¡Socorro! Las tareas escolares de mis hijos me agotan
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octubre 17, 2017Algunos de los que trabajan con niños o adolescentes hoy en día suelen quejarse acerca del uso de tablets y teléfonos inteligentes por parte de esta nueva generación y llegan a considerar que la solución es prohibir su uso, sobre todo en entornos académicos. Sin embargo estas medidas no tienen sentido cuando se sabe que este tipo de dispositivos se convierten en herramientas de aprendizaje, ya que su uso está destinado a buscar respuestas a sus inquietudes. Así que esto exige ajustes en los entornos de aprendizaje y en la educación clásica como la conocemos en la actualidad.
La educadora Jennifer Klein afirma: “Si los estudiantes encuentran fácilmente las respuestas, la educación debe cambiar. Ahora no importa lo que sabes, sino lo que puedes hacer con lo que sabes”.
Estamos ante una oportunidad única de convertirnos en motivadores que les permitan a los niños y adolescentes descubrir y potenciar sus deseos y pasiones a través de los ámbitos de aprendizaje, que no solo son las aulas escolares donde ellos permanecen la mayor parte de su tiempo, sino también aquellos lugares donde compartimos con ellos su crecimiento espiritual, como la casa y la iglesia, entre otros.
Klein, la educadora mencionada, también asevera que “Hay muchos jóvenes que están cambiando el mundo desde niños porque usan sus sueños y deseos para inspirar a otros y hacer un mundo mejor”
El reto está en ayudar esta generación a detectar sus dones y aspiraciones. En Levítico 10:11 “y puedan también enseñar a los israelitas todos los estatutos que el Señor les ha dado a conocer por medio de Moisés”, vemos cómo Dios nos enseña que Él no solo ha puesto sus palabras en nuestra boca, sino que también nos ayuda a usarlas para el propósito al que nos ha llamado.
Las nuevas tecnologías son una herramienta valiosa que puede y debe ser usada por padres, líderes y educadores para provocar el desarrollo de la personalización del contenido. Junto con otros recursos, el uso de la tecnología debe estar enfocado en un aprendizaje profundo centrado en el joven, para que éste adquiera las destrezas y habilidades necesarias no sólo para instruirse sino también para habituarse a la dinámica de distribuir lo aprendido a partir del trabajo colaborativo. Como cristianos debemos fomentar y facilitar el conocimiento y la creatividad que los jóvenes del siglo XXI van a necesitar tanto para aprender sobre Dios como para compartir el evangelio a sus pares de manera relevante.