Tus adolescentes y los medios
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septiembre 17, 2019Si trabajas con adolescentes durante un período de tiempo prolongado, probablemente hayas tenido “esa” conversación. Tú sabes de qué estoy hablando. La conversación generalmente ocurre en un momento en el que normalmente no tendría sentido hablar y comienza así…
“Oye, ¿puedo hablarte sobre algo?”
“Si seguro.”
“¿Podemos ir a algún lugar donde no haya nadie más?”
En ese momento, sabes que ellos están a punto de desatar las secuelas de una vida rota en tus oídos y tu corazón. No importa cuánto tiempo llevas en el ministerio con adolescentes, esa conversación nunca es divertida. Si realmente te importan los muchachos y las chicas a los que pastoreas, esta conversación tiene la capacidad de romperte el corazón. Cada conversación se maneja de una manera ligeramente diferente y no hay respuesta de molde que puedas utilizar indefinidamente. Cada conversación tiene diferentes pasos de acción, para los adolescentes que se abren y para ti como su pastor. La mayoría de las veces, requiere hacer un seguimiento constante de ese estudiante durante las próximas semanas.
Entonces, ¿qué haces cuando un estudiante te dice demasiado?
¿Dónde está la línea entre ser el pastor de adolescentes afectuoso que está allí solo para escuchar de manera positiva, y ser el adulto exigente que involucra a mamá y papá, a las autoridades o ayuda profesional? ¿Qué sucede cuando el adolescente te dice que no quiere que nadie se meta en problemas o que se muestra inflexible acerca de abrir el tema a sus padres o involucrar a las autoridades correspondientes? Estas son las situaciones que deben manejarse correctamente por el bien del adolescente e implican pasos de acción que deben tomarse.
Como su pastor, debes tomar la mejor decisión posible para el adolescente. Tú tienes la responsabilidad de tomar la decisión que lo mantenga seguro. Tienes la responsabilidad de tomar la decisión que honre a sus padres. Tienes la responsabilidad de ayudarlos a ver el panorama general y cómo Dios está caminando junto a ellos a través de lo que venga después. Todas estas responsabilidades son fáciles de escribir o decir, pero a menudo son mucho más difíciles de poner en práctica. Involucra emociones y personas lastimadas, y como si fuera poco entra en juego la relación que tienes con ese adolescente que estás tratando de contener y proteger. Podría ser útil recordar 3 cosas al hablar con un adolescente que comparte demasiado.
- Cuando se trata de autolesiones, abusos o cualquier cosa que pueda poner a tu adolescente en peligro, DEBES contarle a alguien más.
No hace falta decirlo, pero hay que decirlo: tu respuesta al daño siempre es la compasión hacia el adolescente. Informa a las autoridades correspondientes de inmediato y ayúdalos a obtener la ayuda que necesitan, incluso si no parecen quererla en ese momento.
- Eres su pastor, no su amigo.
Tú no estás buscando la aprobación de tus discípulos sino guiándolos hacia un Padre perfecto, un Salvador resucitado y, en última instancia, el que les dará lo que necesitan cuando lo necesitan. Eres el adulto en cada situación, especialmente en casos como estos. Haz lo correcto sin importar lo que ese adolescente pueda decir sobre ti o decirte a ti.
- Ten un plan.
Piensa en posibles escenarios y situaciones antes de que sucedan para que no te quedes ciego e inseguro de qué hacer. Dicho esto, es imposible saber y pensar en todas las circunstancias posibles. Maneja cada instancia con gracia, compasión e intencionalidad. Tu plan debe incluir informar a tu pastor principal o el responsable en la iglesia de lo que está sucediendo, para que tengas personas a tu lado a las que pueda acudir en busca de consejos y sabiduría.
Hay muchos otros matices sobre estas conversaciones acerca de qué hacer o qué no hacer, pero estas 3 cosas te ayudarán a comenzar en la dirección correcta.
Seamos honestos, esta parte del ministerio no es divertida. Muchas veces implica ver a las familias en su peor momento, a los adolescentes en su punto más bajo y mirar este mundo cruel directamente a los ojos. Sería fácil desmoronarnos en la penumbra que dejan estas conversaciones con adolescentes a los que amamos. Sin embargo, Dios te está usando como alguien en quien ellos confían, para llevar luz al lugar más oscuro de sus vidas. Estás jugando un papel fundamental en su formación espiritual. Debes estar allí para guiarlos, para mostrarles a su Salvador en el medio del problema y para celebrar con ellos cuando ya estén del otro lado de la situación.
2 Corintios 4: 6
Pues Dios, quien dijo: «Que haya luz en la oscuridad», hizo que esta luz brille en nuestro corazón para que podamos conocer la gloria de Dios que se ve en el rostro de Jesucristo.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]
Kent Bjurstorm