Tus adolescentes y los medios
abril 4, 2019El llamado silencioso
septiembre 20, 2019Dios me ha dado el curioso privilegio de trabajar en muchos sectores del cuerpo de Cristo. He pastoreado en distintos países para diferentes denominaciones, he trabajado para distintas organizaciones y hoy viajo por el mundo compartiendo con líderes de todo tipo.
Todo esto me permite ver a muchos líderes en acción y lo que he podido notar es que ningún líder con su aparato mental funcionando correctamente, se levanta una mañana y dice: hoy voy a hacer quedar mal a Cristo y haré un desastre con mi vida. Todo comienza mucho antes que nadie se entere, con la aparición de algunos síntomas o circunstancias que facilitan el camino de lo que terminamos llamando “la caída”. Estos son algunos de ellos:
Líderes que se creen superados
Aún el más respetado ministro de la palabra tiene que reconocer que es un pecador. A menos que Jesús estuviera equivocado no hay bueno ni aún uno (Mateo 19:17). Sí; ni siquiera ese de traje raro que siempre está conmovido y haciendo milagros en TV es justo por sus propios méritos. Todos tenemos una necesidad desesperada de Dios y no podemos confiarnos de nuestra propia justicia. “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.” (1 Corintios 10:12)
El que cree estar exento de pecar ya abrió una puerta peligrosa. Además Mr. Satán tiene a los líderes como el blanco preferido, y la Biblia es clara en prevenirnos que el diablo está atento a nuestros pasos y por eso nosotros tenemos que estarlo aún más.
Líderes que están solos
Muchas veces el liderazgo genera soledad. Sea porque uno se va de misión a otro lugar o porque uno está en el tope de una congregación y generó una plataforma donde nadie te puede decir nada negativo. Así muchos se han ido quedando solos en el liderazgo cristiano, y alejados de todo contacto con la civilización viviendo en la burbuja de su ministerio unipersonal. El problema es que a la llegada de la tentación también están solos y no tienen de quién agarrase.
Todo en ellos es tan misterioso, secreto y solitario que pronto sólo cuentan con su propio criterio para discernir lo que está bien y lo que está mal y eso puede ser muy engañoso. No interesa lo importante que sea un líder, todos necesitamos amigos que nos sostengan y que tengan la libertad de decirnos cuando consideran que estamos equivocados y nos llamen la atención si estamos en terreno peligroso.
Líderes que tienen demasiado miedo a reconocer sus debilidades
En muchos círculos cristianos existe el mito del súper líder. Esto fue creado por una generación que nunca hablaba de sus debilidades y pecados. Uno los escuchaba y jamás había nada negativo en sus vidas. Todo era ejemplar y no tenían ninguno de los problemas que tiene el resto de los humanos (todavía esto pasa en algunos sectores y sobre todo en la televisión evangélica). Esta realidad encima se vio agravada porque hemos sido el único ejército que mata a sus heridos.
¿Cómo? Muchos líderes han visto como otros, al estar en pecado, han sido avergonzados por la iglesia en vez de ayudados y restaurados. Entonces tienen miedo de confesar su debilidad. Recordemos que Jesús dijo que tire la primera piedra el que no tiene pecado. Él estuvo atento a corregir pero siempre con amor.
Es necesario que se levante una generación de líderes con autenticidad y transparencia. Yo soy un pecador y todavía hay cosas de mi carácter que me cuesta controlar. He tomado decisiones en el ministerio que han estado equivocadas y muchas veces he actuado con motivaciones erradas. Al reconocer eso quedo menos expuesto a crear una barrera de hipocresía que impida que otros demanden cuentas de mi vida y ministerio.
Claro que hay mucho más por decir pero me gustaría ayudarte a responder una pregunta que es muy importante también:
¿Qué puedo hacer si conozco a algún líder que está en pecado?
Ayudarle confrontando su pecado. Cuando le señalas su pecado a alguien con amor le haces un favor. Primero debemos vestirnos de misericordia no sea que la confrontación tenga que ver con una motivación para hundir a esta persona, mostrar espiritualidad, cuidar nuestra reputación o cualquier otra razón que no sea la de ayudarlo y edificar el cuerpo de Cristo. Debemos hacer exactamente lo que entendemos que Jesús hubiera hecho.
Te recomiendo hablar en privado y si no hay progreso hablar con un testigo. Si te encuentras con que además del pecado hay hipocresía y que pretende quedarse así, entonces sí tienes que hablar con otros líderes y charlar acerca de esta situación pecaminosa. Hoy también hay una mala comprensión de la misericordia y se la confunde con dejar pasar cualquier pecado, “total somos todos imperfectos”.
La verdadera misericordia ama la verdad y la restauración, nunca deja las cosas así.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]