el ministerio juvenil, sólo es cuestión de tiempo para que reconsideres a toda la iglesia. Y las preguntas siguieron viniendo: ¿Qué es la iglesia? ¿Es un edificio o son personas? ¿Por qué decimos voy a la iglesia? ¿Cómo era la iglesia del Nuevo Testamento? ¿se parece a la iglesia actual? ¿Por qué nuestros grupos de alabanza se paran enfrente a tocar como una banda de un grupo de pop? ¿Por qué nos enfocamos más en un edificio y menos en pastorear? Me comencé a marear con estas preguntas. Me di cuenta que estaba totalmente feliz con la metodología que usaba, pero que no estaba pensando teológicamente acerca de la iglesia y del ministerio. Y la parte que más me asustaba era que nadie más lo estaba haciendo tampoco.
Fase 4: Reconsiderando la teología
Aunque no nos demos cuenta, nuestra metodología viene de nuestra teología. Si no estamos pensando en teología, entonces sólo tendremos una forma muy poco profunda del ministerio juvenil. Permitimos cualquier cosa que funcione para que nuestras mentes y corazones estén tranquilos y viendo resultados (si los jóvenes la pasan bien, si se divierten, si los padres están contentos, etc.). Todo esto hace que nos enfoquemos más en la metodología, tenemos libros y seminarios acerca de cómo hablarle a los jóvenes pero no acerca de la teología para predicar y para ser parte de la iglesia.
Fase 5: Convirtiéndonos en teólogos misionales
Convertirnos en “teólogos” debería ser algo que todos quisiéramos como iglesia, tanto jóvenes como adultos. Enseñar que la meta de la teología no es únicamente el conocimiento sino la transformación de los corazones. Nuestro conocimiento de teología debería llevar nuestros corazones a la adoración y la alabanza a Dios, y nuestro pensamiento teológico debería llevarnos a arrodillarnos y orar por aquellos necesitados alrededor del mundo.
Un Desafío para los Líderes a Pensar Teológicamente
Mi deseo es que todo esto te lleve a pensar más teológicamente lo que haces. De nosotros depende crear una cultura para los jóvenes acerca de cómo pensar acerca de la vida y la iglesia y de lo que realmente significa ser un discípulo. El ministerio con las nuevas generaciones es teología, y más vale que lo reconozcamos así, o corremos el riesgo de cambiar el ministerio y la iglesia en una versión poco profunda y superficial de lo que realmente son. ¿Podríamos convertirnos en comunidades adoradoras de teólogos misioneros?[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]